Nos saltamos varias entregas en la serie que Jon Arretxe está dedicando a Touré, ese peculiar detective nacido en Burkina Faso y que llegó a Bilbao en busca de una vida mejor, como tantos otros migrantes. Ya reseñamos en su día 19 cámaras, 612 euros y Sombras de la nada. La mirada de la tortuga es la octava y, hasta ahora, última novela de la saga. Esta vez Touré cuenta con la compañía de su amiga y amante Sa Kené para ayudarle en sus pesquisas. Tras sus andanzas por París, de donde se volvió con un alijo de joyas que le debería hacer olvidar sus penurias económicas, se encuentra con que se lo han birlado. Su escondite, en El Parque de El Retiro, no era tal. Eso sí, le han dejado una pequeña tortuga con una inscripción. A partir de aquí comienza la investigación.
Como siempre, Touré se enfrenta a la dura realidad de la gente marginada. Él mismo, por supuesto, forma parte de ese ejército. Como en anteriores ocasiones, la novela ofrece un amplio desfile de migrantes y nos coloca ante su miseria. Ahí, en ese ambiente, cada cual intenta engañar hasta donde le es posible para salir adelante. Nada de lo que extrañarse. Digamos que es ley de vida. Sobrevivir implica saber manejar los códigos.
Como decía, esta es la octava de Touré, como amablemente su autor me indica en la dedicatoria. Com decía antes, en este blog reseñamos en su día las tres primeras. Así pues, tenemos aún pendientes cuatro más. Con esta llegamos al ecuador, aunque con un salto en el tiempo, que no en el ambiente y en la caracterización del personaje. Parece que todo sigue igual en el universo de Touré. Hay que buscarse la vida, no queda otra. Sea en San Francisco, aquí en Bilbao, en París, en un pueblecito de Navarra o en el barrio de Lavapiés, en Madrid. El mundo sigue siendo ese lugar árido en el que vivir.
En cuanto pongo los pies en la calle, agacho la cabeza y me bajo la visera intentando ocultar mi rostro. Miro atrás continuamente mientras desciendo a paso ligero hacia la plaza de Lavapiés; tengo la adrenalina disparada, y eso que todavía falta mucho para la cita de medianoche. Quizás sea un poco exagerada esta manía persecutoria mía, pero no sé. La librería Burma aún no ha abierto, y el banco de Madou está vacío. Kamal acaba de levantar la persiana del restaurante, anda ocupado preparando las mesas de la terraza, todavía con cara de sueño. Ni siquiera me ve acercándome, y vuelve a entrar al local antes de que pueda darle los buenos días.
Como las anteriores, esta también está publicada por Erein. Si queréis conocer, por boca de su autor, algunos entresijos sobre cómo escribe y de qué forma encuentra la inspiración para continuar con la saga de Touré, podéis echar un vistazo a este vídeo de presentación de la novela. Tengo trabajo, que tengo aún pendientes Juegos de cloaca, Piel de topo, No digas nada y Desconfía. No da la vida para leer tanto 😉