612 euros, de Jon Arretxe #NovelaNegra 51

by Julen

Ya os comenté cuando escribí la reseña anterior, que estaba leyendo la segunda novela de la saga de Touré, el detective que Jon Arretxe ha enraizado en el barrio de San Francisco, aquí en Bilbao. Si la cifra elegida para el estreno fue 19, el número de cámaras de vigilancia que definen el barrio para las fuerzas de seguridad, en esta segunda el autor se fija en 612, la cifra que en 2013 suponía la renta de ingresos mínimos, y que, en un momento dado de la trama, le terminan por echar en cara a nuestro detective africano.

Touré continúa vagando por su propio barrio y, al tiempo, haciendo incursiones en ese Bilbao Blanco que puede darle de comer de vez en cuando a base de trabajillos varios. Mientras, la Ertzaintza no sale muy bien parada desde la mirada de los migrantes. Los encuentros se producen con excesiva asimetría. El asedio al barrio —es por nuestra seguridad, ya se sabe el lema— implica continuar la vigilancia desde las 19 cámaras a toda esta gente que ha venido para cobrar los 612 euros. Por tanto, sean gitanos en la Plaza Corazón de María, africanos en la plaza Doctor Fleming o magrebíes en el cruce de Dos de Mayo y San Francisco, la policía no descansa.

612 euros, renta de garantía de ingresos de la que dependen tantas familias, es el título de la segunda entrega de la saga del detective Touré. Respetado por sus compatriotas, vigilado por la policía y deseado por las mujeres blancas, el desplazado Touré sobrevive realizando trabajos de lo más variopintos. En esta ocasión, tras recibir la visita de un supuesto familiar, se verá envuelto en una serie de absurdas vicisitudes donde, para franquearlas, tendrá que poner a prueba todo su ingenio detectivesco.

La novela comienza con una pillería que bien podría aparecer en cualquier obra que se diga pertenece al género de la picaresca. Eso sí, actualizada a los tiempos modernos, con medios de transporte que permiten añadir imaginación a la forma en que robar. Un adulto y un niño son los protagonistas. El primero pone la idea y el segundo juega a robar. Claro que los dos vienen de París y, por lo que dice el mayor, llegan a Bilbao simplemente para encontrar a su hermano. Porque Cissé es nada más ni nada menos que, según dice, hermano de Touré y trae de la mano a su sobrino Garán. Así que, por derecho de sangre, se cobijan en el piso patera en que vive nuestro protagonista. Nadie se dará cuenta. Qué más da, solo son un par de africanos más en el barrio.

Es evidente que seguimos en Bilbao y la novela se recrea en sus barrios. La trama se desarrolla en la villa y las pesquisas continúan sucediendo en territorios cercanos. Eso sí, el puente de Cantalojas sigue constituyendo la frontera natural entre dos mundos que viven realidades paralelas.

La verdad es que, en general, los habitantes de San Francisco vivíamos en nuestro propio mundo, ajenos a lo que pasaba en Miribilla, en las Siete Calles o al otro lado del puente de Cantalojas. Nuestra Pequeña África poco o nada tenía que ver con el Bilbao Blanco.

Por supuesto, Touré terminará por resolver sus casos. De aquella manera, pero los resuelve. Y al final, cuando parece que el dinero le llama desde los Sanfermines, nos queda la duda de si merece la pena, aunque sea de forma puntual, pasar al otro lado.

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