La novela negra es muchas veces una buena disculpa para tomarle el pulso a una ciudad o a un territorio. Por esta parte del sur de Islandia, se acuñó en su día el término Txapel Noir. No sé muy bien hasta qué punto el lugar donde cada cual vivimos consigue atraparnos. Lo que sí es cierto es que la escena del crimen forma parte de la liturgia del género. El lugar importa, bien lo referenciemos a ese pequeño espacio en el que hay que buscar pistas para recrear los hechos y poder atrapar a los criminales, o bien lo expandamos hacia un contexto más amplio.
Ni que decir tiene que no es lo mismo leer una novela que sucede, en tiempo y espacio, por lugares y épocas que han formado parte de tu experiencia vital, que hacerlo sin este plus de conexión emocional. Leer La ciudad de la piel de plata, de Félix G. Modroño proporciona, en mi caso, un placer oculto: saber que podías perfectamente aparecer en alguna de sus páginas. Porque lo que se narra es algo en lo que, de una u otra forma, participé.
El caso es que son tantos los guiños a una multitud de elementos que definían el Bilbao de hace 40 o 60 años que casi, por momentos, se convierten en lo principal. La trama, bueno, está ahí y se retrotrae a hechos acaecidos con la llegada de la dictadura franquista, pero Bilbao, aquel Bilbao, luce omnipresente.
Alberto echó en falta a los azulitos, unos microbuses que eran más rápidos que los autobuses, que no admitían pasajeros de pie y que realizaban las paradas a petición del usuario. También se les llamaba cielitos, por su color y porque se decía jocosamente que solo cabían los justos.
La novela forma parte de la trilogía de Bilbao. A esta obra le precedieron La ciudad de los ojos grises y La ciudad del alma dormida. De por medio en esta última de la serie, la violencia de ETA, el desmantelamiento de la siderurgia, el Guggenheim y todos los tópicos de un entorno que ha sufrido una transformación brutal.
Para terminar, decir que llegué a esta novela a través de una entrevista que le hicieron no hace mucho a Javier Díaz Carmona, otro escritor que se ha empapado de Bilbao en su trilogía dedicada a Osmany Arechavala, especialmente en la primera de la serie y que ya reseñamos aquí.
2 comentarios
Puedo reconocer sitios y momentos, Julen, pero no me ha gustado demasiado esta última novela de la serie sobre BIlbao. Me quedo con la segunda (reseña en mi blogsito ; es más, repasando veo que también escribí sobre la primera).
Jeje, me has pillado… tampoco es de esas que me ha encandilado. Al final pesaba más la conexión emocional con el Bilbao que aparecía que la novela en sí