Entre quienes andamos con el proyecto de empresa abierta, es emblemática una frase que nos dirigió en su día un consultor colega: «vosotros sois la periferia de la periferia». Nos reímos y nos ha servido de mucho para entendernos a nosotros mismos. De todas formas, depende quién emita el juicio, la periferia de la periferia a lo mejor no lo es tanto. En cualquier caso sí creo obligado reconocer que nuestras actividades de consultoría e investigación no forman parte de lo que hoy se llama mainstream. ¿O me equivoco de plano?
Hace unos años, pongamos que cinco por ejemplo, hablar de Open Business quizá te llevaba a la periferia de la periferia. Era junio de 2006 y en mi caso recogía el guante de ¡Juan Varela! que era quien me había puesto sobre la pista de otra idea de hacer empresa. Hoy, lo «open» se ha incorporado al discurso oficial. Open Government: ¿qué otro ejemplo hace falta? Si el jefe del mundo civilizado, el señor Obama, lo ha bendecido urbi et orbe.
Hablo de la periferia, pero es que las fuerzas centrípetas de la sociedad en que vivimos son tremendas. La sociedad del espectáculo busca constantemente elementos mediante los que atraer a la ciudadanía de a pie. Es el momento de desaprender, que dicen los de ING. Ahí te jodas. El mensaje es: sal del centro y mira hacia la periferia, que ahí están las ideas y el futuro. Y mientras tanto, la periferia -sea lo que sea- sucumbe muchas veces a la tentación de las grandes cifras.
Si hay una idea que me atrae es que en la larga cola, esa explicación lógica que nos aportó Chris Anderson, hay miles de oportunidades para mantenerse en la periferia. Existen actividades ¿marginales? que van a tener un público con el que más fácil de hablar de comunidad. Grupos de personas que comparten algo -no quiero hablar de marca- alrededor de lo que merece la pena pasar un tiempo. Y puede ser desde construir un coche o compartirlo, hasta comprender la cultura desde la remezcla o jugar en el filo de la navaja todo el tiempo.
La periferia necesita un espacio. Y ese espacio sufre presiones constantes debido al supuesto progreso, a la civilización. La fuerza expansiva de la economía gana esos espacios. La selva desaparece para dar lugar a entornos más ordenados y limpios (¿?). La periferia es ese lugar donde observar tendencias. Pero después de la observación, llega el rodillo.
Insisto, en la larga cola las reglas del juego no pueden ser las mismas que en la lucha sin cuartel de los grandes mercados. Si se quieren abordar grandes proyectos la derrota está asegurada. Es a través de la fragmentación, de la atomización, de la suma -incoherente y redundante- de miles de pequeños proyectos como podemos ser ¿competitivos? Dejadme usar esta palabreja.
Nuestra competitividad tiene que ver con actividades que no participan de las mismas reglas del juego que nos ofrece el sistema. Por supuesto que vivimos todas en el mismo mundo: somos personas que habitamos la Tierra. Pero la realidad genera muchos planos. No conviene hacer la guerra con quien vamos a perderla. Es más, no conviene hacer la guerra. Eso desconcierta. No hay que pelear porque no tenemos armas. Ni queremos tenerlas.
4 comentarios
Vengo de mi reader, donde me salen «45 saves» a este post, llego aquí y… ¿no hay ningún comentario??
La última vez que te vi, conocí a Tiscar y me llega ahora a la memoria porque me habló «del club de fans de Julen». Quizá sea eso, que somos un grupo de admiradores porque nos hemos enamorado de tus ideas de la periferia de la periferia. Y por supuesto, no hay periferia sin centro… y fuerzas centrípetas.
Un beso y feliz domingo
Gracias, Carme. El domingo pasó y ya estamos a lunes. Suele ser día odiado pero en esto también nos vamos a la periferia: seguro que viene bonito 😉
Te devuelvo el beso.
En la periferia, y en las fronteras, es donde bulle la vida… y los cambios. Todo se está reinventado, terminaremos asimilando que lo de la etiqueta única no sirve.
Igual es que quienes vivimos en la periferia lo tenemos más asimilado 🙂
Un saludo
[…] de otra manera… no se puede no estar en el sistema. Hasta que reviente (nada es eterno), la periferia forma parte de él y lo que está fuera no compone un sistema […]