Arabia Saudita se gobierna a través de una monarquía absoluta, es decir, que el rey concentra toda la autoridad, teniendo bajo su control el poder legislativo, ejecutivo y judicial. El gobierno del país está integrado por un gabinete de ministros. El detalle curioso es que todos ellos son miembros masculinos de la familia real. Los actos homosexuales son condenados habitualmente con la pena de muerte. Esto incluye, si es el caso, a menores de edad. También se puede aplicar esta pena por brujería o adulterio. Las mujeres no tienen permiso de salir de sus casas, utilizar el transporte público o viajar sin la autorización de su marido o familiar. En su sistema educativo uno de los objetivos más importantes es que el alumno consiga memorizar y recitar las partes más importantes del Corán. Por supuesto, hay aulas para hombres y otras diferentes para mujeres.
Todo lo anterior –tampoco me he vuelto loco localizando fuentes– y más podéis leerlo en la Wikipedia. En este artículo aún no se menciona aún nada que tenga que ver con el fútbol. Con Cristiano Ronaldo como ejemplo, por supuesto, el país se encuentra desde hace tiempo en plena temporada de caza de profesionales que den ejemplo de que saben pegar patadas a un balón. Tipos listos.
Por supuesto que el fenómeno no ha aparecido de la nada. Qatar tuvo su mundial. Qatar, cuyo código penal, abre la puerta a las flagelaciones y las lapidaciones. Ojo con fallar una oportunidad clara de gol. Las mujeres violadas son condenadas por adulterio. Qatar, ese país al que elogiaron Guardiola y Xavi Hernández. Fútbol es fútbol.
Pues bien, la emigración de futbolistas de élite a Arabia Saudita no deja de representar otro paso lógico en la aberrante deriva hacia el dinero como único valor de quienes se suponía que debían de ser ídolos para la chavalería. ¿Ídolos? Son el peor ejemplo. Siempre hay alguien que se salva, claro está. Pero me temo que es la excepción.
Lo que no termino de entender es el papel de los medios de comunicación. ¿Dónde están las voces críticas con ese país? Será que Juan Carlos I El Campechano continúa presente en todo este tejemaneje. Por algo se decía que era la única persona no saudí en tener el número de teléfono del rey de Arabia Saudí. Colegas, colegas, ya veis.
La lista de futbolistas que se van a Arabia Saudí aumenta con el paso de los días. Es solo cuestión de dinero, de nada más. Ronaldo, Benzema o Neymar, grandes ejemplos. Y también Laporte, representante de la filosofía Athletic de Bilbao, supongo. Mejores personas, chicos comprometidos con dejar un mundo mejor a quienes vengan detrás. Ahora ya, por fin, podemos seguir la liga de fútbol de Arabia Saudí porque nos la cuentan en la prensa deportiva. Qué emoción. ¿Qué habrá hecho el Al-Taawoun este fin de semana? ¿De verdad que el Al-Okhdood no ha sido capaz de meterle un solo gol al Al-Ahli Saudi? Un sinvivir.
Todo porque tienen un plan.
El plan forma parte del marco estratégico Visión Saudí 2030 para mejorar la percepción del país en el exterior, lo cual ha motivado que sea descrito como blanqueo de imagen por parte de algunas organizaciones internacionales de derechos humanos.
Pero no todo es malo. Menos mal que, según parece, las chicas podrán ir en bikini en las playas y piscinas de ese megaproyecto de ecociudad (o lo que sea) bautizado como The Line. Estamos salvados. Las WAGs lo necesitaban. El fútbol de élite traerá apertura y libertad. Demos gracias al precursor, al adelantado a su tiempo. Demos gracias al campechano. Él se levantó, según las investigaciones, 280 millones de euros por el AVE a La Meca. Abrió el camino.
La imagen es de Holly Ka’ba en Flickr.