Cedillo, el viaje al origen de la emigración

by Julen

Cedillo, primavera de 2000. Es un viaje al corazón. Mi madre quería hacerlo y fue una experiencia inolvidable.

Hace ya muchos años vivíamos aquí no del todo mal, según parece. Había fábricas que necesitaban brazos. Fuerza, fuerza, fuerza. Capacidad para aguantar las jornadas de trabajo que vinieran por delante. Hombres, hombres. Estábamos en los momentos de esplendor de la gran empresa industrial. Había que producir para que la gente comprara. No se trataba tanto de vender cuanto de colocar producto que alguien tenía que comprar.

Y en aquellas épocas, según me contaron en casa, la gente venía de muy lejos. Aquí en Urioste el caso es que venían de Cedillo. Yo de niño escuché muchas veces hablar de Cedillo. Era un pueblo cerca de Portugal. Ni siquiera allá en Extremadura, sino más bien un pueblo allá casi casi en Portugal. Un pueblo con una presa. Y la gente venía de allí. La Joaqui, el Pedro, la María.

De pequeño jugaba con otros niños. Eran los hijos de la emigración. Yo ni siquiera era consciente de qué quería decir aquello. Simplemente eran los compañeros de juegos. Todavía era cuando en el barrio había barro. Claro, mucho antes de que inmisericordes capas de asfaltos y cementos de distinto tipo lo cubrieran todo. Jugábamos allá en el barrio. Fútbol sobre todo. Éramos así de simples aunque quiero pensar que forjamos ciertos valores. Vete tú a saber.

Cedillo, por tanto, era una entelequia. Me sonaba, pero no me traía nada concreto a la memoria.

Mi padre murió y entonces mi madre dijo que quería ir a Cedillo. Para ella era, desde luego, algo mucho más concreto que para mí. Porque ella había tenido más tiempo de asimilar aquel esfuerzo. Eran personas que habían venido con una mano delante y otra detrás. Personas que habían emigrado para buscar trabajo. Aquí en la Gran Industria del Gran Bilbao. Aquí era donde encontraban un cierto remedio a sus anhelos. Y fueron llegando y asentándose en barrios de defensa propia. Lugares con cierta densidad de contacto entre aquella gente. Llegaban, buscaban contacto y por eso se arremolinaban en barrios concretos de Ortuella o Portugalete. Pero Cedillo seguía allá muy lejos, al lado de Portugal.

Y nos fuimos para allá. Hace de esto más de siete años. Fuimos al lugar donde todo comenzó. Ya habían vuelto algunas de las familias que se vinieron hasta aquí. Según parece alguien se enteró de que llegábamos. En los pueblos la información circula deprisa. Aquel era el pueblo. En la Semana Santa del año 2000. Vimos la procesión, hombres y mujeres por caminos distintos, llegando al Encuentro. Fue un viaje al pasado y un viaje al punto de origen de la emigración. Un caso menor de emigración, quizá no recogido en los grandes movimientos. Allí estaba la famosa central hidroleléctrica, que separaba el pueblo de Portugal. La central, «propiedad privada», pero que dejaba paso al otro país los domingos. Allí estuvimos alojados en los chalets de los ingenieros, una curiosa forma de recuperar para distintos usos los alojamientos de quienes llegaron a trabajar en la presa.

El pueblo era relativamente blanco, con una calle ancha, larga. Un pueblo quizá algo extraño, aunque creo que más por nuestra mirada que por los hechos. Un curioso deseo el de mi madre, éste de querer hacer el camino de la emigración al revés. Allí estaban los orígenes. Allí las razones que arrojaron a mucha gente a venir a la Gran Industria del Gran Bilbao. Ahora todo ha cambiado, pero el origen está allí. Allí lejos.

Hace tiempo que quería escribir esto.

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8 comentarios

fernando mh 22/07/2007 - 19:35

La historia me suena. Con una parte de emoción por los recorridos ajenos y otra de nostalgia por los propios. Pero me suena mucho.

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Julen 22/07/2007 - 19:44

Sí, fernando, supongo que es una historia que se ha repetido muchas veces y que habrá dejado marcada a cantidad de gente. A veces con finales felices y a veces no tanto.

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ADMC 22/07/2007 - 20:10

Muy Bonito, Julen
Te felicito, sinceramente, por este entrañable homenaje.

Parece el Mito del eterno retorno. Estamos «condenados» a movernos, aunque luego no salgamos en la foto.

Saludos al Barrio, como bien dices, la patria chica de todos los h@mbr@s.

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Iñaki Murua 23/07/2007 - 10:47

Lo que cuentas, Julen, me ha recordado, en cierto modo, a lo que oí a Jon Maia sobre su primera novela, Riomundo. Como se dice en esta reseña, se basa en su propia historia familiar «para narrar la vida de aquellos inmigrantes que llegaron a Euskal Herria con las maletas cargadas de sueños.

Para quienes entendáis euskera, podéis escuchar la entrevista que le realizó Xabier Monasterio en la web de Elkarlan Euskaltegiak.

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visiones encontradas 28/07/2007 - 11:04

Me ha encantado el post sobre Cedillo.

Mis padres son de Santiago de Alcántara, un pueblo que está muy cerca del tuyo pero intimamente relacionados por esa presa que supuso una esperanza para la zona. Mis padres y mis abuelos se quedaron. Y lo cierto es que leyendo tu post nunca me había planteado porque ellos no siguieron el camino que estaban emprendiendo muchos de sus amigos y familiares.

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20 Cedillo #PortugalMTB – Consultoría artesana en red 06/08/2021 - 17:04

[…] La otra vez que había estado aquí en Cedillo fue en la primavera del año 2000. Fue un viaje con mucha carga sentimental, con la intención de que mi madre conociera aquel lugar del que tanta gente había emigrado. Recuerdo que nos alojamos en los chalets de los ingenieros, en el típico poblando que se creó para alojar a quienes venían a trabajar en la construcción de la presa. […]

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09 Vila Nova de Foz Côa – Figueira de Castelo Rodrigo #PortugalMTB – Consultoría artesana en red 13/08/2021 - 07:46

[…] porque no voy a hacer un recorrido circular, ya que mi idea es cruzar a España por Cedillo en un viaje que me conducirá al pasado. Historias de […]

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25 recuerdos de 25 días de ruta #PortugalMTB – Consultoría artesana en red 13/08/2021 - 17:01

[…] sabía al comenzar el viaje que el paso por Cedillo sería especial. Había estado allí en la primavera del año 2000 porque mi madre quería conocer aquel pueblo del que había emigrado tanta gente a nuestro barrio […]

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