No es que por aquí vayáis a encontrar «actualidad» respecto a la novela negra. En general, no es un criterio que suela emplear para decidir qué leo. El abanico de opciones es tan inmenso que nunca hay problema para encontrar alternativas. En este caso, sin embargo, El camino del fuego es la última novela salida del horno de María Oruña, una autora a la que enseguida puedes incluir en el mundo del bestseller. Su serie Los libros de Puerto Escondido (con ruta turística literaria en Suances incluida), protagonizada por Valentina Redondo y Oliver Gordon, es lo que es: un cierto fenómeno editorial. Parece que se venden bien.
Como decía, es la última novela de la serie y se ha publicado este mismo año que enseguida termina. Sus protagonistas en encuentran esta vez de vacaciones por tierras escocesas y allí se darán de bruces con un episodio que exige investigar: el incendio de un castillo y un asesinato de por medio son el punto de partida de la trama. El asunto va de libros, de coleccionistas, de pasión por un tipo de literatura que trasciende la calidad artística para erigirse como argumento central de la vida de ciertas personas.
A mí el libro me ha entretenido, la verdad. La acción se desarrolla de forma paralela en dos circunstancias temporales diferentes. Por una parte, en el momento presente es cuando sucede el incendio y el asesinato. Pero, por detrás, el origen de la historia arranca en hechos que acontecieron en el siglo XIX. De por medio, como decía, la pasión por la literatura. Nada menos que Lord Byron como disculpa para indagar en las profundidades del alma humana.
Escocia y sus Highlands están muy presentes en la obra. Conforman un escenario ideal para hurgar en historias de clanes y en tradiciones que se resisten a perder su relevancia a manos del progreso. Destilerías, castillos o los Juegos tradicionales de las Tierras Altas pueden entenderse como otros personajes de la novela. Además, la familia de Oliver Gordon añade otro elemento más a la escena: el padre o la abuela resultan ser de manual.
Pues eso, que sin haber leído las anteriores cuatro entregas de Valentina Redondo y Oliver Gordon, puedes embarcarte en esta lectura sin problema alguno. Dos líneas discursivas, con dos registros diferentes, que progresan en la trama a medida que las vacaciones de Valentina y Oliver se van consumiendo. El final casi es lo de menos. Bueno, si por final, entendemos, como siempre, quién es el asesino o la asesina. Porque aquí hay otro final: las memorias de George Gordon Byron son, junto con la pasión por la literatura, el otro hilo conductor de la trama.
Imagen de Duncan Kean en Pixabay.
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