El arcón

by Julen

Arriba en el camarote había un arcón. Era un enorme baúl de madera que cuando estaba cerrado hacía también las veces de asiento. Lo recuerdo siempre en el mismo lugar, a la izquierda según se entraba, en un lugar un tanto retirado. Formaba parte del escaso mobiliario del camarote. Según me contaban, había pertenecido a un tío de mi abuelo, que era carpintero y a quien no llegué a conocer.

El arcón contenía un arsenal de herramientas, clavos, tornillos y otros objetos que mi limitada comprensión infantil no era capaz de identificar. Todo aquello conformaba una especie de tesoro en mi imaginación. No sabía muy bien por qué me hacía a la idea de que aquel material debía de ser valiosísimo y que en manos expertas serviría para crear piezas fantásticas.

Entre todas las herramientas destacaba un cepillo de mano para arrancar viruta a la madera. Recuerdo que muy de vez en cuando mi abuelo lo usaba y entonces yo veía la magia con mis propios ojos. La madera iba despidiendo pequeñas virutas que se retorcían sobre sí mismas y caían al suelo. Allí se juntaban en una pequeña pila que luego había que barrer. En ocasiones lo hacía yo mismo con una de las escobas hechas a mano que teníamos en casa.

Ya de mayor sé que un día desapareció. El arcón dejó un hueco difícil de rellenar. Siempre había tenido su sitio. No sé qué fue de él. Quizá la magia que lo envolvía se lo llevó. No debía de haber sido fácil bajarlo por las estrechas escaleras de acceso al camarote. Pero el caso es que no estaba. El arcón y su aura de objeto único desaparecieron. Como tantas otras cosas.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.