Textos flotantes

by Julen

Se las veía ir y venir, mecidas por unas suaves olas que transmitían tranquilidad. Las letras se movían con parsimonia, a veces formando palabras, a veces sin aparente orden. Más que concluir una palabra con sentido –no digamos ya una frase–, la imagen sugería ideas, líneas de fuga para que cada cual hiciera su elección. La escena congregaba a algunos curiosos, que se asomaban apollados a la barandilla.

A simple vista solo parecían un puñado de letras. Alguien quería jugar y los patos, ajenos a cualquier anormalidad, continuaban con sus movimientos habituales. No mostraban sopresa alguna. Si algún día mostraron sentido de la territorialidad, no era, desde luego, el caso. Junto a ellos, las letras se dejaban llevar. El estanque ofrecía una imagen inusual: textos flotantes.

Alguien había confiado en el azar. Un pequeño generador provocaba el movimiento del agua. En vez de la consabida quietud, escondido como estaba el estanque, las suaves olas repartían las letras caprichosamente. Una niña las señalaba con el dedo y tiraba de la manga del abrigo de su madre. Por lo demás, la escena no incluía explicación alguna. No había instrucciones, no había qué ni por qué. Solo las letras. Y las olas.

Yo llevaba ya un buen tiempo allí parado. Comenzaron a caer unas primera gotas. Al golpear el agua estancada añadían un segundo dibujo enl a superficie. La gente se fue marchando. Suerte que en la mochila llevaba el paraguas. Aguanté todavía un buen rato. Después me desperté. Pensé que escribiría sobre los textos flotantes y me quedé dormido de nuevo casi al instante.

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