El libro estaba abierto por la página 87. Llevaba tiempo sobre la mesa, como si alguien lo hubiera dejado olvidado. El caso es que pasaba el tiempo y allí seguía, en la página 87. Visto por encima, parecía una página normal. Texto ordenado en párrafos sin apenas síntoma alguno de que allí dentro sucediera nada especial.
La empresa de limpieza había preguntado en más de una ocasión si lo recogían, pero nadie daba razón de qué hacer. Por si acaso, preferían no tocarlo. Alguien lo habría dejado allí de esa forma, por algún motivo. Esperarían un tiempo prudencial y luego ya se vería. Tampoco era cuestión de que el libro se quedara a vivir allí.
El caso es que, como nadie se atrevía a tocarlo, tampoco sabían de qué libro se trataba. Sí, estaba abierto, pero ¿cuál era el título? Nadie tenía tiempo que perder en semejantes menudencias. La página 87 era una más que pasaba inadvertida en el frenesí de aquella oficina repleta de libros. Sería un ejemplar más, olvidado por alguien. Como tantos otros.
Fue al de un tiempo cuando lo entendieron. La esquela no daba lugar a dudas. Había fallecido. A los 87 años. Descanse en paz.