En realidad depende de ti. Puedes ver árboles o bosques. El fragmento puede ser lo que antecede al conjunto o ser su consecuencia. Un espejo que deforma y reconforma la realidad. Va y viene en planos que se alejan y que convergen. Sí, existe un punto de unión, pero es tan fugaz que no hay forma de comprenderlo.
El fragmento tiene la gran ventaja de no molestar. Sólo cuando viaja junto a otros congéneres puede adquirir un rostro amenazante. Habitualmente es pequeño, callado, gris, inmóvil. Y al tiempo potente, brillante, deslumbrante, cegador. En su mundo paradójico el fragmento es parte de otro fragmento.
Y nuestra vida rueda veloz ladera abajo. En la celeridad del viaje los instantes son fragmentos congelados. Pero son instantes que no componen ninguna película. No hay significado que derive de la unión de instantes. El fragmento gana la batalla una y otra vez. No hay línea continua, sólo hay puntos a veces conectados y a veces clausurados. Clausura garantizada por un viejo torno oxidado que ha dejado de girar.
Somos fragmentos. Se disuelve el azúcar en el café. Fragmentos diminutos que dejan de ser lo que eran y se funden para desaparecer en el anonimato. Fragmentos que se hacen añicos al chocar contra la realidad. Fragmentos y más fragmentos.
La foto es de manuel h (mholm) en Flickr.
1 comentario
Este post es totalmente Paul D. Miller…