(2) El mapa de transformación digital: ¿cómo lo gestionamos?

Ya comenté hace unos días que iríamos desbrozando las implicaciones que conlleva el mapa de transformación digital (TD). Además de explicar cada uno de los bloques que incorpora, es necesaria una reflexión inicial sobre cómo debe gestionarse este fenómeno de enorme complejidad. Me gusta recurrir a Genís Roca cuando dice que esto va, en realidad, de un cambio permanente: nadie nos asegura que lo que hoy damos como «evidente» mañana no deje de serlo. Las tecnologías parecen haber asumido que su estado natural es la beta permanente. Siempre hay una mejora por detrás de la última actualización. Y si no llega, no te preocupes, que aparecerá otra aplicación para arrinconar a aquella que considerábamos estándar.

Gestionar la TD tiene que ver, por supuesto, con un enfoque estratégico. Debe aparecer como conversación habitual en un consejo de dirección. Hace falta una visión holística, global. Dicho esto, que nadie escape por la puerta, porque afecta a cada una de las áreas funcionales, a cada uno de los procesos y de las unidades de negocio. Hay que buscar la coherencia entre lo estratégico y lo operativo. El movimiento, ya se sabe, se demuestra andando.

Así que el primer paso es el que tiene que ver con incorporar la TD en la agenda de asuntos estratégicos. Por supuesto, necesitamos un equipo directivo alfabetizado en estos asuntos. Digo alfabetizado pero conviene que suba rápidamente peldaños por la escalera del expertise. Si no hay comprensión del fenómeno en este plano, apaga y vámonos. El problema, ya lo estaréis adivinando es que, para qué engañarnos, hay mucha ignorancia en los equipos directivos. Esta es una reflexión muy importante para cualquier organización que quiera enfrentar con garantías la TD: su equipo directivo debe sí o sí comprender los conceptos, el alcance y las implicaciones.

Ya veis que uno de los nodos del mapa habla de la estrategia. A ello le dedicaremos otro post en esta serie que poco a poco continuaremos hasta repasar todos los nodos. No obstante, vamos a profundizar algo más en lo que promete el título de este artículo: ¿cómo lo gestionamos? Bien, tenemos la primera pieza: debe formar parte de la estrategia de la organización. La segunda pieza queda implícita: requiere un equipo de profesionales. Debe ser un equipo diverso que incluso vaya más allá del clásico equipo directivo. Quizá haya que jugar con perfiles complementarios desde el punto de vista generacional. Un equipo muy cohesionado en el que predominan hombres de más de 50 años puede que no sea la mejor opción.

La tercera pieza para gestionar el mapa de la TD es, para mí, una de las que más echo en falta. Hablamos de TD y sí, hablamos de tecnologías, pero somos las personas quienes las utilizamos. La tecnología tiene una evidente dimensión social. Hay que aplicar un enfoque constructivista porque más allá de lo que la tecnología promete, resulta que pasa por actitudes y aptitudes de las personas. Es decir, la TD obliga a un posicionamiento desde la perspectiva de las personas que somos. Así que esta pieza de gestión de la TD apela a qué enfoque ético aplicamos a todo este torrente digital que nos conduce (si no lo hace ya, lo hará en breve) a los límites de nuestra condición humana. Si no quieres verlo tan radical, piensa al menos en términos de decisiones de profunda repercusión para las personas que trabajáis en tu organización.

Una cuarta pieza tiene que ver con lógicas ágiles de gestión. En mi idea de la gestión, esto encaja muy bien con un enfoque lean de la organización. Es obvio que yendo más allá del concepto tradicional aplicado al producto físico. Para mí la TD se lleva bien con las prácticas de lean management. Nos hacen falta entornos en los que todo fluya rápido, en donde se tienen en cuenta contingencias para aprender y pivotar a partir de los aprendizajes que se obtienen. TD es sinónimo, como decíamos, de velocidad, de cambio permanente, de un repensado continuo de procesos y áreas funcionales. La organización tiene que disponer una arquitectura en la que prime la decisión ágil, el flujo. Todo ello con puntos de control para no generar cuellos de botella. Hay que acompasar el movimiento y conseguir un crecimiento armónico.

La quinta pieza que hace falta para gestionar la TD tiene que ver con lo que aquí durante tantos años hemos denominado empresa abierta. La organización tiene que sostener un diálogo permanente con otros agentes de su cadena de valor para complementar competencias. Quiero pensar que cada vez más las empresas ubicarán entre sus competencias nucleares las que tienen que ver con la TD, pero, mientras tanto, mejor por ejemplo sumar con proveedores que nos aporten valor en este campo. Aquí habría que hacer un apartado específico para la política de colaboración con startups. En nuestro entorno, por ejemplo, puede ser tan sencillo como participar en iniciativas del estilo Bind 4.0. Y esto enlaza con la última de las seis piezas que desarrollo en este artículo: el emprendimiento digital.

Este último componente resulta del choque entre modelos de negocio digitales y otros de carácter más tradicional. Muchas veces integrar la dinámica de una nueva actividad que se guía por otros estándares de gestión es muy complicado. Así pues, la alternativa es habilitar el despegue de proyectos digitales buscando para ellos su propia identidad y sus propios recursos. De nuevo aquí se puede apostar por una opción intermedia: buscar en el mercado alguna startup que ande revolviendo alrededor de lo que querríamos desarrollar. Puede convenir sumar recursos propios a los que ya posee esa startup y jugar en un escenario de riesgo compartido. En cualquier caso, hay que estar preparado para impulsar nuevos proyectos que requerirán espacio y que, nacidos en la actualidad, incorporan la variable digital en su ADN. Como sus lógicas de funcionamiento pueden diferir del estándar de gestión al que se está acostumbrado, lo mejor es que puedan tener su propio recorrido.

Un post como este no puede resultar exhaustivo en su propuesta. He elegido estas seis piezas de gestión porque creo que aquí está la esencia, pero cada organización debiera buscar «su» modelo. El mapa de TD que seguiremos desarrollando en próximos posts necesita una visión, una perspectiva que le proporcione sentido. Eso, traducido, es gestión. Por supuesto, con retos que necesitan técnicas y herramientas a veces diferentes respecto a las que solíamos utilizar. Sin embargo, quiero seguir pensando que se trata de gestionar bien. Sí, tiene un componente de impulso disruptivo, pero luego es gestión.