El pasado domingo Iván Marcos Peláez publicaba un artículo en su sitio web Viajaprende: Occidente debería mirar mirar a Asia con mucha más humilded y empatía. Sin olvidar la pandemia actual, Iván reflexiona sobre la escasa sensibilidad por comprender de verdad desde Occidente lo que hay detrás de las culturas asiáticas. Con una historia reciente en la que el supuesto primer mundo se vanagloriaba de los logros de Europa y Estados Unidos, los países asiáticos quedaban, en cambio, lejos, en una especie de realidad paralela, solo asaltada cuando de lo que se trataba era de hacer negocios.
Es evidente que hubo y hay un interés comercial de Occidente en/con Asia, pero muchas veces ha ido parejo a una falta total de interés por su cultura, historia o estructura social. Hay una parte principal que está basada simplemente en el lucro económico, algo que viene marcado por el querer fabricar allí por sus precios bajos en mano de obra, mentalidad que luego ha ido cambiando a querer vender a una clase media asiática cada vez más pujante con sus decenas de millones de nuevos consumidores.
En este blog ya escribí en su día un artículo, Limpieza, Japón y el mundial de fútbol en el que me centraba en un pequeño detalle que a lo mejor hoy no es tan baladí. Contaba en aquel post la actitud del equipo de fútbol de Japón en un mundial: tras terminar el partido se ponían manos a la obra para dejar limpio como la patena el vestuario que habían utilizado. Por supuesto que a nadie de por estas latitudes se le pasa por la cabeza ver a cualquier estrella mediática del deporte limpiando afanosamente el vestuario que ha utilizado. Les sonaría a cámara oculta, si no a una broma pesada que alguien les estaba gastando.
Ahora que nos recomiendan lavarnos las manos y extremar precauciones para que el virus se propague lo menos posible, nos encontramos con que nuestra cultura no estaba preparada para ello. Comenta Iván, por ejemplo, el uso extendido de mascarillas en los países que toma de referencia: Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Japón (sí, no cita China). Aquí ahora el gobierno, tras negar la mayor –con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud para mayor escarnio– comienza a lanzar el mensaje de que habrá que acostumbrarse a la mascarilla. Allá en Asia ya convivían con ella. Nosotros llegamos de nuevos a estas costumbres.
También le leía a Iván que Europa usaba (y sigue usando) números de teléfono para comunicar incidencias relacionadas con el virus mientras que los países asiáticos se lanzaron a una comunicación vía smartphones y sus consiguientes apps. Occidente en el siglo XX y Asia en el siglo XXI. Cierto que allí aprendieron de casos anteriores como el SARS. Aquí en Occidente se ve que nadie fue capaz de anticipar la que se venía encima. Y cuando llegó era demasiado tarde y no habíamos hecho los deberes. Así que pasa lo que pasa.
En términos globales la respuesta asiática y la occidental, comparadas en eficacia, van a desencadenar movimientos tectónicos en la economía global. Coincide todo esto con un tipo como Trump al frente de Estados Unidos. Una democracia que entrega el poder a un tipo así no parece muy sana, la verdad. Occidente cae presa de sus sucias campañas democráticas para llegar al poder. Asia, mientras tanto, recibe las críticas de quienes no somos capaces de ver en nuestro ojo una gigantesca viga: nuestras democracias están tocadas. Ya lo estaban y ahora están sufriendo como nunca antes. Jesús Pérez Royo lo advertía hace poco en eldiario.es en un artículo que titulaba Democracia en tiempos de coronavirus. Me temo que la única solución pasa por el fortalecimiento de la cooperación y la organización institucional de la inteligencia colectiva que seamos capaces de generar. Sí, nuestros sistemas democráticos occidentales se han quedado atrás. La idea la repite Daniel Innerarity día sí y día también.
Empezaba con la limpieza y termino con los sistemas democráticos. ¿Un salto demasiado grande? Como tantas veces, son actitudes las que importan, hábitos, rutinas, posicionamientos colectivos. America First. Crónica de la muerte anunciada de unas sociedades que fueron el centro del universo. Hasta que dejaron de serlo.
Y un último apunte: Iván se fija en nuestro sistema universitario. Una especie de desierto respecto a estudios rigurosos de la cultura asiática. Ahí lo dejamos.
Imagen de Kai Pilger en Pixabay.
4 comentarios
Hola Julen,
Gracias por las reflexiones.
Yo creo que muchas veces nos hace falta perspectiva, empatía quizá y mezclar más lo de fuera con lo nuestro.
A nivel general de nuestra sociedad, creo que a mucha gente le ha sorprendido que la gestión en el primer mundo asiático haya sido mucho más profesional que en Occidente. Es evidente que se ha dejado notar su experiencia previa con el SARS, pero también una gestión muy eficiente, sin olvidarnos del uso de la tecnología. A China no lo he puesto como primer mundo, pues aunque sea la segunda potencia mundial en bruto, son notables sus desigualdades campo-ciudad, su renta per cápita, su falta de transparencia y derechos humanos, además de su sistema de gobierno.
Aunque a nivel universitario hay algunas referencias en España, mi impresión es que es muy limitada, y muy poca su conexión entre la académico y la empresa, algo que obviamente no es nuevo. A nivel académico siempre me ha parecido que muchas veces todo lo de Asia está simplemente relacionado con los idiomas y con una breve pasada por la Historia, pero muy alejado de la realidad actual. Por ejemplo, es casi inexistente sobre el Sudeste de Asia, siendo los países del ASEAN más de 500 millones de habitantes y una región con un crecimiento notable, tanto en PIB como en renta y en clase media. Aunque afortunadamente han aparecido recientemente algunas titulaciones en Asia Oriental: Autónoma de Barcelona, Salamanca, Málaga, sigue pareciendo algo bastante residual y muy limitado. En Euskadi he visto que la UPV ha lanzado un Máster en Estudios Chinos, algo es mejor que nada, pero parece poco para una región tan exportadora como Euskadi ¿no crees?
Por ejemplo, yo apenas veo referentes de esos centros en los medios. ¿hay alguien que hable de Asia más allá de corresponsales? y tampoco uno ve en los medios a pensadores asiáticos, salvo al filósofo coreano Byung-Chul Han. La mayor parte de referencias que miramos siguen siendo de nuestro entorno cultural, sin miras más allá.
Personalmente yo siempre he ido un poco en plan autodidacta en esto, por necesidad, debido a las limitaciones de info y referentes. Siempre he elogiado la labor de Casa Asia, que la he disfrutado mucho cuando vivía en Barcelona y guardo muy buenos recuerdos de sus cursos y de dos profesores, uno sobre Sudeste de Asia (Lluis Blancafort) y otro sobre el Islam (Víctor Palleja).
Por si te interesa, te dejo el enlace a Parag Khanna que une ambos mundos https://twitter.com/paragkhanna y que ha escrito recientemente el fenomenal The Future is Asian. El enlace a artículo sobre la gestión de Corea en la web The Diplomat que es un portal centrado en Asia Pacífico https://thediplomat.com/2020/03/a-democratic-response-to-coronavirus-lessons-from-south-korea/
Un abrazo,
Iván
Gracias por ampliar perspectiva, Iván. Voy a ver si me aplico en cuento y leo algunas cosas más sobre Asia. Me reconozco ignorante…a no ser por lo que puedo llegar a saber a través de ti 😉
Hola Julen, en primer lugar, agradecerte que alguien trate de dar puntos de vista diferentes a la situación en la que nos encontramos. Pienso que más que democracia, el factor que verdaderamente está originando una mayor eficacia a la salida de este entuerto, es la capacidad de anticiparse a la situación y promover una hoja ruta realista. Corea del Norte, por ejemplo, dice que no ha habido casos, en China también se pone muy en duda la veracidad de los datos que ha suministrado el Gobierno.
Estoy totalmente de acuerdo en que nuestras culturas están basadas en la falta de disciplina, la falta de respeto hacia los demás, improvisación, falta de medios…, que es justamente lo contrario de los países que estas comentando…, y necesarios para salir de esta crisis. Tampoco hace falta irse tan lejos, en Suecia, de momento al menos, están apelando a la responsabilidad de los ciudadanos.
En nuestra cultura, es como si papá Estado hubiese criado ciudadanos mal educados, incívicos y ahora, como papá Estado saber que no vamos a responder de forma cívica, como castigo tenemos el confinamiento más estricto. Y lo que me resulta más sorprendente, y digno de estudio, es que donde antes romper las normas hacían hasta gracia, ahora resulta que tenemos hasta “policías secretas” que vigilan a sus vecinos por si alguno sale a correr, pasea más tiempo del debido con su perro…
Pues sí, Aitor, supongo que estamos ante un hecho cultural que condiciona la respuesta que como sociedad en general o como Administraciones Públicas en particular se pueda dar. A veces pienso que esto es un experimento social de dimensiones faraónicas. ¿Quién nos iba a decir que estaríamos recluidos en nuestras casas durante tanto tiempo? ¿Cómo vamos a salir psicológicamente de esta situación anómala? El tiempo nos pondrá en nuestro lugar. Ahora mismo la respuesta desde Occidente hay que reconocer que es muy mejorable. ¿Aprenderemos? Quiero pensar que sí.