La empresa como máquina destructora de la pasión por el trabajo

by Julen

He estado releyendo una serie de tres artículos que John Hagel publicó allá por 2014: What is to be done? Part 1, part 2, part 3. En ellos proponía antídotos para no caer en el «lado oscuro de la tecnología». Tienen que ver con la forma en que aprovechar el potencial que atesora lo digital. Es importante una aproximación crítica porque ese lado oscuro puede conducir también a la pérdida de ciertas competencias. Cada vez tenemos más oportunidades de delegar en la tecnología competencias que antes asumíamos como propias, como inherentes a la persona que somos. El caso es que John Hagel coloca en primer lugar la pasión como antídoto para no caer en ese lado oscuro de la tecnología.

Hagel habla de la pasión de quien explora porque nos inyecta la curiosidad por buscar nuevas maneras de hacer y de pensar. Si entendemos nuestro trabajo con pasión no importa tanto su contenido. Al final somos cada una de nosotras,  como personas, quienes dotamos de sentido al trabajo. Es fácil caer en la tentación de reconocer que hay empleos más retadores que otros en cuanto a las competencias que poner en juego, pero al final es la interpretación de cada cual la que confiere sentido. Investigar, operar a corazón abierto, atender a una persona mayor, limpiar a conciencia o dar clase en la universidad. Sí, es fácil distinguir los grandes trabajos de la simple mano de obra directa. Pero la pasión eleva a otro nivel nuestra actividad profesional.

Sin embargo, John Hagel, en el segundo de sus artículos, pone sobre la mesa un freno:

If we’re fortunate enough to connect with our passion and find a way to pursue it professionally, our institutions will work tirelessly to put out the flame of passion and squeeze us back into the programmed roles that the institutions designed for us. We’ll find the passion slowly but inexorably squeezed out of us or we’ll find ourselves marginalized, forced to flee institutions (and the sad truth is we can never truly be free from the institutions that shape the society around us) or hiding on the edges of institutions that treat us with suspicion and disdain.

Sí, aparece la empresa, la organización (sea pública o privada, grande o pequeña), como máquina destructora de pasión. Yo antes lo solía llamar la «empresa tapón«, esa que que en vez de estimular y crear contextos para que demos lo mejor, se dedica a impedir que despleguemos nuestras capacidades. ¿Por qué? Hay muchos factores: perfiles de puestos de trabajo que nos limitan, actividades de control, procesos automatizados que son los que guían el trabajo, estructuras organizativas obsoletas, perversos sistemas de evaluación de rendimiento… Sí, creo que podría seguir listando las armas de destrucción de la pasión en el trabajo. El arsenal es variado y crece día a día.

Escribía no hace mucho que las personas somos cada vez más irrelevantes en las organizaciones exponenciales que nos colocan como referentes. Los GAFAM de turno tienen claro que no son propuestas intensivas en empleo. La inteligencia artificial lo hace mucho mejor que nosotras en muchos ámbitos y de momento parece que no se pone enferma ni exige compensaciones emocionales. Los gemelos digitales nos miran de tú a tú, sonríen y se ponen manos a la obra. No tienen días malos ni duermen mal. Están ahí para recordarnos que el futuro pasa por ellos. Y el presente, me temo.

Frente a unas organizacones que servían de referentes ahora el mensaje es: búscate la vida. La gig economy ofrece despojos fragmentados, actividades por horas en función de lo que dicen los algoritmos. El jefe de toda la vida ha perdido su puesto de trabajo y ahora es un algoritmo quien dice lo que hay que hacer. Ha aprendido a ser implacable. Sabe lo que hay que hacer porque tiene todos los datos posibles para ello. Mientras, los humanos, con la lengua fuera, a duras penas son capaces de seguirle el ritmo.

Así que la pasión –eso que nos define– puede que ya no sea lo que aplicamos al trabajo. La pasión, nuestra pasión, la desplegamos en otros ámbitos de actividad. Al trabajo lo que es del trabajo (una actividad transaccional) mientras que aquello que le da sentido a mi vida cada vez tiene que ver menos con el trabajo. ¿Por qué el trabajo debía llevarse lo mejor de mí? ¿Acaso no ensuciamos nuestra pasión cuando la rellenamos de actividad profesional? ¿De verdad quiero que me pagues (dinero) a cambio de mi pasión?

Imagen de Free-Photos en Pixabay.

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