Cuidado con lo que criticas

by Julen

Escuadrón Móvil Antidisturbios - ESMAD - Policía Nacional de ColombiaAyer tuve una conversación interesante con Jon Sáez y Aitor Bediaga en la cafetería de la uni. ¿Sobre qué? Sobre las críticas. Que si cuidado con lo que dices, cómo lo dices y dónde lo dices. Y no sólo eso, sino quién eres para poder hacer la crítica, porque no es lo mismo que formes parte de la ciudadanía rasa o que seas jerifalte. Y todo lo anterior, relacionado con lo que escribes o no escribes cuando tienes un blog. Por cierto, que por la tarde, en otra cafetería (en esta ocasión la de la Alhóndiga) el tema continuó, pero esta vez hablando con Pernan Goñi.

Jon decía que no son lo mismo mis estupendos 46 años y sus veintitantos. Hay que andarse con cuidado cuando campeas por años mozos porque eres más vulnerable. Más o menos, creo que era el argumento que manejaba. Además, meterte en el ojo del huracán para que el control social despliegue su artillería pesada puede ser asunto que te traiga más problemas que otra cosa. Las cooperativas son curiosos lugares de intenso control social.

Conclusión inicial: cuidado con lo que dices, dónde lo dices y cómo lo dices. No te pases de lista/o, que tienes muchos ojos puestos en lo que dices y haces. Triste, ¿no? Pero puede que sea la cruda realidad. O la realidad a secas. No pasa nada.

Eso sí, no estamos acostumbrados a ejercer la crítica en abierto como forma de superación de problemas. Porque, claro, las alabanzas pueden fluir en público pero los problemas los resolvemos en casa. Nada de airear que te han pillado copiando en el examen; eso queda dentro de las vergüenzas de cada cual. Puede que todo el mundo lo acabe sabiendo, pero no seré yo quien diga que me han pillado copiando. Ya, pero eso era antes. Hoy estamos sujetos a una sobreexposición –facturable, por cierto– como nunca antes y el efecto Streisand ahí está, para rematarte cuando optas por el secreto sumarísimo.

Yo reivindico la crítica abierta. Me gusta que me la hagan; no me siento incómodo cuando me ponen a caldo. Lo digo como lo pienso (disclaimer: seguramente no soy imparcial conmigo mismo). Eso sí, estoy seguro de que me revelaré, trataré de buscar contraargumentos, perooooo… puede que no lleve razón. Porque es evidente que me tengo que equivocar, una y otra vez. Otras cosas haré bien, pero dad por seguro que la voy a cagar en algunos proyectos, aunque espero que no sean muchos.

A veces tengo la sensación de que si criticas algo o a alguien y no lo has comunicado antes a la parte afectada en privado, estás realizando una afrenta. Eso sí, es curioso que si se tratara de un elogio no haya mayor problema. Alabanzas las que quieras. En cambio, las críticas me las dices a la cara y en privado. Pues vale.

Termino con lo que creo que pudo ser la conclusión de la charla de ayer. Las críticas dependen mucho del tono en que las hagas y de que desde el principio aparezcan remitidas a un objetivo final de mejora. Deberían encerrar siempre que se pueda la alternativa de solución que proponermos. Puede servirnos esa frase lapidaria de «propuestas y no protestas», pero no por ello hay que abandonar el sentido crítico permanente. Si somos neutros nos la meten doblada un buen número de veces. Sin caer en la neurosis, pero necesitamos más que nunca actitud alerta y preguntarnos los porqués de las cosas. Y de vez en cuanto practicar cierta incorrección política, ¿no?

Moraleja de todo esto: tengo que ir más veces al bar de la uni. Miguel, por lo menos, me lo agradecerá 😉

Algunos otros artículos que este humano ha escrito sobre la crítica en este blog (hay una buena colección de auténtico cascarrabias):

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5 comentarios

Iván 13/01/2011 - 10:57

Gran post Julen, comparto lo que dice Jon, de joven queramos o no muchas veces hay que callarse muchas cosas y mirar para otro lado, es ley de vida.

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Aitor Bediaga 13/01/2011 - 12:40

Además depende mucho quien sea el objetivo de tus críticas. No es lo mismo criticar a la mano que te da de comer directamente, a la mano que te da de comer indirectamente, a un tercero cercano con posibilidades de relación o verter tus críticas al presidente del gobierno, la ley Sinde, etc.

Estoy convencido que lo importante es tener claro que el objetivo de una crítica tiene que ser criticar para construir y debe hacerse en un tono adecuado (aunque eso es difícil de calibrar porque es subjetivo). Aunque sinceramente no veo mal criticar a la mano que te da de comer (directa o indirectamente) si es para mejorar. Alguno pensará que para criticar o comunicar las mejoras se use únicamente los canales internos…

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Jon Saez 13/01/2011 - 22:52

Gabon Julen
Creo que describes bien lo que con mi escasa capacidad de expresión quería comentar ayer.
Es clave el motivo por el cual hacemos la crítica… No es lo mismo querer mejorar algo, o destruirlo (como comentaba Aitor). Me atrevería a decir que es ley de la naturaleza que las críticas le sienten mal a una persona, por ello la necesidad de en algunos casos tener que hacerlas cuando se cierra el telón y no nos ve nadie. Y en «los negocios» también es algo así ¿no?: «no me jodas la imagen que tienen los clientes de mí, que soy yo el que te da comer» (o te podría dar, como es mi caso actual. Por eso te comentaba lo de la edad…). Incluso el criticar a nuestra organización puede ser echar piedras contra nuestro tejado.
Aunque en otros casos, cuando un error es evidente, si lo reconoces, primero te liberas de tener toda esa mierda ahí dentro; y segundo, será asimilado con más naturalidad.
¿Quizás ese es el problema no? la tolerancia a la crítica, el fracaso… nada nuevo, vamos.
P.D: lo que no nos lleva a ningún lado es cuando las críticas están llenas de rencor, envidia, venganza… etc. etc.

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Julen 14/01/2011 - 22:58

@Jon, pues sí, hay veces que es mejor sacar la mierda porque se te quede dentro… bonita reflexión, compañero 😉

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¡Cuidado con lo que dices, que tienes un blog! | Josu Orbe 17/01/2011 - 07:25

[…] leía el otro día a Julen una entrada en su blog referida a cómo tratamos la crítica. Todo venía a cuenta de una conversación informal en la que […]

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