En mi lista de títulos clásicos pendientes de leer en el género negro uno que ocupaba un lugar destacado es Adiós, muñeca, de Raymond Chandler. Publicado originalmente en 1940 bajo el título Farewell, My Lovely, fue la segunda novela que Chandler dedicó a su detective legendario, Phillip Marlowe. Tal ha sido su influencia que se llevó hasta tres veces al cine, ahí es nada. Bueno, pues por fin la he leído. A ver si me animo más con los clásicos.
El ingenio cáustico de los diálogos hoy casi se convierte en una propia parodia del original, pero no hay duda de que la trama y la forma en que avanza son una delicia. Chandler publicó su primera novela a los 51 años (Julen, aún estás a tiempo jeje). Fue su estreno con Phillip Marlowe, en 1939: El sueño eterno. Yo me he puesto, como decía, con la segunda. Y, claro, no puedo dejar de pensar que estoy en 1940, no en 2023. Y allí Phillip Marlowe va construyendo su personaje a base de sentencias.
Era una linda cara, una cara que a uno podía gustarle; bonita, pero no tan bonita como para necesitar usar la artillería cada vez que se la sacaba a cenar.
Sirvió una generosa porción de escocés de buen color en mi vaso y lo roció con un poco de soda. Es la clase de bebida que uno piensa que puede seguir bebiendo indefinidamente, y lo único que consigue es perder la calma.
Todos los personajes de la novela navegan entre claroscuros: policías, delincuentes, ricos y menos ricos, mujeres y hombres o incluso ancianas. Cada cual arrastra su dosis justo de miseria. El malo tampoco lo es tanto. La mala acepta, al final, su condición. Mientras Marlowe va dando pasos para entender qué es lo que está sucediendo. Para ello se mueve en una delicada línea que le acerca y le aleja de la legalidad.
Insisto, leída en 2023 casi pudiera parecer que estás frente a una parodia del original. Pero, una vez que asumes la distancia en el tiempo, enseguida van fluyendo las escenas. Todas, claro está, en blanco y negro, porque así es como alguien de mi generación interioriza aquel mundo. Novelas y películas, todo ausente de color. Sombrero de fieltro, whiskey con hielo y mujeres alrededor para caer rendidas ante el detective de los detectives. ¿Acaso puedes esperar otra cosa? Cada época, sus estereotipos. En el género negro, por supuesto.