Ella entró por la ventana del baño, de Élder Mendoza #NovelaNegra 44

by Julen

A las dos reseñas anteriores añadimos esta de la última de las novelas del Zurdo Mendieta. En realidad, desde que comencé con la primera, he terminado por leer las seis que componen la serie. Ya veis hasta qué punto me ha atrapado el universo del que ha dotado Élder Mendoza a este policía mexicano. Le hemos acompañado en sus pesquisas, en su psicología atormentada (a fin de cuentas, no deja de ser un personaje de esos que podríamos denominar clásico), en la música que escucha y en su permanente amistad con el whisky.

No sé hasta dónde este tipo de personajes se convierten en esclavos para sus autores. Cuando lees, como ha sido mi caso, las novelas en un período relativamente corto de tiempo, a veces tienes la sensación de que demasiados elementos se repiten. Parece lógico, porque el personaje sigue construyéndose, pero todo empieza a ser demasiado previsible. Me ha pasado con el final de esta última novela. Ya sabía quién había entrado por el baño demasiado pronto. Quizá al propio autor ni siquiera le interese tanto ese giro final, enfrascado como anda en la despiadada lucha de narcos, policías y militares (todos forman parte del mismo bando) que se nos va mostrando en cada una de las entregas.

La novela gira en torno a dos investigaciones que terminarán confluyendo. Del lado del equipo que acompaña al Zurdo Mendieta esta novela proporciona más minutos de gloria a Hortigosa, el Gori, un torturador policial que forma parte de la familia. Él encontró su sitio, según nos cuenta, en ese rol para el que no todo el mundo vale. Así que el Gori y el Zurdo Mendieta se ponen a investigar siempre con la protección de la capiza Samantha Valdés, una especie de personaje omnipresente que se nos presenta a la vez en su lado humano y en ese otro que la sumerge en un pozo oscuro.

En fin, ha llegado la hora de descansar del particular registro del idioma que Mendoza ha elegido para sus novelas. Este ha sido, desde luego, un buen aliciente para no abandonar la lectura. Es curioso cómo, casi sin quererlo, terminas por estar pronunciando el texto que lees con ese acento mexicano tan característico que todos conocemos.

Órale, ¿y eso?

Conoce muy bien a Salcido.

¿Quieres decir que el cártel del Pacífico le va a atorar?

Todo indica que es lo más seguro. De momento, lo único que me pidieron que les comunicara fue eso: tenemos visita grande.

Ándese paseando.

A mí díganme a quién bajo y ya está; con eso me conformo.

La señora cree que puede ayudarnos en esta bronca.

¿Ustedes saben algo de Sebastián Salcido, alias el Siciliano?

Nada, salvo que es un hijo de su puta madre.

 

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.