Sucedió lo impensable

by Julen

Ya sé que estamos viviendo momentos especiales. Uso esta palabra porque se me hace cuesta arriba encontrar alguna que de forma concreta sea capaz de explicar lo que siento. Ayer escribía sobre la incertidumbre y estuve tentado de añadir un detalle que, al final, se quedó entre las teclas, seguramente por pudor. Luego por la tarde, conversando con un amigo, fui capaz de verbalizarlo. Hay circunstancias que se imponen y contra las que nada podemos hacer y uno no sabe muy bien si lo mejor es sepultarlas bajo alguna que otra tonelada de hormigón. O no.

Cuando comienzas un proyecto de consultoría asumimos que el plan puede desviarse respecto a lo previsto. No pasa nada. Son ya muchas muescas en la mochila como para no asumirlo. Lo que nunca se me había pasado por la cabeza es que alguien muriera en pleno proyecto. Cuando me lo dijeron creo que, sin más, se produjo un efecto anestesia que abotargó mi sensibilidad y que provocó que pasara página y continuara. ¿Cómo, si no, puede uno continuar? Habían sido cuatro reuniones. Habíamos encontrado algunos puntos comunes en el camino. Esto incluía, casualidades de la vida, amistades compartidas.

Me llegó un correo electrónico: ha muerto. Los tratamientos no surtían efecto alguno y la enfermedad debía ser, según parece, extraordinariamente agresiva. El entusiasmo que yo había visto al principio se había quedado reducido a la nada. Nunca tuve la más ligera impresión de que por el medio se fuera cruzar semejante golpe del destino. Y más en un plazo de tiempo que escapaba a mi comprensión. No habían pasado ni dos meses y el correo estaba ahí en la bandeja de entrada: siento comunicarte que ha muerto.

Han pasado nueve días desde que lo supe. Abro de nuevo el correo y sigue ahí. Miro un poco más hacia atrás y encuentro mi último mensaje. Una comunicación fluida, con una cierta química de por medio, simplemente para decir que no había problema, que cuando pasara todo, ya nos organizaríamos para ver cómo retomábamos el proyecto. Sigue ahí, testigo de que sí, de que sucedió lo impensable.

Imagen de Andreas Lischka en Pixabay.

Artículos relacionados

4 comentarios

amalio rey 17/07/2020 - 15:07

Puff, Julen, esto que comentas me ha venido varias veces a la cabeza en los ultimos tiempos. Ayer mismo leía una noticia de una astrofísica granadina, de 31 años, que falleció en unos días, en la isla de la Palma, de una enfermedad fulminante. En dos días cambió todo. Estamos rodeados de situaciones como esas, que se amplifican como es en este caso, que te ha picado tan cerca. En fin, la p… incertidumbre, que a veces es terriblemente injusta. Solo queda disfrutar mucho lo bueno que nos pasa. Lo que contabas el otro día del proyecto que te dio muchas alegrías. También de nuestros amigos y la familia. Eso es lo que tenemos, mientras dure….

Responder
Venan Llona 17/07/2020 - 16:47

Los tiros no sólo suenan cerca, silban a tu lado y alguno de ellos te impactan, algunos hemos tenido la suerte de ser heridos e intentar recuperar y ganar la batalla, otros no lo han conseguido. Llevaremos las cicatrices con orgullo como recuerdo de que pudimos sobrevivir. Seguiremos rodando suave, suave, siguiendo tu rodadura amigo Julen.

Responder
Alberto Merino 18/07/2020 - 22:29

Desgraciadamente me paso lo mismo en Tekniker hace bastantes años Julen, el cuerpo se te queda muy mal. Una persona con la que has establecido un vinculo muere, y el proyecto empresarisl debe continuar,… Pero no es lo mismo

Responder
Jaime 20/07/2020 - 00:51

La muerte. En un segundo todo cambia y esa “nueva realidad” tan usada ahora, se hace mas densa y cruel. Es una “nueva realidad” que araña. Mi hermano se fue el año pasado por decisión propia. 33 años. Ese sentimiento que arranca ese email lo conozco y es el compañero de la muerte. Es raro, hondo y oscuro. Un abrazo.

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.