17 años trabajando desde casa y no tengo claro qué consejos dar

by Julen

En junio de 2003 finalicé mi etapa en Maier S.Coop. y decidí, con sus dosis de incertidumbre, comenzar a trabajar por mi cuenta. Fue entonces cuando nació el proyecto que mantengo desde entonces: Consultoría Artesana en Red. Una de las primeras decisiones tenía que ver con el lugar físico de trabajo: ¿alquilar un hueco en alguna oficina?, ¿buscar un espacio que me permitiera interactuar diariamente con otras personas? Como decía, no sin dudas, decidí trabajar desde casa cuando no fuera necesario verse cara a cara en un proyecto. Claro que la decisión era mía. Yo había dado el paso de dejar la cooperativa y comenzar nueva etapa.

Sabía qué era la consultoría porque desde el año 1991 hasta 1997 ya había trabajado en el sector, en concreto en LKS. Allí había comenzado llevando a cabo procesos de selección de personal a los que siguieron otros de organización, comunicación interna y estrategia. Conocí una consultoría muy estructurada: cada proyecto implicaba abrir un código e imputar horas a medida que las actividades en torno a él progresaban. Allí conocí proyectos mejores y peores, clientes agradables y otros con los que establecías menos conexión; aquella diversidad, sin embargo, pasaba por un sistema administrativo de gestión de proyectos que los homogeneizaba. Cada semana había que rellenar un parte en el que distribuías tus 40 horas.

Cuando comencé a trabajar desde mi casa en 2003 y a desarrollar proyectos de consultoría una de mis grandes dudas era si mi disciplina sería suficiente para generar buenos hábitos. No había nadie que impusiera horarios ni que persiguiera lo que hacía o dejaba de hacer. Claro que quienes trabajamos en consultoría tenemos la inmensa suerte de que el trabajo se trocea en proyectos y de esta forma se genera una estructura natural en nuestras actividades profesionales. Un proyecto pasa por una fase de oferta en la que hay que acertar con enfoque y precio (luego vendrán muchos de la mano simplemente de la confianza) y a la que sigue un desarrollo en fases más o menos definidas. Sí, el proyecto guía nuestra actividad.

Trabajar desde casa suponía gestionar horarios de una forma diferente. Si mi pareja trabajaba con un horario fijo determinado, mi caso era otro. Al principio pensé llevar un control similar al que conocí en LKS. Necesitaba estructura, saber que trabajaba mis 40 horas. Pero enseguida me di cuenta de aquello no iba conmigo. Y comencé a no llevar registro de horas. Sí, más o menos siempre lo sabes. Pero desde 2003 no registro horas. Si me las piden en un proyecto las digo, pero no llevo un recuento de las que luego me ha supuesto realmente el trabajo.

En la universidad me pasa lo mismo. Sí, pacto horas por una serie de trabajos que están estandarizados. Y eso fue también algo que pasó en 2003. En septiembre de aquel año llegué a un acuerdo con Enpresagintza, la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea (en aquel entonces, ETEO). La universidad planifica horas: tutorizar un proyecto fin de máster, participar en un tribunal, preparar e impartir unas clases o mentorizar proyectos son actividades que tienen su correlación en horas. Y de ahí viene un presupuesto. Pero, lo siento, si me preguntan, no llevo registro específico de horas. Sé, más o menos, las que puedo meter. Pero intento flexibilizar al máximo. Quiero pensar que las estimaciones que han realizado son correctas. Juego con las reglas que me dan y procuro no volverme loco pensando de forma rígida.

Trabajar en casa es gestionar tu tiempo. Ya sé que José Miguel Bolívar y sus compañeras y compañeros de productividad GTD me suspenderían, pero quiero que entendáis lo que pretendo decir. El tiempo es la variable fundamental que condiciona una buena o mala experiencia de teletrabajo. Si no hay nadie «encima» –claro que el cliente siempre debería ser nuestra referencia–, hay que tener cuidado con no dejarse llevar por los acontecimientos. Teletrabajar supone tomar la delantera y proponerte una gestión activa de tus horas.

No creo que el teletrabajo en actividades rutinarias sea la mejor forma de concebir el progreso hacia una mejor experiencia profesional. Yo nunca he tenido a nadie controlándome, pero tengo la impresión de que el teletrabajo del que se habla en 2020 es un trabajo que, sobre todo, será capaz de perseguirte 24/24, 365/365. Mi modelo, ya lo sé, no sirve. Yo decidí trabajar desde casa porque creía que era lo que mejor iba con mi forma de ser y por el tipo de trabajo de consultoría que iba a desempeñar. Fui un privilegiado y lo sigo siendo. Estoy aquí en casa y veo que tengo medios y espacio, ya no tengo cargas familiares con criaturas que corretean y demandan atención (sí, ahora son los mayores los que han ocupado ese espacio, pero no es lo mismo).

Desde siempre me he sentido a gusto con la tecnología y la ha considerado una aliada para poder sacar el trabajo en contacto con mis colegas de profesión y con los propios clientes. Siempre he sabido que me ayudaba a establecer los vínculos adecuados. Me ha gustado que los proyectos tuvieran su trazabilidad y transparentar todo lo que podía para que fuera evidente qué estaba haciendo y cómo. Mi campo de juego me daba libertad. Los proyectos, fueran en la universidad o en la consultoría, me exigían también contacto físico presencial. Era y es evidente. Aunque en las circusntancias actuales, dicho sea de paso, gran parte de esa presencialidad pueda ser reemplazada por la tecnología actual sin mayor problema.

Los teletrabajos forzados me ponen en guardia. Llegarán las necesarias regulaciones normativas pero no me queda claro que expandir el teletrabajo por norma suponga un avance en mejores condiciones laborales (me temo lo peor). Teletrabajar supone analizar cada caso particular. Si entramos en el hogar no queda otra que tomar responsabilidades que habíamos delegado en los jefes y en el sistema de trabajo de planificación y control. El teletrabajo supone un considerable desplazamiento del eje de referencia: deberías ser tú quien llevara las riendas. Pero me temo que esto no va a suceder. El teletrabajo va a entrar como elefante en cacharrería, analizado en tanto reduce o no costes, en tanto facilita o no el control.

Tras 17 años de teletrabajo mi conclusión, insisto, es que hay que ir caso por caso. Mi experiencia puede servir a alquien que tenga entre manos un trabajo parecido. Pero luego habrá que añadir la otra parte de la ecuación: mis particulares circunstancias personales y familiares. Y no será fácil encontrar que mis supuestas buenas prácticas (si es que lo son) puedan servirte. Hace mucho tiempo que permití que trabajo y no trabajo compartieran espacio en mi vida. No tengo problema por atender una llamada de trabajo mientras estoy pedaleando en alguna de mis rutas de larga distancia. Sí, me han entrado proyectos en alguna de esas rutas. Pero esa flexibilidad es la que me dice que mi tiempo de trabajo puede perfectamente pasar a segundo plano si hay otro quehacer personal que llevar a cabo.

Son casi las seis de la mañana y termino de escribir este post. Hoy el día viene con la mañana limpia de compromisos. No sé si daré una vuelta con la bici. Tengo varios proyectos abiertos y hay trabajo pendiente. Tengo que decidir. A ver qué tal viene este nuevo día de teletrabajo. Otro más. Desde hace 17 años así. Rutinas que no lo son, pero que ayudan. Las paradojas del trabajo actual, que a menos no van. Os dejo.

Si quieres, puedes leer más artículos sobre teletrabajo en este blog.

Imagen de Ria Sopala en Pixabay.

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5 comentarios

Alberto 29/06/2020 - 09:15

Entonces era 2003 cuando subiendo aquella cuesta por la fabrica de Orbaizeta, comentabas tu reciente decisión y las dudas de cómo abordar la nueva etapa… Parece que el tiempo no pasa… Ah, y me acuerdo de la cuesta y del momento, aunque no te lo creas jaja.

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Julen 30/06/2020 - 05:37

Hostia, pues no tengo yo ese recuerdo… Qué cosas.

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Raúl Hernández González 29/06/2020 - 09:25

Creo que en esto, como en tantas otras cosas, no hay «recetas». Cada uno plantea su método y lo va refinando a lo largo del tiempo según lo que le funciona. Y ese método depende de uno mismo, de sus circunstancias, preferencias, contexto…

Lo interesante es poner consciencia y, a partir de ahí, diseñarse uno aquello que le sirve.

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Julen 30/06/2020 - 05:38

Sí, aquí la cuestión es tomar las riendas e ir tomando decisiones según entorno laboral/personal. Eso sí, como no te pongas asertivo, me parece que acabas en riesgo de que el trabajo se coma una parte excesiva de tu vida.

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El futuro del (tele)trabajo seguirá siendo ¡responsabilidad social! – Consultoría artesana en red 13/07/2020 - 05:30

[…] mis 55 años, tras casi 20 trabajando como consultor artesano en red, creo que conviene mirar al futuro del (tele)trabajo y preguntarse cuál es su verdadero sentido. […]

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