A veces olvidamos que cada cual, con su contribución, suma. La Fundación Ellacuría suma. Lo hace con su trabajo en contacto con quienes desde otros lugares decidieron que su futuro pasaba por llegar hasta aquí. Un tránsito que ahora más que nunca se vuelve peligroso. Por las circunstancias del viaje y. quizá lo que es peor, por las actitudes de quienes miran al diferente como ese que me puede quitar lo que es mío. Se han puesto de moda las vallas y los muros. Triste progreso. Sean realidad o deseo, hacen daño. ¿Tanto cuesta un poco de empatía con quienes lo han visto tan mal como dejar atrás casi todo?
Así que, sin más, ya que en su momento he tenido ocasión de conocer más de cerca el trabajo que hacen, dejo aquí un pequeño reconocimiento a esta gente que se empeña en hacer más amable este mundo en que vivimos.