Ayer por la tarde dejé pasar un rato entre libros ojeando sin mayor intención algunas de las novedades que se abrían paso entre la marabunta. Recorrí las secciones de filosofía, sociología, psicología y empresa. Vamos, mis habituales. Vaya inflación en forma de libros para gestionar nuestras vidas. Aunque la tendencia viene de muy atrás, la avalancha ahora mismo es insultante.
Tenemos que pensar todo y elegir desde nuestro yo racional. Parecería que lo que en sociología se llama la «teoría de la elección racional» hubiese conquistado una tras otra todas las estanterías. Debemos calibrar qué queremos conseguir con cualquier acto de nuestra existencia. Nada de «dejarnos llevar» porque -se nos dice- eso nos conducirá directamente al peor de los infiernos.
Conste que no critico el fondo sino que se aplique de manera tan salvaje a todos los órdenes de nuestras vidas. Yo mismo me reconozco en ese discurso cuando trabajo con muchas empresas. Intento que reflexionen sobre el para qué de lo que emprenden a fin de pensar luego en recursos y tácticas para alcanzar eso que parece un factor de motivación. Pero me asfixia tanta literatura que se empeña en que ampliemos ese modus operandi al resto de nuestra existencia.
Es el mismo caso de un blog personal. Alguien te preguntará: ¿qué quieres conseguir con él? Y de ahí se derivarán acciones racionales. Usa estas palabras, titula de esta forma, inserta estas imágenes, comenta en estos sitios, mantén esta frecuencia de posteo, usa estas etiquetas… La lista se hace interminable. ¿Te gusta escribir? Bueno, a lo mejor debería ser la primera pregunta. Lo que viene después es un sitio web con el que disfrutes de eso que tanto te gusta. Y si no te gusta, olvídalo.
Tenemos que gestionar nuestras vidas cual si fuéramos empresas. Hay que manejar unos presupuestos, definir una misión, una visión, unos valores. Hay que trazar objetivos ambiciosos pero alcanzables. Tu vida necesita un norte. Déjate de tonterías y no pierdas ni un minuto. Empieza ya. Frases huecas que llenan las portadas de los libros, reposen estos en la sección de autoayuda o en la de empresa. La propuesta converge. Gestión, gestión, gestión. ¡Ar!
O sea que tendremos que reivindicar la ineficiencia y la pereza. Total, seremos una gota en un océano de racionalidad que nos gana por inmensa goleada. No le haremos ningún daño a la humanidad. Deja que pase el tiempo para disfrutarlo. Cuantas más cosas quieras meter en él mayor será la sensación de que no tienes tiempo para nada.
Y termino con un dulce sucedido. En la sección de Sociología, Saskia Sassen y Richard Sennett van seguidos porque el alfabeto los une. Como en la vida real, como en la vida real 🙂
http://t.co/vvWlLZcVm5 Saskia Sassen y Richard Sennett, unidos en la balda de la librería… y en la vida 🙂
— Julen Iturbe-Ormaetx (@juleniturbe) febrero 20, 2014
La imagen es de John C en Flickr.
4 comentarios
Hola Julen, gracias por este buen post, me gusta y comparto la idea. Añadiría, si me lo permites, y sólo por complementar, dos cuestiones que aún sin expresarlas abiertamente, para mí van implícitas en el mensaje.
Dejemos aparte normas, orden, gestión…control, y juguemos con la incertidumbre de la vida, no podemos controlarlo todo, la vida es cambiante y dinámica, a qué planificar, planificar y más de lo mismo. Aquí se esconde la capacidad de abrir espacio a la sorpresa, una bonita emoción. Las cositas de la vida no se pueden prevenir, dice una canción de Helena.
Como la incertidumbre de entrar en una librería y perderte entre estantes y libros con dotes de observación (para abrirse a la sorpresa) hacer descubrimientos y conexiones que no esperabas. Serendipia.
Hablas de la teoría de la elección racional, cuánta emoción hay detrás de ella, cómo sino elegimos una opción y no otra. ….
y una sorpresa por observar, en la foto de los libros además de ese gran mundo Sassen-Sennett, a la izquierda aparece Jordi Pigen con la Nueva realidad, un libro que me interesa y que tenía pensado comprar, cuestiones de la vida misma
un abrazo
Me alegro, Javier, que la casualidad te lleve a Jordi Pagen 🙂
Mientras pensamos en el futuro, se nos va escapando el presente
Pues a veces tanto pensar no es nada bueno, no cabe duda. Nos pueden los miedos porque se está mejor en el supuesto control de lo conocido que en viaje a otros mundos.