Escucho inglés a mi izquierda e italiano a mi derecha. Agroturismo de la Gipuzkoa profunda un martes cualquiera del siglo XXI. Empresas que mueven el mundo, empresas que globalizan un caserío perdido en un valle antes oculto al progreso.
Aquí también ha llegado la reconversión. Vacas que han cedido su espacio vital a trabajadores del mundo. Unos aprendiendo inglés: hombres que aprenden y mujeres que enseñan, el modelo se repite. Otros en animada conversación post laboro. De vez en cuando engatusan a la patrona con un «muy rico». Ríen, suben el tono y discuten de lo único que existe además del sexo: fútbol es fútbol. Hombres son hombres. Qué simple y qué predecible.
Oñati, ULMAs repartidos por su territorio. Cooperativas que han colonizado antiguos pastizales, fábricas que miran con orgullo al pasado y con cierto respeto, que no temor, al futuro. Aquí estamos.
Resulta extraña esta mezcla de inglés entrecortado e italiano fluido. Sobre todo cuando entre ellos se inmiscuye un euskera cerrado de caserío. Un martes cualquiera en un valle perdido de la Gipuzkoa profunda. Estampa irreal en el comedor.
En fin, ya hemos cenado. Me duele la cabeza y tengo los ojos irritados. Me voy a ir pronto a la cama. Felices sueños.
3 comentarios
Recuerdo una compañera de trabajo hace unos pocos años. Había estado en USA una temporada. Cuando se animaba lanzaba frases en tres idiomas: euskera, castellano e ingles. El mundo esta cambiando …
¡Ondo lo egin, my friend!
Recuerdo un almuerzo de empresa, de 6 personas, entre clientes (francés, alemana e italiana) y nosotros, peninsulares, todos trilingües.
El almuerzo fue una preciosidad y todos aún lo recordamos como el mejor almuerzo de trabajo. Se hablaron todas las lenguas, incluidas el castellano y el valenciano/catalán.
Los acuerdos, se firmaron en ¡inglés! que no era la lengua de ninguno de nosotros. Toda una experiencia.
¡Salud!