Agua, electricidad y un pueblo del siglo X

by Julen

Strava: https://www.strava.com/activities/9598808051

La Pobla de Segur, desde los montes circundantes, se ve pegada a una central eléctrica y, más abajo, a un pantano, el de Sant Antoni. Ese pantano recibe las aguas de dos ríos, el Noguera Pallaresa y el Flamisell. El agua, abajo, es vida y motor económico. Sin agua, adiós muy buenas.

La central hidroeléctrica de La Pobla de Segur –puedes documentarte a través de la estupenda entrada de la wikipedia en catalán– se puso en funcionamiento en dos fases, en 1920 y 1923. Su construcción fue muy compleja porque la estación de tren más cercana por entonces quedaba en Tárrega, a cien kilómetros de distancia. Desde allí había que transportar todo el material por carretera haciendo uso, según el peso de lo que se necesitaba, de bueyes, camiones o un curioso invento: los trenes Renard.

Esta central se aprovecha de las aguas del rio Flamisell en la presa de Senterada, que queda a 711 metros de altitud (La Pobla está a 526 metros). Un sistema de tuberías carga el agua en Vileres y lo envía hasta los edificios de la central, donde las turbinas , los alternadores y los elementos de regulación y control consiguen que se transforme en electricidad. Por cierto, habrá que venir en otoño… viendo la foto, ¿no?

By Contraix – Treball propi, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=84077923

Comento esto del agua y la electricidad porque nuestro paseo mañanero a pie tenía que ver, en su comienzo, con los ingenios hidroeléctricos. Como quiera que al despertar me levanto con la zona lumbar muy sensible y andar me sienta bien, hoy hemos decidido caminar de nuevo y no tocar la bici. He estado mirando alternativas en Wikiloc y me he decidido por una caminata suavecita. Vamos con ella.

La ruta descendía inicialmente hasta el río Noguera Pallaresa. El camino flirteaba entre las huertas y alcanzaba por fin el río, con el que jugaba llevándonos por sus dos márgenes. Primero lo cruzábamos por un puente humilde y luego ya por el Pont de Claverol (a no confundir con el pueblo de Claverol). Pues bien, al cruzar este segundo puente, nos hemos topado con una minicentral hidroeléctrica, justo al lado de la ermita de la Virgen del Socorro y del Museu dels Raiers (luego hablaremos de los raiers).

En este entorno se ubica la central hidroléctrica de Sossís, un pueblo por que luego pasaremos, que se aprovecha de las aguas del Noguera Pallaresa. Siguiendo con la referencia de la wikipedia en catalán:

La Central Hidráulica de Sossís, de Ibérica de Energías, es una minicentral hidroeléctrica que se ubica en el pueblo de Pont de Claverol. Está a la izquierda del río Noguera Pallaresa, al norte de Pont de Claverol y al final del recorrido del Canal de Sossís, cuyo agua que mueve sus turbinas.

Cuando el canal llega al término de Conreu, salva 20 m de desnivel para alimentar la central eléctrica.

Tras un pequeño repecho, se accede al canal de Sossís, que permite un agradable paseo a su lado, con mucha zona de sombra, algo de agradecer.

Abandonamos por fin el canal. Pasamos por debajo y comenzamos a subir. Nos dirigimos hacia Sossís. Cruzamos la carretera que da acceso al pueblo y seguimos por el «Camino Viejo». Este tramo en cuesta termina en una pequeña replaceta, con su fuente y una mesa con bancos. A la sombra. Todo un lujo. Como hemos ganado altura, comenzamos a disfrutar de vistas de los alrededores.

Dejamos el pueblo a nuestra izquierda. Nuestro siguiente destino es  Claverol, que actualmente forma parte del municipio de Conca de Dalt. No hay pérdida porque, aunque lejos todavía, lo vemos allá arriba dominando su entorno. Toca seguir subiendo. Hacemos un buen tramo por una pista ancha. La abandonamos por unos metros para atajar y encarar la subida más directa, siempre con la referencia del pueblo en lo alto. Esta mayor pendiente la compensamos con un coqueto sendero sombreado.

Llegamos por fin al pueblo y damos una vuelta por sus callejuelas, que se arremolinan con una estructura de cercado medieval. De hecho, aquí había un castillo, de los siglos X-XI, del que solo queda una torre cilíndrica. La iglesia está dedicada a San Cristóbal y si por algo tiene fama es por quien fuera rector de Claverol allá por el siglo XVI: San José de Calasanz, el fundador de las escuelas pías. Hoy en día existen varios alojamientos de turismo rural, en general con muy buena pinta. Disfrutamos, por supuesto, de una estupenda atalaya para contemplar La Pobla de Segur y sus alrededores. 

Todo lo que queda es bajar de nuevo hasta nuestro punto de partida. Lo hacemos al principio por terreno bastante abierto, entre olivos cultivados en terrazas. Pero poco a poco la pista se convierte en un sendero que serpentea en bajada por el típico túnel sombreado que, a medida que avanza el día, no veáis cómo se agradece.

Llegamos de nuevo hasta el río poco antes de que sus aguas se transformen en el pantano de Sant Antoni. Y volvemos a cruzar el Pont de Claverol. Allí luce una escultura en memoria de los garrocheros (raiers), que, como en otras cuencas fluviales, se encargaban de transportar la madera por el río. Desde 1979 cada primer fin de semana de julio se celebra la Fiesta de los Raiers, en conmemoración del antiguo oficio.

El Oficio de raier se extinguió a principios del siglo XX con la construcción de las presas, que les dificultaban el paso, y con la aparición de los camiones, que ofrecían un transporte más rápido y fácil. La fiesta, declarada Fiesta Tradicional de Interés Nacional desde el año 2002, dura tres días y aglutina conciertos, una cena popular, la espardenyada (cursa de montaña) y la bajada de Raiers el domingo a mediodía. Actualmente bajan cuatro embarcaciones (rais) desde la presa de Sossís hasta el Pont de Claverol, donde les espera la gente. La fiesta se acaba con una comida popular y un baile de fin de fiesta.

Entramos por fin en el pueblo y lo hacemos por una de las calles en las que el pasado fin de semana se ha celebrado otra fiesta, la de la Raval. Por la tarde ofrecen cucañas para los niños y por la noche un tradicional baile.

Finalizamos la ruta en una de las dos terrazas en las que me parece que se apalanca todo el pueblo y los visitantes. Ambas están una junto a la otra. Como quiera que cada bar está a un lado de la carretera, las mesas se distribuyen de esa forma, en dos mitades iguales, para que no haya líos. Comparten ubicación, pero todo bien organizado. Allí pasamos un buen rato con la oreja puesta a las conversaciones de las mesas cercanas. Cosas de pueblo, claro está. Y es de esta manera como me entero que tengo que ir a comer a La Riba. Todo un acierto. Eso sí, por un momento me ha parecido que estaba en el comedor de una residencia cercana de la tercera edad. Da igual. El mel i mató, riquísimo, de veras.

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3 comentarios

Amalio A. Rey 08/08/2023 - 13:43

¡¡Qué interesante todo lo que cuentas, Julen!! Siendo egoísta, creo que tu modo-andando viene bien a tus lectores que no son ciclistas. Te fijas en más detalles y te resulta más fácil documentarlos que si vas en la bici. De todos modos, sigo sin entender cómo eres capaz de acordarte de todo lo que haces en el recorrido: ¿te vas grabando ideas en el móvil mientras te van pasando? Vaya, memoria, tío, ¡¡qué envidia! Espero que te mejores del dolor…

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Julen 08/08/2023 - 19:09

Gracias, Amalio. Lo de acordarme tiene que ver con escribirlo. Yo tengo mucha noción de mis rutas porque las preparo, las «escribo», les dedico tiempo, mucho más del que tiene que ver con andar y pedalear. Es así de simple. A pie, desde luego, todo pasa más despacio jejeje.
Cuídate mucho.

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De Castejón de Sos a La Pobla de Segur – Consultoría artesana en red 15/08/2023 - 06:56

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