12 Ruidera – Riópar #EspañaVaciadaMTB

Ruidera son sus lagunas, ¿no? Por aquí anduve pedaleando allá por diciembre de 2016. Este es uno de los grandes humedales que (aún) quedan en Castilla-La Mancha, junto a las Tablas de Daimiel. A día de hoy están protegidas bajo la forma de un Parque Natural. Como siempre, tiramos de Wikipedia:

Forman el parque natural un conjunto de dieciséis remansos o lagunas fluviales a lo largo del valle del Guadiana Viejo, como continuación del río Pinilla por su afluencia sureste, y por su afluencia noreste a lo largo del Arroyo Alarconcillo; separados y conectados entre sí por barreras de formación tobácea o travertino. La diferencia de altura entre ellos hace que el agua discurra por arroyos, cascadas y saltos, de una a otra laguna. Aunque obra humana, el embalse de Peñarroya se integra también en el parque, por su aportación a la gestión de los recursos hídricos. Estas lagunas fluviales, desde el punto de vista hidrológico-estructural, se clasifican dentro de los hidrohumedales de descarga.

Las lagunas están distribuidas a diferentes alturas, aunque en bici casi ni lo aprecias, ya que la diferencia de desnivel es bastante pequeña. Mi idea inicial había sido alojarnos en alguno de los hotelitos o casas rurales que se reparten entre las lagunas, pero por diversas razones fue imposible. Así que opté al final por repetir la pernoctación en el mismo sitio en que lo hice en 2016 y del que guardaba un buen recuerdo por la amabilidad del trato.

Por la tarde, tras mi viaje Villarrobledo – Albacete – Madrid – Guadalajara – Ruidera, me reuní de nuevo con Alberto, que había llegado a primera hora de la tarde al final de etapa. Nos acercamos a una terraza a los pies de la Laguna del Rey. Repasando críticas a establecimientos de la zona vimos que no es que se distingan por las buenas opiniones de los clientes. No sé, casi todo transmite cierta sensación de dejadez. Es sólo una impresión.

De vuelta al hotel revisé lo que había escrito de mi experiencia allí mismo en diciembre de 2016. En el texto aparecía la mención a un camarero que me atendió y del que dejé escrito que fue «amabilísimo». Pues bien, el mismo de entonces lo sigue siendo hoy. El hotel del que hablo es el Guadiana. Ahí va mi recomendación. Y si, además se come bien.

Desayunamos. Matizo, desayunamos bien. Alberto emprende ruta en bici subiendo por un camino pegado a las lagunas, que le quedan a su izquierda. Yo me quedo un rato más en el bar del hotel haciendo algo de tiempo. El hombre que lo atiende me explica que toda esta zona ha perdido los ingresos que le venían antes a través de la explotación de la caza mayor. Lo mismo el Borbón les hizo en su día un flaco favor.

Miro el mapa para ver cómo voy hasta Riópar con alguna que otra parada en el camino. Subiré por la carretera de las lagunas (yo las iré dejando a mi derecha) y haré algunas fotos para luego acercarme hasta un pequeño museo etnográfico que hay a las afueras de Ossa de Montiel —tururú, cerrado a pesar de que, según los horarios «oficiales», debía de estar abierto—.

De camino al museo fantasma paso por la Quebrada del Toro y también junto a la Cueva de Montesinos (alusión al Quijote, claro). Y es que la explicación literaria de por qué existen las Lagunas de Ruidera bien merece una reseña:

… cuenta Don Quijote, tras revelación del propio Montesinos, que en su interior habitaron más de 500 personas víctimas de un encantamiento del mago Merlín, y aunque no murió nadie «… sólo faltan la dueña Ruidera y sus 7 hijas y 2 sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman las lagunas de Ruidera»

Sigo ruta y antes de entrar en la Sierra de Alcaraz el track atraviesa Viveros. Allí le espero a Alberto. Ya se ha zampado 50 kilómetros de los algo más de 100 que presenta la jornada. Todavía seguimos disfrutando de las llanuras tan típicas de esta parte de La Mancha.

Alcaraz es el pueblo que sí o sí merecía atención en la etapa de hoy. Además, es el punto que sirve de separación entre los amplios horizontes manchegos y la sierra. Su Plaza Mayor, de los siglos XV y XVI, es toda una lección de historia. Allí destacan las dos torres, pegadas la una a la otra, pero de dos edificios diferentes. Son la Torre de la Trinidad (de la iglesia) y la Torre de El Tardón, ambas de estilo gótico renacentista.

Desde Alcaraz «solo» quedan ya algo más de 30 kilómetros para llegar a Riópar. En coche es un pispás, en bici no tanto. Hay que subir el puerto de las Crucetas y luego ya encarar el descenso final. La carretera serpentea en mil curvas. Entretenido para la bici, seguro.

Por mi parte, hago la entrada en el hotel, que parece muy agradable. Bajo a comer algo y me encuentro con bastante gente. Ruidera estaba desierto, pero no es, desde luego, el caso de Riópar. Quizá parte del asunto tenga que ver con las distintas pruebas del Desafío Calar del Río Mundo, que van a tener lugar este viernes, sábado y domingo.

Por fin llega Alberto, con casi 110 kilómetros en sus piernas. No está mal. Comemos algo y discutimos sobre qué es y qué no es una era. Vamos, la típica conversación técnica de dos expertos en la materia a la que se unen un par de señoras que salen a fumar un cigarro. No nos quedan claras las conclusiones del cónclave.

En fin, a ver si nos acercamos al nacimiento del Río Mundo y variamos la perspectiva. Mañana más. Mañana última etapa.

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