Reconociendo sesgos cognitivos en clase (II)

by Julen

Este post es continuación de uno que escribí antes a cuenta de una clase que hicimos para «jugar» a los sesgos cognitivos en en el grado de Business Data Analytics en el campus de As Fabrik, en Bilbao (Mondragon Unibertsitatea). Mis alumnas y alumnos de primero fueron quienes se prestaron amablemente a los experimentos. El objetivo, dentro de las clases de Ética y Datos, es que tomen conciencia sobre los sesgos que pueden estar presentes no ya en los propios datos, sino en quienes están trabajando para diseñar algoritmos. A fin de cuentas, los datos llegan a veces disfrazados de cierta manera. Y estas maneras a veces ocultan una determinada predisposición a entenderlos de una forma. Vamos, que nos conducen a conductas equivocadas.

En el primer post hablamos de cómo, en general, nos cuesta mucho no construir historias proyectando humanidad en lo que no dejan de ser sino figuras geométricas. Usamos para ello el clásico vídeo de Heider y Simmel. La segunda parte del experimento tuvo que ver con el pensamiento supositorio por un lado y, por otro, con la predisposión a utilizar el sistema 1 en vez del sistema 2 (en términos de Kahneman). En este post nos centramos en el pensamiento supositorio, mientras que en un tercero escribiremos en torno a los sesgos cognitivos mediante preguntas que inducen ciertas respuestas.

El caso de los panes de molde (tienes más abajo el texto completo del experimento) es otro clásico para evidenciar cómo las personas suponemos más de lo que deberíamos.Plantea el caso de panes de dos fabricantes diferentes que, con el paso del tiempo, enmohecen de forma distinta. El asunto es que no disponemos de información nutricional del producto. No conocemos su composición. El experimento ofrece una serie de afirmaciones a las que hay que contestar si lo que dicen es cierto o falso.

Pues bien, lo que sucede lo deja bien a las claras: si nos falta información, la completamos. Así de sencillo. No es tan fácil vivir sin conseguir que las cosas tengan sentido global. Por tanto, aunque no me hayas dado esa información, si necesito que encaje dentro de mi modelo mental, no tengo problema en añadirla de mi cosecha. Un sesgo de libro. El ejercicio –por cierto, José Miguel Bolívar tiene unas cuantas reflexiones al respecto– es muy pertinente entre alumnas y alumnos que usan los datos (y solo los datos, se supone) como materia prima de su trabajo.

Cada vez que hago este ejercicio, los resultados son similares. Si bien las diez respuestas a las diez afirmaciones deberían haberse contestado en negativo (son suposiciones), encontramos un buen número de respuestas afirmativas supositorias. En la lista de las afirmaciones que están más abajo puedes ver el porcentaje de pensamiento supositorio que se ha aplicado a cada una de las que se proponen.

Sí hubo en clase quien contestó a todas las propuestas en negativo, pero ya veis que los datos son tremendos. La afirmación número 5 es quizá la que podría salvarse (consultad más abajo), aunque habría que acotar que la mayor propensión al moho de un producto frente al otro tiene que ver, específicamente, con la muestra de que disponemos. No podemos generalizar, ya que solo hemos llevado a cabo un experimento en el que en ciertas condiciones un producto enmohece más que el otro.

Me interesa el ejercicio contextualizado, como digo, en un grado de Business Data Analytics. El poder de los datos crece. Pero ahí seguimos los humanos, ejerciendo de tales. ¿Alguna reflexión en particular?


La comparativa de los panes de molde

Imagina un experimento escolar que consiste en comparar un mismo producto alimenticio elaborado por dos fabricantes distintos. En concreto, estamos hablando de dos lotes de cinco paquetes de pan de molde cada uno, un lote procedente del fabricante A y otro lote procedente del fabricante B.

Se entrega a los estudiantes –a la vez– un lote de cada fabricante. Todos los paquetes de ambos lotes contienen pan de molde, pesan lo mismo, tienen la misma fecha de fabricación, la misma fecha de caducidad y en ambos casos se ha tachado la información nutricional de forma que es por completo ilegible.

Se dejan ambos lotes de paquetes almacenados juntos, fuera de la nevera, durante un período de tiempo que excede en una semana la fecha de caducidad indicada. Pasado ese tiempo, se extrae el contenido de los paquetes de ambos lotes y puede observarse que el pan de todos los paquetes de cada lote no está en idénticas condiciones.

Así, el pan de los paquetes procedentes del fabricante A está muy duro y ha encogido un poco de tamaño, mientras que el procedente de los paquetes del fabricante B está muy blando y lleno de moho. Los estudiantes debaten sobre los resultados y llegan a numerosas conclusiones, de las cuales se quedan únicamente con 10 como conclusiones finales.

¿Cuáles de estas diez conclusiones son ciertas y cuáles no?

  1. El producto del fabricante B usa un fungicida más barato que el del fabricante A. 63,9%
  2. El producto del fabricante A contiene más aditivos que el del fabricante B. 55,6%
  3. El producto del fabricante B es más natural que el de fabricante A. 66,7%
  4. El producto del fabricante A lleva menos cantidad de conservantes que el del fabricante B. 47,2%
  5. El producto del fabricante A tiene una composición menos proclive al moho que el producto del fabricante B. 88,6%
  6. El producto del fabricante B tiene mayor porcentaje de contenido en agua que el del fabricante A. 77,8%
  7. El producto del fabricante B es más fresco que el del fabricante A. 58,3%
  8. El producto del fabricante A contiene menos humectantes que el del fabricante B. 72,2%
  9. El producto del fabricante A es más sano que el del fabricante B. 41,7%
  10. El producto del fabricante A lleva fungicidas y el del fabricante B, no. 47,2%

Imagen de Shutterbug75 en Pixabay.

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