Escribir para hablar, escribir para explicarme

by Julen

Ayer tuve una conversación que ya casi se hace recurrente con mi compañera Ana Rodera. Los dos, entre otras cosas, nos movemos (ella con más intensidad que yo) en la actividad docente universitaria. En mi caso llevo más de 20 años de colaboración con Mondragon Unibertsitatea. Supongo que me da cierta perspectiva, aunque por supuesto me reconozco con muchas limitaciones para hacer afirmaciones categóricas. Nuestra conversación, que ya estoy tardando en explicarme, tenía que ver con las competencias lingüísticas.

Ana y yo somos conscientes de que la forma en que hoy en día se requiere al alumnado que escriba sus trabajos fin de grado o fin de máster debe evolucionar. Lo mismo, creo, sería aplicable a las tesis doctorales. La prevalencia del texto como vía para explicitar el conocimiento que se adquiere en un grado, en un postgrado o en un doctorado pasa, hoy en día, por escribir un tocho. Lo podemos decir con la boca más pequeña, pero así está montado el sistema. Hay que escribir. Y escribir mucho.

Cuando, en tiempos recientes, ha aparecido la inteligencia artificial generativa (IAG), quienes nos dedicamos a tutorizar trabajos fin de grado y fin de máster hemos sentido un espectacular movimiento sísmico bajo nuestros pies. ¿Quién ha escrito el texto que estoy leyendo? Ya sé que soy un poco bestia, pero casi siempre acierto: si está bien escrito es texto que proviene de una máquina. Nuestro alumnado promedio no llega a su nivel. Ni mucho menos.

¿Debemos pedirle a una alumna que escriba «originalmente» con semejante arsenal generativo a su alrededor? Yo, que me siento cada vez más un carcamal, tengo miedo de que si la competencia lingüística promedio de nuestras chicas y chicos deja hoy ya mucho que desear, con la IAG vamos a salir perdiendo. Vale, hay que saber escribir prompts, pero a la IAG le da igual si tus prompts van repletos de faltas de ortografía. La IAG «te entiende». No hace falta que te esmeres por escribírselo bien. El prompt requiere conceptos. Luego, la forma en que se plasman da, más o menos, igual.

Soy de los que se cree que el lenguaje construye realidad. Sí, soy de la cuerda de Humberto Maturana. Me siento persona porque manejo un lenguaje que, en gran parte, es escritura y es voz. Me gusta escribir porque me ayuda a estructurar mi pensamiento. Escribir me obliga a pensar, es movimiento para mis neuronas, que lo agradecen porque así están entretenidas. Mi capacidad para explicarme pasa por hilar argumentos, por conectar pedazos, por dibujar caminos para que las palabras se vayan encontrando unas a otras en un cauce común.

Hoy el texto pierde peso ponderado frente a otras formas de comunicación. Innegable. La realidad se impone. Se consume mejor la imagen. El vídeo gana cuota de pantalla. El texto queda como una rémora. No me lo cuentes en diez líneas si puedes hacerlo en tres. No me hagas leer un PDF de más de diez páginas. Y mucho menos me exijas escribirlo. Quiero iconos, infografías, esquemas, quiero hemisferio derecho efervescente.

Mientras, yo sigo aporreando teclas. Veo cómo las letras salen disparadas de izquierda a derecha. Las veo avanzar y saltar a la siguiente línea. Siguen un camino recto, insistentes. Creen que lo son todo. Se autoengañan. Están perdiendo la batalla. Comienzan a navegar por el sendero de la irrelevancia. Porque, al final, sigue ahí presente la maldición: la letra con sangre entra. Y no, no puede ser.

En la sociedad de la seducción que dibuja Lipovetsky, el texto lineal es el patito feo. Ha sucumbido a manos del progreso comunicativo. Nuestro alumnado no sabe escribir. En su gran mayoría. Lo hemos conseguido. Y la IAG parece venir a certificar la defunción. La lápida dice que ahí descansa el texto lineal, la palabra, la frase coherente, el párrafo. Descanse en paz.

Imagen de Zoltan Matuska en Pixabay.

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6 comentarios

Juanjo 08/05/2024 - 08:10

Da un poco de cosa, la verdad.
Seguiremos siendo un poco románticos y le daremos a las teclas en este mundo de prompts

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Julen 08/05/2024 - 12:34

Somos de teclado qwerty jeje

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Arantzini 08/05/2024 - 11:22

Muy de acuerdo contigo Julen. Pero yo iría un poco más allá. Nuestros jóvenes no escriben bien porque tampoco leen. Es la lectura la que provee de vocabulario y estructuras gramaticales y si no lees, no puedes escribir bien.
Estamos ante un mundo eminentemente audiovisual y la forma de llegar a los alumnos y de que ellos nos muestren lo que aprenden (y/o sus futuras proyectos) tiene que cambiar a otro formato que no es el del texto plano.
A los «dinosaurios» nos cuesta mucho aceptarlo, pero yo ya lo veo como otro paso más de la evolución. Son los que vienen los que hacen un mundo nuevo y nosotros los que luchamos por no quedarnos atrás. El ciclo de la vida lo llaman.

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Julen 08/05/2024 - 12:35

Lo que no sé, Arantza, es si este ciclo es virtuoso o vicioso

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Isabel 09/05/2024 - 14:09

«Escribir me obliga a pensar, es movimiento para mis neuronas, que lo agradecen porque así están entretenidas».

Palabras que me han provocado una «imagen genial», de neuronas aburridas que se dedican a engordar y causan destrozos por puro aburrimiento. Pura paradoja, pero de nuevo vuelvo a envidiar ese talento para el dibujo que no me tocó en el reparto 🙁

Solo una pequeña anotación. El vídeo, si está bien hecho, tiene que provocar palabras, aunque no se digan en alto.

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Julen 09/05/2024 - 15:58

También el video necesita texto… el pobre

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