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La tarde en Sopuerta (bueno, en el barrio de Mercadillo, que fue donde pernoctamos) pasó entre la casa rural en la que nos alojábamos, un restaurante, donde comimos una ensalada y luego encargamos la cena, el bar Vélez y los alrededores del Kolitza, el riachuelo que, entiendo, bajará del monte del mismo nombre. Todo condicionado por las normas del confinamiento: a las ocho cierre general de la hostelería. Los paseos no llegaron mucho más allá de 200 metros a la redonda de la casa rural.
El Vélez, hay que reconocerlo, daba mucho juego. Fuimos a media tarde, por aquello de buscar producto local. Junto a las típicas fotos decorativas de gente del pueblo en una fiesta de disfraces (¿carnavales?), alusiones al equipo doblefinalista de la Copa del Rey y demás parafernalia jatorra, aparecían unos delicados retratos de David Bowie y Marilyn Monroe. La mezcla daba pie a pensar en dos sensibilidades bien diferentes en aquel establecimiento. Por lo demás, uno de los parroquianos explicaba a los demás cómo trabajar con fundamento cuando eres camarero. Un arte, no te digo más.
Desde nuestro barrio se divisaba bien la línea de crestas de los Montes de Triano. Ayer los esquivamos, aunque no sabría decir si el Eretza forma parte de ellos. Entiendo que no, que solo al pasar por San Pedro de Galdames, luego de dejar atrás el Alto de Humaran, llegamos a tocar sus laderas. Estas son tierras con montes, mires para donde mires. Nunca de mucha altitud, pero desde luego con obstinada presencia.
El día ha salido espectacular. No solo por el desayuno del que hemos disfrutado en la casa rural, sino porque no había atisbo de nube alguna en el cielo. Eso sí, cero grados de mínima me ha marcado el Garmin. Ni frío ni calor, ya se sabe.
Nada más salir hemos cogido una carreterita preciosa que desde el barrio de El Carral sube hasta Bezi. Encantadora es decir poco. La bruma se pegaba al fondo del valle mientras ascendíamos esta primera cota del día. Sólo se oían los pajaritos mientras Alberto y yo filosofábamos en silencio. ¿Tú de qué filosofas, Alberto? El hombre, recién vacunado, ya se sabe, de los efectos del pinchazo. Qué cosas tienen los tiempos modernos.
Se llega a Bezi entre terneros que nos miran pasar sin que parezca afectarles mucho la presencia de dos ciclósofos en su territorio. Una bajada rápida nos deja en la escondida estación de Traslaviña. Allí tomamos la vía verde que nos baja hasta las Barrietas, previo paso por el antiguo cargadero de mineral de Olabarrieta.
Iniciamos la segunda subida del día, primero con destino al poblado minero de Alén y luego buscando el paso entre cumbres hacia Turtzioz. La subida inicial por carretera es bien agradable hasta toparnos con una nueva vía de tren minero, la que bajaba el mineral desde Alén hasta los cargaderos del Cantábrico. Arriba nos encontramos con bastante senderistas y también con un par de cuadrillas de moteros. De todo tiene que haber. Las vistas son espectaculares.
En Alén cogemos el track de la TransEuskalherria, que ya no abandonaremos hasta el final de etapa en el balneario que fuera de los Padres Palotinos en Karrantza. La ruta nos sube por pistas entre pinos y eucaliptos hasta dar con terrenos más despejados a medida que nos acercamos a la cumbre. Las vistas son espectaculares. ¿Lo había dicho ya? Pues eso. A un lado se ve hasta el mar, al otro… un mar de cumbres. Incluso montes con algunos neveros.
Bajada en un abrir y cerrar de ojos hasta Turtzioz. Allí toca avituallamiento líquido al solete en una terraza. Es momento de quitarse de encima los cubrezapatillas y la chaqueta. Hoy iba íntegro de Gore Bike Wear: cubrezapatillas, culotte largo, chaqueta y guantes. Y no, no me esponsorizan, pero tengo que reconocer que es de mis marcas preferidas en esto de las equipaciones ciclistas.
Solo nos queda una subida de 700 metros de desnivel para entrar en el Parque Natural del Armañón. Alberto, ¿tomamos el atajo por carretera y subimos por el Alto de La Escrita en vez de coger las pistas del Armañón? Por favor, la pregunta ofende. Venga, tira para arriba, que no se diga que hoy no hacemos los 1.600 metros de desnivel acumulado de rigor. Tipi tapa, tipi tapa.
Iniciamos la tercera subidita del día. Ascendemos primero por carretera hasta el barrio de Cueto. Conozco de sobra esta zona porque he pasado unas cuantas veces por aquí: sin más, el verano pasado mi primera etapa de la ruta de verano. En aquella ocasión busqué una subida más directa al Armañón, pero esta vez seguimos el track oficial de la TransEuskalherria. ¿Qué queréis que os diga? No es pasión de padre, pero mucho mejor usar esta variante que no la subida directa siguiendo la indicación del GR. La que elegimos es mucho más tendida y agradable.
Finalmente salimos a la zona herbosa de las cumbres. De nuevo hay senderistas. Las vistas son espectaculares, por si no os lo había dicho. Pasamos junto a vacas y caballos. Alberto me avisa de un par de mastines. El hombre empieza a ver gigantes en vez de molinos. Los mastines se transforman en dos encantadores terneritas. En fin, habrá que avisar a los de Astra Zeneca: efectos secundarios en forma de mastines.
Ya solo queda un descenso glorioso hasta el valle. Eso sí, en Ranero le pregunto a Alberto: ¿Hacemos el subidón hasta la cueva de Pozalagua antes de bajar al balneario? Para mi sorpresa, se conforma con los 1.600 metros de desnivel acumulado y renuncia a la épica. Es un clásico.
La jornada termina, antes de acercarnos al balneario, con un pincho de tortilla en el batzoki. Dicho de otra manera: con un bloque de patata de tres dedos de grosor al que le han engañado con una mínima dosis de huevo. La típica arma arrojadiza que puedes usar para golpear duro a tu enemigo. En fin, deberían prohibir semejantes aberraciones. Claro que yo, por si acaso, me lo he comido enterito. Y de ahí directos a la casa de reposo. Hasta mañana.
Alberto coronando antes de bajar a Turtzioz
Vistas desde las minas de Alén
El valle de Karrantza
El antiguo cargadero de Olabarrieta
A 35 kilómetros de Bilbao
Crónicas publicadas de la ruta
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Fotos de la ruta en el álbum de Flickr.
2 comentarios
La rodilla bien ¿Y cómo le sienta a esta nueva Oiz el cicloturismo de mochila? ¿Cómo te sientes viajando con ella?
Vamos suave y así parece que la rodilla aguanta bien aunque se me desplaza un ligero dolor a los ligamentos del tobillo. Por lo demás, la Oiz se está portando genial. De momento ruta muy tranquila.