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03 Karrantza-Balmaseda #MTB de cercanías – Consultoría artesana en red

03 Karrantza-Balmaseda #MTB de cercanías

by Julen

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Pasar la tarde holgazaneando en un balneario con religiosos detrás (ahora tengo claro que siguen presentes en el establecimiento) tiene el riesgo de que te encuentres una buena colección de literatura religiosa en la cafetería del balneario. Así fue como di con Vida religiosa para formar apóstoles, un libro firmado por un tal José M. Mesa. Tenía un capítulo dedicado a la mortificación. Imposible no echarle un vistazo, ¿verdad? El índice del capitulo: necesidad, ventajas, grados, daños y medios para adquirirla. Debió de ser un bestseller entre los seminaristas de la promoción del 64.

Ahí se definía la mortificación como «la libre y espontánea renuncia que el alma hace de la vida carnal y el apartamiento de nuestras facultades, tanto internas como externas, de toda la obra ilícita». Joder, ya puestos a ciclosofar, no digáis que esto no era una señal. Digo más: «San Benito llama instrumento de buenas obras negarse a sí mismo, castigar el cuerpo, no darse al regalo y amar el ayuno». ¿Esto se convalida por cicloetapas por el monte de a 1.600 metros de desnivel acumulado por ración cuando menos? Cuela, ¿no?

Vale, vale. Añadimos: comida frugal durante la etapa, castigo al cuerpo con una buena colección de subidones y, además, ciclosofía un rato sí y otro también. Pues eso, que cada cual elige su particular camino de mortificación, ¿no?

En fin, la tarde dio también para un paseo por el parque que rodea el balneario. Bastante descuidado porque, claro, la mortificación no deja tiempo para los mundanales cuidados que requiere el entorno. De todas formas, tiene su encanto, tanto el edificio principal como la capilla anexa y los jardines. Al otro lado del río queda la línea férrea que une Bilbao con Santander, pero durante toda nuestra estancia no hemos llegado a escuchar el paso de ningún tren. Me da que no son cada tres minutos, como el metro de Bilbao en hora punta. Aquí el ritmo es otro.

Una pequeña multitud de hospedados en el hotel nos agolpábamos a las 8:30 para cenar. Hasta las 8:45 no se abrieron las puertas del comedor. Fuimos militarmente alojados cada cual en su mesa. El régimen carcelario continuó con 4 primeros y cuatro segundos servidos con rapidez. Ni tan mal. Un pisto y una lasaña vegetal se dejaron comer muy a gusto. Y así, antes de las 10 ya estábamos en la cama, que la vida del cicloturista de montaña a raciones de 1.600 metros de desnivel acumulado por etapa es dura. La mortificación es la mortificación.

El desayuno era a las 8:30, pero se ve que no habíamos aprendido la lección. El horario es, bueno, orientativo. Bastante impresentable el servicio. A las 8:50 se han dignado comenzar. Ni una palabra de disculpa, por supuesto.

Así que tarde para nuestras costumbres, pasadas las 9:30, salíamos a por nuestra tercera etapa. Se suponía que debía de estar lloviendo, pero no era el caso. No os preocupéis, al cuarto de hora ya nos caía un calabobos que nos ha acompañado toda la jornada. A veces más fuerte, a veces con alguna pequeña tregua, ha sido etapa a remojo.

Ni sé los barrios de Karrantza por los que hemos pasado. Habrán sido un par de miles. A veces con casas arremolinadas alrededor de una iglesia, a veces más aisladas y dedicadas a la explotación ganadera. Todo por pistas y más pistas que iban recorriendo la ladera sur del valle.

Ha sido una etapa con dos mil metros de desnivel acumulado. O sea, cuatro buenas subidas entre un montón de repechos que parecían no acabar nunca. Además, ha incluido algún tramo complicado porque las máquinas para sacar pino habían dejado el terreno bastante mal. Ah, y sin un bar que llevarse al gaznate. Ruralidad extrema sin servicios a los que recurrir. La alternativa han sido barritas energéticas, qué se le va a hacer.

Decía que nos hemos encontrado unas cuantas iglesias. Desde luego que la de San Bartolomé de Aldeacueva se ha llevado la palma, fantasmagórica entre la bruma, y con su cementerio anexo. Muy cerca está, además, la cueva de la que toma su nombre el barrio. Vaya pedazo de oquedad en la roca, muy al estilo de Zugarramurdi. Y con la iglesia al lado, toda una fiesta paradójica.

Me pierdo si empiezo a hacer la lista de los barrios por los que nos ha llevado la ruta: Matienzo, Aldeacueva, Bernales, Pando, Górgolas, Salviejo, Presa… He leído que en total son 46 barrios en Karrantza. Y me da que en ese inventario se dejan algún que otro pequeño núcleo, seguro.

La ruta terminaba en Balmaseda, con una subida final que nos dejaba en la pista que accede al Kolitza y desde allí la bajada final. De nuevo hemos tentado a Alberto con subir al Kolitza, pero parece que los dos mil metros de desnivel acumulado eran suficientes. No está mal, ¿no?

Si ayer el balneario no mostraba un buen servicio, algo parecido se puede decir del Hotel Convento San Roque en Balmaseda, donde nos alojamos. Mala sensación por lo que se refiere a cómo atienden al cliente, no tanto por mala disposición de quienes lo hacen, sino por la forma en que están organizados. Y mira que el edificio es una delicia.

Bueno, hasta aquí la crónica del día. Mañana más.

Coronando la última subida del día, cerca del Kolitza

Cementerio junto a la iglesia de San Bartolomé en Aldeacueva

Alberto en la primera subida del día hacia… algún barrio de Karrantza

Tremendos los pinos, ¿no?

Crónicas publicadas de la ruta.

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Fotos de la ruta en el álbum de Flickr.

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Balance de 5 días de ruta #MTBcercanías – Consultoría artesana en red 14/08/2021 - 06:41

[…] Karrantza-Balmaseda: 67,01 kms, 5h 39min, 2.020 metros de desnivel acumulado. […]

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