La paradoja de innovar en la industria creativa y cultural: sistemática e improvisación

by Julen

Hay una frase que se atribuye a Peter Drucker en la que viene a explicar que la innovación requiere sistemática y orden, pero que, al mismo tiempo, necesita jugar con lo imprevisto. Es una paradoja en la que nos movemos de forma recurrente cuando queremos apostar por la innovación. Una mirada de amplio espectro sobre la innovación require jugar en diferente ligas al mismo tiempo porque es difícil saber cuál de las opciones conducirá a buenos resultados. Innovar por obligación no deja de ser un axioma en el management moderno. O, al menos, lo era, porque la sostenibilidad a veces exige colocar un freno por simple sentido común. Hay que pensar de forma crítica.

Si Drucker nos dijo que la innovación va de orden y desorden, de perseverancia y momentos eureka; fue Keith Pavitt quien nos aportó otra idea fundamental: la innovación es contingente. Lo que para un sector es disruptivo en otro puede ser moneda de uso corriente; lo que en un determinado contexto geográfico y cultural supone romper moldes, en otro puede que no aporte valor alguno. Innovar va de la mano de las circunstancias en que se inscribe y no puede renunciar a tenerlas en cuenta.

Llevo ya varios años trabajando en proyectos de innovación relacionados con el sector de las industrias creativas y culturales (ICC). Me va quedando claro que la fiesta por barrios. Encontrar ideas rompedoras tiene mucho que ver con el tipo de personas que están al frente de los proyectos. Sí, claro que el sector concreto en que posicionas tu oferta te conduce a ciertas exigencias, pero dentro del mismo nicho puedes encontrar proyectos más tradicionales o más de vanguardia. Los límites están ahí para jugar con ellos y hay quien se siente más cómoda en ese territorio. Pero también hay quien entiende que la fidelidad a ciertos principios es fundamental. Y de ahí no hay quien me mueva.

En general, creo que el sector ICC vive en gran parte dentro de un paradigma que lo limita: existe ahí fuera un enorme enemigo común que no valora lo que hacemos. Es un enemigo que puede tener diferentes cabezas, un monstruo que se reproduce de mil formas y que no es fácil de identificar. Sí, se sabe que está ahí fuera porque las condiciones de trabajo en el sector ICC no son precisamente las mejores. Hay mucha supervivencia condicionada a la financiación pública y la precariedad –mezla de muchos factores que, me temo, han solidificado– es norma. Ya sabemos que la teoría del enemigo común suele unir. Otra cosa es movilizar.

Innovar linda con transgredir. Puede suceder entre las propias disciplinas artísticas, en la forma en que se trabaja con el público y se desarrollan las audiencias o simplemente en la manera en que se gestiona una producción. Hay terreno para mirar desde fuera de la caja, pero hace falta convicción para no quedarse donde estamos porque todo se mueve y lo peor es la inacción. Hay que reconocer, no obstante, que es fácil perder el norte y seguir al mercado (lo hablábamos ayer a cuenta de la universidad). Se necesita convicción y se necesita pivotar. Ya veis, de nuevo estamos ante la eterna paradoja. Sí, hace falta flexibilidad mental para convivir con estos tiempos a los que Charles Handy denominó como «la era de la paradoja«.

Puede ser que necesitemos algún que otro comodín para repensarnos en el sector. Pienso, por ejemplo, en esa estupenda propuesta que nos propuso en su día Amalio Rey: los moldes para innovar de Innobox+ (algo de lo que ya hablamos aquí). Quizá haya que recurrir a las metáforas que nos propone para forzar nuestro pensamiento y conducirlo a otros esquemas mentales, diferentes de los que usamos habitualmente. Los moldes son orden y pueden representar el camino al desorden inicial de la innovación que luego, otra vez de vuelta a la paradoja, habrá que sistematizar.

Ahora mismo el mundo cabalga a lomos de una pandemia que ha cambiado bastantes de las reglas con las que contábamos. El distanciamiento social nos ha conducido a limitaciones de público. Las cantidades de antes dan paso a espacios diferentes, mezcla de extrañeza y novedad. Los grandes eventos caen por su propio peso. Lo íntimo y lo pequeño ganan enteros. La nueva normalidad en el sector ICC golpea con fuerza y hay datos que asustan (puedes encontrar a día de hoy diversos informes a través de una simple búsqueda en Internet). Fuera empieza a hacer un frío tal que el repliegue puede sacar el lado más conservador. El enemigo ahí fuera presenta ahora otra nueva cara aún más dañina: solo faltaba esto. ¿Innovar? Una palabra tan desgastada que por el camino ha perdido el sentido. Y, sin embargo, sigue ahí, como una actitud mental que puede ayudarte a salir adelante. No queda otra. Y esto es lo paradójico. No puedes no innovar.

De entre lo que he leído y lo que he observado en proyectos que conozco de primera mano, no quería terminar este artículo sin compartir algunas pistas que me parecen útiles en el momento actual:

  • Conviene mirar a quien no le ha ido tan mal en el momento presente: ¿qué había en esos proyectos de los que podríamos aprender?
  • Sí o sí, tenemos que pensar en digitalización. Es un término de tal dimensión que deberías poder encontrar tu hueco sin mayores problemas. ¿En dónde puedes colocar el apellido digital a tu proyecto?
  • Dicho lo anterior, es momento de repensar nuestras competencias, ¿tenemos las que hay que tener para pensar desde fuera de la caja? No solo es cuestión digital (que también), ¿qué otras competencias deberías incorporar?
  • Innovar va mucho más allá de tu oferta. No pienses solo en el producto, coge más perspectiva e incorpora, sobre todo, la perspectiva de tu público. Trabaja de su mano, por ahí van muchas claves para aguantar tiempos duros.
  • El mundo no se acaba en el entorno geográfico cercano; la mirada internacional es un recurso que suele servir casi siempre.
  • Se trata de jugar con la diversidad: ¿tu proyecto es diverso?, ¿es maleable?, ¿puede jugar a mutar en otras direcciones?, ¿trabajas para que hay diversidad interna y para que pivotar no sea tan difícil? La flexibilidad es otro de los factores comodín para capear el temporal.

No hay recetas y cada cual tiene que buscar a su alrededor por dónde moverse. Es un momento para reinventarse o quizá para incorporar algún pequeño aspecto que pueda hacer de palanca para el cambio. Sea lo que sea, como decía, no es momento para enrocarse en la teoría del enemigo común. Ahora más que nunca, lo creativo debe dar ejemplo.

Imagen de Martin Kraut en Pixabay.

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