Teketen reflexionaba en su blog sobre el coeficiente de Gini. Tiene que ver con la medición de las desigualdades. Es muy interesante en tanto que refleja la preocupación por construir una sociedad mejor, más justa, donde las personas sientan de verdad que las cosas se hacen mejor.
Ahora mucha gente habla de la crisis como algo que tiene en parte que ver con la avaricia, con la preeminencia de la ganancia económica a corto plazo. Parece que en gran medida, el refrán se ha hecho realidad: la avaricia ha roto el saco. Y lo ha hecho con consecuencias devastadoras para muchas personas que eran utilizadas por esa avaricia. En cualquier caso, también es verdad que simplificar la crisis colocando en un lado al malvado capitalista y en el otro a los sufridos trabajadores encierra parte de perversión. No sé hasta qué punto pero supongo que todos tenemos la capacidad de decir que no. Que no al consumo desbocado, por ejemplo. Que no al ocio en el centro comercial.
Además del coeficiente de Gini, yo siempre he mirado al índice de desarrollo humano que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Claro que no sé muy bien cómo van a explicar el caso de Islandia, colocada allá en el primer puesto. Alguna previsión falló, me temo. Existen también otras medidas de la felicidad humana, como la que elaboraron en The (un)happy planet index.
Comento todo esto porque la sobrevaloración de lo económico en la sociedad parece haber hecho aguas. Santo Obama y sus fuerzas del bien se han enfadado (eso parece al menos) con el modelo de gana, gana y gana. La gente que curra «lo normal» despotrica de las grandes fortunas seguramente acumuladas de forma no del todo legal en la mayor parte de las ocasiones. Así que ahora podemos retomar, momentáneamente al menos, la senda de indicadores más ¿sociales?
Pero en todo este panorama, la complejidad de la medición es un obstáculo. Sin embargo, la lógica nos dice que tenemos que impactar en la mejora de lo que somos como personas en esta sociedad del siglo XXI. Manos a la obra, que hay mucho que hacer.
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9 comentarios
Los economistas hablan de crisis de demanda (comparable en cierta manera a la la gran depresión) unida una crisis de valores.
La sociedad no tiene dinero para poder gastar ya que la riqueza esta totalmente acumulada en manos de unos pocos. A parte el sistema nos ha inducido a pedir creditos a diestro y siniestro y a endeudarnos en una carrera al agujero.
En otro lado están los valores individualistas que se han querido ir generando. La transformación de la persona al consumidor. Matando los valores de comunidad, identidad y fraternidad. Puede ser hora de reconstruir esos valores si nos queremos salvar.
Sobre como salir de esta crisis, hay dos vías. Una un régimen autoritario que dirija mediante el miedo a la gente a seguir las normas que se definan y a endeudarse cada vez más. O otra repartir la riqueza entre la sociead en contraposición a pedir que se endeude cada vez más y que la sociedad comience un proceso de demolición sostenible, de todo aquello que nos han ido inoculando y no nos es necesario para ser felices. Buscamos fuera lo que nos falta adentro.
No, no, Teketen: hay una tercera opción: un sistema plenamente democrático formado por esclavos económicos, sin derechos laborales ni sueldo digno de tal nombre, pero libres de infracontratarse indefinidas veces entre sí o al peor postor. Y ése es el camino que recorremos.
Delicado el tema de los indicadores. Sobre todo si los utilizamos para salir bien en la foto. La trazabilidad se complica y al final resulta que, puede que sin intención alguna, nos hacemos trampas al solitario.
En cuanto al desarrollo, creo que pasa por reconocer nuevas riquezas y aparcar lo monetario. Hay demasiadas cosas que el mercado no es capaz de asignar correctamente y que el dinero no puede comprar.
Estamos condenados a subsistir y acaparar no siempre es la mejor estrategia. Antes o después cambiaremos de paradigma (o el paradigma nos cambiará a nosotros): tenemos muchas revoluciones por hacer
Julen, nuevamente un post estupendo – magnífica la reflexión, y magníficas las reacciones – enhorabuena.
La gente (así, en general) acepta el contrato social actual: trabajar para otro, aunque el trabajo sea asqueroso (y si hay que quejarse, pues ¡hala! a llenar de basura Barajas, por ejemplo), ingresos estables aunque sean miserables, e hipoteca tras hipoteca para poder llevar a los niños a Disneyland París antes de que cumplan diez. O sea, como dice Julen: ocio en el centro comercial.
ES LO QUE HAY, yo también pienso que echar toda la culpa a los bancos o a los adinerados es un poco perverso, porque quien más quien menos ha sacado tajada de la burbuja inmobiliaria y se ha regodeado (en público) de haber vendido en treinta lo que había comprado en diez.
No confío en los «hay que + infinitivo» (hay que cambiar, hay que reconocer, hay que reflexionar…). Así que la primera pregunta es ¿pero, de verdad hay que cambiar algo? ¿Quién debe hacerlo? ¿Y en nombre de quién? ¿Contando con la gente, o no? O sea, siguiendo la provocación (buenísima) de M@k, ¿con democracia total? Porque a veces me siento (y os siento) como un ilustrado con tendencias despóticas: ¿Indicadores? ¿Quién los marca? ¿Quién los controla? ¿Un plantel de expertos, como los que tenemos ahora? UF…
A lo mejor «hay que» dejar mansamente que nos estrellemos y esperar que salga algo bueno de la catarsis.
— Acabo de releer lo que he escrito, y no lo voy a borrar, pero es evidente que hoy estoy pesimista. Lo siento.
Un saludo a todos.
Jaime
Comparto lo dicho
creo que en parte es una crisis de valores total,y de la cultura de la especulación,el pelotazo y el enriquecimiento a toda costa
@Teketen, lo más importante es mantenerse como persona activa, cada cual en su ámbito más inmediato. No se trata de exigir que otros hagan porque cada vez más vamos a poder mover montañas. Ya lo verás.
@M@k, se te ve optimista 😉
@Alvizlo, gracias por el enlace. Me ha encantado lo de «fuente de energía personal» referido a las pilas alimentadas con hidrógeno. Una estupenda alternativa: la economía del hidrógeno.
@Jaime, yo tenía un compañero en mi trabajo anterior que siempre buscaba ayudar a que la gente «se diera cuenta» del problema. Las soluciones siempre derivan de ese primer paso. Por eso el altavoz es una herramienta. Si la gente cae en la cuenta, empezará a modificar sus hábitos. Una gran crisis, en ese sentido, es una oportunidad. Peligrosa, pero oportunidad.
@Iván, ya sé que navegamos por los mismos mares 😉
esto esta de lujo puedes encontrar lo que quieras para un tradajo sigan asi
creo que esto nos cirde de mucho sigan asi solo pongan fotografias de indicadores del desarrollo y ceran lo maximo siempre e entrado a esta pajina y es lo maximo creo que todo lo que ustedes dicen es cierto
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