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03 Los Navalucillos – Mohedas de la Jara #Transtoledana #MTB – Consultoría artesana en red

03 Los Navalucillos – Mohedas de la Jara #Transtoledana #MTB

by Julen

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Los Navalucillos pertenece a la comarca de La Jara, uno de esos territorios que no sabe de geografía política, ya que incluye municipios de Toledo, Ciudad Real y Cáceres. No muy lejos de aquí quedan las rutas de las cascadas del Chorro y de la Chorrera Chica, en el entorno de los montes que quedan al sur, donde destacan los casi 1.500 metros de altitud del Rocigalgo. Son de los lugares quizá más visitados del Parque Nacional de Cabañeros. Claro que eso es cosa de senderistas; las bicis tenemos prohibido el acceso.

Según parece, «Navalucillos» viene a querer decir «llano de los sepulcros». Por lo que cuentan en la página web del ayuntamiento, un lucillo «es una sepultura rupestre que por su configuración y emplazamiento es evocadora del rito mozárabe». Lo de «Navalucillos», así, escrito en plural, viene del hecho de que allá por 1835 se unieron dos municipios: Los Navalucillos de Toledo y Los Navalucillos de Talavera. Para que no se olvide este asunto la calle Raya es la que separaba ambas poblaciones.

De los casi 7.000 habitantes de los años 50 del siglo pasado hemos pasado a los poco más de 2.000 de la actualidad. Éxodo rural, para qué te quiero. De todas formas, el pueblo es extenso. Cuenta, además, con un museo etnográfico al que le había echado el ojo, pero, para desgracia nuestra, cierra los lunes. Entre otras cosas, incluye la recreación de un bar y de una tienda de ultramarinos de tiempos pasados. Cuando en su día lo leí, enseguida me acordé de otro precioso museo etnográfico que conocí en Grandas de Salime, recorriendo el Camino Primitivo. Me encantan este tipo de propuestas.

Nos hemos acercado hasta la zona del museo, en la Plaza del Encinar. Detrás queda el centro cultural, con un patio bien coqueto que da acceso a la biblioteca. Fuera, unos niños encantadores jugando a fútbol, al vernos, han gritado eso de ¡cuidado con los abuelos! Hostia, ya nos han calado.

Leyendo sobre el lugar donde ayer hicimos la foto al entrar en el pueblo, ese que daba la bienvenida a quienes llegamos y en donde se nos dice que ninguno somos forastero, me topo con la «piedra de la culebra». La leyenda tiene su gracia: un cabrero llamado Juan del Cerro recogió a una culebrilla casi muerta de fría y la cuidó. Entre ellos se entendían por silbidos. El tal Juan tuvo que ausentarse del pueblo para ir a la mili. La pobre culebra le echó mucho en falta, pero, a su regreso, se puso tan contenta que, guiada por los silbidos, se enroscó en el cuello del pobre cabrero. Por alegría o por venganza, tú decides, terminó por asfixiarle.

Dediqué parte de la tarde a tratar de resolver un serio problema con una de mis botas. Se está despegando la suela por la parte del talón. Hacía tiempo que no me las ponía. Son unas botas de invierno que, vista la climatología que nos acompaña, elegí como la mejor opción. Pasé por una ferretería profesional y me agencié cola de contacto y cinta americana. De momento espero ir tirando. Cruzo los dedos.

Cenamos en un bar junto al Ayuntamiento. Por cierto, vaya iluminación cromática lucía la sede consistorial. Santo diossss.

Tenemos nuestras dudas sobre la ruta a seguir, pero finalmente, tras el plantón que le dimos ayer al track original, decidimos volver al redil. Venga, Transtoledana en vena. Salimos por la carretera en dirección sur dejando la plaza de toros a nuestra izquierda y girando enseguida en dirección este. Pasamos por el merendero Beni y cuando llevamos ya cinco kilómetros de ruta nos desviamos para coger una pista: el Camino de la Mina del Mazo. Pedaleamos de nuevo por la dehesa, con algún olivar de por medio. Cruzamos el arroyo de Azorejo y luego el río Sangrera. Retomamos el Camino Real de Guadalupe y llegamos a Espinoso del Rey. Todo el tramo ha sido muy agradable… con un pequeño susto canino. Nada grave.

En Espinoso paramos en un bar. Me tomo un Nesquik y me aplico para intentar que mis pies entren en calor. Con la lluvia de ayer las botas están aún empapadas. Al final termino por emplear el secador de manos del cuarto de baño. Ni tan mal.

Salimos del pueblo para adentramos en la Sierra de Barrilón. Hasta Robledo del Mazo quedan unos treinta kilómetros en los que vamos a disfrutar de verdad de la bici de monte.

Pedaleamos en su mayor parte entre pinares. Tenemos que salvar un primer puerto y luego otro par de tachuelas. Transitamos por una ruta, la R-06, que va desde Piedraescrita hasta nuestro próximo pueblo, Robledo del Mazo. Así lo indican una serie de postes indicadores que aparecen cada cierto tiempo. Por fin, antes de llegar a Robledo y después de una gran bajada, cruzamos el río Gévalo en un paraje muy fotogénico.

En el pueblo hacemos avituallamiento líquido en un bar de esos auténticos que todavía quedan. Con su retrete «de esquiar» y pago en dinero a tocateja. Desde aquí hasta Mohedas casi todo lo que nos queda es carretera.

Ascendemos el Collado del Mazo. El viento sopla con cierta intensidad. Por supuesto, en contra. Enlazamos con otra carretera que nos lleva a Buenasbodas (toma nota si estás en ese trance). El Hogar del Jubilado no parece que ofrece mucho surtido de bocadillos. Seguimos hacia La Nava de Ricomalillo y seguimos con viento de frente. Hacemos parada en La Nava para nuestro habitual bocadillo de tortilla de jamón. La religión es la religión.

Avanzamos por carretera hacia El Campillo de la Jara y cuando nos cruzamos con la Vía Verde de la Jara la cogemos durante unos pocos kilómetros, hasta la estación de Campillo de la Jara y Sevilleja de la Jara. Vamos más protegidos del viento. Es un pedaleo entretenido, con el río Huso ahí abajo luciendo bien coqueto. Cruzamos varios viaductos y túneles y llegamos, por fin, a la estación, que luce vandalizada. Cosas del progreso. Te cuento un poco sobre esta vía de tren para que veas las cosas que somos capaces de hacer los humanos.

Pues bien, estás ante el típico trazado ferroviario nonato: nació muerto, nunca llegó a entrar en funcionamiento. Toma nota del asunto: 18 túneles y 7 viaductos por los que nunca pasó un tren. Obras de ingeniería que pasaron a mayor gloria de la estupidez colectiva. Hoy, eso sí, está reutilizada como Vía Verde. Esta obra faraónica se dilató en el tiempo desde ¡1929 hasta 1960! En teoría unía Talavera de la Reina (Toledo) con Villanueva de la Serena (Badajoz) pasando por Guadalupe (Cáceres). Pues eso, que paramos un momento en el que quiso ser el apeadero de El Campillo de la Jara.

Nos queda subir hasta El Campillo de la Jara y atravesarlo para tomar una vía rural asfaltada hasta Mohedas de Jara. El viento sigue soplando de cara. La Transtoledana «oficial» no hace fin de etapa aquí, sino que lo hace en Puerto de San Vicente, pero por cosas de disponibilidad de alojamiento, nosotros nos hemos desviado del trazado original.

Pues eso, etapa muy agradable la de hoy. Nos leemos.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 212,87.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 3.980.

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Fotografías de la ruta.

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2 comentarios

Iñaki Murua 27/03/2024 - 08:07

¡Aupa los abuelos! 🙂

Responder
Julen 27/03/2024 - 20:11

Ieeeeppaaa, cada vez somos más

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