Goodbye gerencia, goodbye

Útil: Que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés (según la RAE). Así pues, inútil: que no trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés.

Este miércoles pasado estuve comiendo con un amigo que es directivo de una de esas empresas emblemáticas del lugar. Digo lo de emblemática porque reúnen varias apreciables características: familiar, con éxito económico, en crecimiento, citada como caso habitual de gestión avanzada… Luego, dentro, como siempre, «en todos lados cuecen habas», pero al menos esta empresa parece un lugar donde puede ser llevadero habitar.

La conversación en un momento dado giró hacia el asunto de si necesitamos o no gerencias unipersonales. Hace ya mucho tiempo que lo propuse como idea radical: no nos hacen falta. Ahora escucho su caso y veo que la realidad se acerca a la radicalidad. Tienen una gerencia que comienza pensar en decir adiós. Y la sospecha de mi amigo es que el consejo de administración está considerando la posibilidad de no sustituirle por otra persona concreta. Claro, se ahorran dinero… pero hay más cosas detrás.

Al margen de que pueda ser un concepto radical, creo que pueden concurrir ciertos rasgos en la gestión de la empresa para sopesar esta tentadora posibilidad. En la conversación sacamos algunos. Luego le he dado más vueltas. Y llego a la conclusión de que no necesitamos gerencias unipersonales si se dan estas cuatro condiciones:

1. Tenemos una organizada basada en unidades de negocio, con personas y equipos consolidados al frente. Ya disponemos de capacidad de gestión en este plano de máximo nivel y existen hábitos saludables: consejos de dirección, disciplina para el seguimiento de compromisos, perspectiva estratégica…
2. Hay costumbre de trabajar con equipos de proyecto para resolver problemas de envergadura. Estos equipos son temporales, de acuerdo con la problemática del momento. Funcionan en forma autónoma, pero con herramientas comunes. Pueden verse unos a otros y suscribirse (o algo similar) a aquella información generada por terceros y que puede afectarles.
3. La empresa funciona con subsidiariedad: las decisiones se toman lo más cerca posible del lugar en que se origina el problema, pero siempre con la capacidad de recurrir a los equipos de proyecto antes mencionados, si la dimensión o complejidad del problema lo requiere. Podéis leer en este sentido el post que escribí a partir de un artículo de Charles Handy: Federalismo en la gestión empresarial.
   
4. Disponemos de personas que conocen el mercado e interactúan bien con los diversos agentes que operan en él: clientes, competidores y otras entidades de la cadena de valor. El mercado aprecia a esas personas en tanto que reconoce en ellas interlocución suficiente para tomar decisiones.

Así que ¿para qué tener una gerencia unipersonal si se dan esas cuatro condiciones? Bien, de acuerdo, para que haga de representante ante determinados requerimientos legales. Vamos, para que pasee, tome el aire y cuente que hay una empresa que le ha delegado algunas cosillas. Pero no el poder.

Por cierto, me sigue sirviendo la comparación que os hacía cierto tiempo atrás entre el líder de un equipo y el capitán de un equipo de fútbol. No niego que exista cierto liderazgo, pero que acaba diluido en tanto que es un componente más del equipo.

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