La multitud silenciosa

De vez en cuando me entero de que no sé quién sigue mi blog. Hace unos días fue con un compañero de consultoría que trabaja en la empresa de enfrente, esta mañana ha sido con dos alumnas de doctorado de la facultad de Ingeniería de Mondragon Unibertsitatea y hace unos minutos me ha vuelto a ocurrir con otro consultor que dice que «desde que me transmitiste el concepto de blog lo uso de vez en cuando y siempre con resultados buenos o muy buenos» (palabras textuales, que me trague la tierra si…). En fin, que te enteras de que te leen pero que nunca has sabido nada de esta multitud (la exageración típica de bilbaíno, ya sabéis) silenciosa. Está ahí, escucha y no dice nada. Saludos… y gracias también por leer toda esta diarrea mental.

Claro que la mayoría silenciosa forma parte de nuestro enfoque Pareto. Ha pasado, pasa y pasará. De entre las personas que leen, unas pocas comentan e incluso otras pocas lo hacen con pasión y añadiendo un valor que ya me gustaría a veces aportar con la idea original. Pero esa mayoría de gente silenciosa es la que construye una organización, una sociedad, cualquier colectividad. Y esta mayoría es la que consume, la que dicta su sentencia en forma de voto, la que fabrica piezas, la que diseña productos. Esta mayoría somos todos, según en qué escenarios.

¿Cómo saber si esta mayoría está a gusto con lo que escribes? La crítica callada es la peor de las críticas porque no provoca ninguna reacción. Es muy difícil mejorar algo si no lo percibes como un problema. «Si está bien, no lo cambies». Principio peligroso. Pero, ¿es realmente importante la mayoría silenciosa? Cuando estás en una asamblea de una cooperativa de cierto tamaño (más de 500 personas en mi caso) sabes que sólo van a hablar unas pocas personas. Pareto despliega su omnipoder y hace que la mayoría permanezca callada. ¿Deben hablar los que callan? La lógica dice que no. ¿Por qué? Si todas las personas hablan, entonces hay griterío, no hay conversaciones. Pero, al mismo tiempo, queremos que hable más gente. ¿Sí?, ¿no?, ¿qué respondéis?

A mí me gusta la mayoría silenciosa, ¿verdad, David? Es una mayoría que debe existir y que está detrás de una pantalla de ordenador sin ningún tipo de necesidad de hacerse visible. ¿Para qué van a hacerlo? Están bien como están. Leen y yo no tengo sino que agradecerles que sean personas silenciosas. Es un bonito derecho el de permanecer callado. ¿Por qué hay que hablar? Si la web 2.0 es producir desde el usuario, eso no implica que todos deban producir. El sistema (sea lo que sea) ya moverá a los individuos hacia hablar más o menos. Pero cada cual que tenga libertad de elocuencia.

Cuando miro hacia atrás y me voy a marzo de 2005 y veo que allí comencé un blog, hubiera estado encantado de tener una suficiente mayoría silenciosa. Y aunque alguien pueda ver en ello una contradicción, me gusta ese silencio. Me da pie a imaginar complicidad, a desbordar imaginación para contemplar rostros que nunca veré en la realidad. Y en esta imaginación reside parte de la magia de escribir un blog, ¿no? Creo que debemos mantener una parte que tienda al equívoco, que sugiera pero no lo diga todo, que insinúe para que podamos usar mejor la imaginación. Por eso también disfruto de esa multitud silenciosa. Porque es su forma de ser: el silencio. ¡Qué placer! Callar es un gran método para escuchar.

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