Ayer, en una reunión con colegas de nuestra red de consultoría artesana REDCA, estuvimos un buen tiempo comentando el sucedido del día: la salida de ULMA y Orona de la Corporación MONDRAGON. No deja de ser curioso —supongo que es carne de meme— que al entrar en la página web de ULMA te encuentres con un claim que ni ideado por el diablo: Better Together. Together, es evidente, parece, hoy más que nunca, un término relativo. Juntos, pero no revueltos. ¿La unión hace la fuerza? Solo no puedes, con amigos sí. Esto último lo decía la Bruja Avería. Vaya colección de grandes frases, por cierto. Le quitamos dramatismo. Todo es interpretable. El cooperativismo sigue ahí, pero con matices. Como no podía ser de otra forma.
ULMA siempre ha sido un caso especial dentro en MONDRAGON. La historia explica que las cooperativas se agruparon en su día en función del territorio en que se asentaban. Fue la época de los llamados «grupos comarcales». Quizá era una manera de entender que el mensaje «socioempresarial» que provenía de las cooperativas mostraba que la parte «social» pesaba más que la parte «empresarial». Pero llegó el día en que la balanza se decantó por el mercado. La agrupación natural de las cooperativas pasó a tener que ver con sus sectores de actividad. Pero no fue un modelo puro. El Grupo Ulma y también el Grupo Fagor fueron excepciones. Lo social seguía allá dentro.
Ulma, además, ya tuvo anteriormente su proceso de ida y vuelta respecto a la Corporación MONDRAGON. Parece que no es asunto de hoy. Como explicaba hace unos días, son los distintos Mondragones que conviven dentro de MONDRAGON. El cooperativismo de MONDRAGON no es monolítico. No puede serlo porque aquí la historia pesa y juega sus bazas. El mercado es el mercado: es la lógica que impone la competitividad global. Parece no haber plan B. Pero esta lógica de mercado convive con otra lógica —¿o quizá «ilógica»?— que tiene que ver con la sociología o con la psicología social. Y no siempre es fácil entender sus vericuetos.
Creo sinceramente que el modelo de gobernanza de la Corporación, escrita la palabra así, con mayúscula inicial, necesita un repensado. La velocidad a la que avanzan determinadas cooperativas provoca tensiones frente a un modelo pensado, hasta cierto punto, para tiempos pretéritos. ¿Cuántos pelos hay que dejarse en la gatera en esta actualización obligada de la gobernanza de la Corporación MONDRAGON? Unos cuantos, desde luego.
Estoy convencido de que estos días van a ser convulsos en Oñati y alrededores. Sin ser ningún experto en las profundidades de lo que ha acontecido en Orona y Ulma, me da que son casos diferentes. También es cierto que Orona me queda lejos. Ulma, en cambio, me queda mucho más cerca, porque siempre ha sido un modelo cooperativo muy cercano a Enpresagintza, la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea con la que llevo colaborando desde 2003.
El cooperativismo sigue vivito y coleando. Pero MONDRAGON, hoy 17 de diciembre de 2022, es un poco menos MONDRAGON. No así el cooperativismo. ¿O quizá sí? Los modelos de crecimiento en las cooperativas generan enormes tensiones. La ambición empresarial tiene que sentarse a la misma mesa que la solidaridad y supongo que sus gustos culinarios son diferentes.
Por cierto, documentándome para este post, me he encontrado con esta fotografía del Consejo de Dirección del Grupo Ulma. Me hace pensar. No tiene que ver con lo sucedido. Aunque aquí, la verdad, todo cuenta, porque a medida que asciendes por las pirámides del poder, no sabes muy bien por qué tantas y tantas veces te das de bruces con esta realidad. 13-1. Touché!
Imagen de Rosy – The world is worth thousands of pictures en Pixabay.