El bloqueo ante escribir un documento extenso

by Julen

Quizá sea casualidad, pero últimamente me he encontrado con este fenómeno en varias ocasiones: al tener que escribir un documento académico extenso (un proyecto fin de grado o un trabajo fin de máster) surge el bloqueo. Ese «tocho» impone y se levanta una barrera psicológica de por medio que hace sufrir a la persona en cuestión. Hace poco una alumna me explicaba, por ejemplo, que dormía mal y tenía pesadillas. En parte es lógico de entender porque no es algo que debas encarar muchas veces en tu vida. Es decir, es muy probable que no tengas entrenamiento suficiente. Por otra parte, pudiera ser que no estemos trabajando bien las competencias relacionadas con la escritura en la universidad.

En mi labor como tutor académico siempre intento al principio que vean la lógica de lo que tienen delante. En realidad, solo son tres partes las que hay que estructurar. Todos los documentos tienen la misma lógica. «Solo» se trata de entender qué elementos irán incorporándose en cada uno de esos cajones. El primero será para presentar el documento, dar contexto, proporcionar el marco conceptual y establecer los objetivos. El segundo para el desarrollo en sí de lo que se derive de los objetivos, mejor si es en forma de acciones y resultados (aunque puede tomar otras formas). El tercero elemento son las conclusiones y las líneas futuras de investigación. No hay más, solo son estos tres grandes capítulos. Y siempre, con matices, es igual.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la escritura digital ha cambiado la lógica de producción del texto. Cuando usábamos —sí, lo hacíamos— una máquina de escribir para generar el texto, el proceso de escritura era lo último que llevábamos a cabo. El precio de un error con la máquina de escribir era muy alto. Borrar no era, ni mucho menos, ese simple acto que hoy en día es apretar la tecla Supr. No, aquel borrado físico llevaba asociado un coste demasiado elevado como para que sucediera a menudo. Escribir era lo último que hacías, cuando lo tenías bastante claro, debido al trabajo anterior con fichas. Sabías, por fin, qué querías llevar al papel y era el último paso a dar. Hoy ese proceso de escritura ha cambiado radicalmente.

Ahora, cuando, por ejemplo, te matriculas en el doctorado, puede que uno de los primeros consejos que recibas sea que empieces a escribir desde el primer día. Tú abre el documento y no te demores ni un segundo. Ya tendrás tiempo de borrar, cambiar o mover lo que haga falta. La digitalización de la escritura nos ha reportado una extraordinaria flexibilidad. A veces, sin embargo, no me queda claro que esa actitud de ¡empieza ya! ante el folio en blanco sea el mejor consejo. En fin, lo que sí es cierto es que hoy contamos con muchas mejores herramientas para generar un texto académico de calidad. Otra cosa es que quien se enfrenta a él haya avanzado en su capacidad de escritura. Insisto, pudiera ser que nuestro alumnado actual venga peor preparado.

Decía antes que un documento académico se estructura en tres bloques. Yo suelo insistir en que es importante al principio disponer de la hoja de ruta global. No quiere decir que la vayamos a seguir al milímetro, pero sí que es el mapa sobre el que vamos a ir creando nuestro documento. Cuanto antes tengamos esa visión global, más fácil es entender que cada bloque, cada ladrillo, va a requerir un cierto tiempo de elaboración. Pero sabemos que estamos construyendo un barco y que ese barco tiene un sentido. Es el eterno diálogo entre lo global y lo local, a Dios rogando y con el mazo dando.

Cuando decía antes que nuestro alumnado quizá no tiene las competencias adecuadas para generar textos académicos extensos, uno de los problemas que sorprendentemente aparece de forma más habitual es que no saben usar un procesador de textos. Es decir, no disponen de la competencia digital. Sorpresa, ¿verdad? Un documento extenso es mucho más llevadero cuando sabes trabajar bien con los estilos, las imágenes, las tablas, un gestor bibliográfico o las secciones. Pues bien, en demasiadas ocasiones se sufre más de la cuenta por no saber utilizar este tipo de funcionalidades. En general, la consecuencia es que deben emplear más tiempo del necesario. Y sí, este tipo de producción académica lleva su tiempo. No conviene olvidarlo.

Para concluir este artículo, no quería olvidarme de que, como todo trabajo extenso, escribir un trabajo fin de máster requiere una (mínima) planificación. Lo más sencillo es diseñarla partiendo de la fecha comprometida de entrega del documento. Esta referencia nos servirá para planificar hacia atrás en el tiempo. Es cuestión de colocar fechas para las distintas partes en que hemos dividido el documento. A partir de esta primera planificación, siempre recomiendo que, una vez llevada a cabo la primera entrega comprometida, se revise para ver si era real la que hicimos al comienzo. Esta creo que es nuestra labor fundamental en la tutorización de estos trabajos: ayudar a que el proyecto fluya de acuerdo con los plazos establecidos y respondiendo a unos estándares básicos de calidad.

Tranquilidad, poco a poco las páginas se van escribiendo. Sí, es un esfuerzo de constancia, de disciplina, de gestión más allá del corto plazo. ¿Será esta la causa del bloqueo? ¿Nos sentimos mal ante la recompensa diferida consecuencia de un proceso relativamente largo en el tiempo?

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1 comentario

Aitor 28/01/2022 - 13:45

Totalmente de acuerdo con lo que comentas, Julen. Justo estas semanas atrás he estado trabajando en un informe de una cierta extensión, y en paralelo, con la otra neurona, reflexionando también sobre estos mismos temas. El complejo y laborioso proceso que hay desde la hoja en blanco hasta el documento final. Cómo el paso de la máquina de escribir al procesador de textos nos ha cambiado (a mejor) la forma de escribir (me refiero al proceso físico) . Y también la importancia de saber utilizar estilos y otras herramientas básicas para dar formato a un documento de una cierta extensión. Que alguien llegue a la universidad en 2022 sin saber manejar con soltura un procesador de texto, una habilidad mucho más sencilla que el propio proceso de escribir, me deja totalmente ojiplático. O_O

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