La sociedad del claim vive del impacto emocional, supuestamente profundo, enternecedor, capaz de movilizar a quien lo recibe. Hurga allá donde haga falta para que el mensaje cale en la persona que somos. Repta entre nuestra maraña de prioridades para abrirse paso hasta la conciencia. Luego, por supuesto, no se queda ahí. Después es cuestión de simple repetición, de refuerzo contingente con cada situación donde proceda para que al final no sepamos que sabemos que somos parte de la secta.
El claim no escatima medios. Junto a la frase, la imagen. Un mundo proyectado, pleno de deseo. Ahí enfrente, a un paso. Solo tienes que decir sí. Y en el fondo lo estás deseando. Aunque no lo sepas. El claim es tu trigger particular, la palanca, el empujoncito, es ciencia del comportamiento aplicada a lo que importa: te queremos a ti, al completo, necesitamos que sientas que nuestro mensaje es pura química. Simple atracción. Da el paso.
Yes We Can. No importa. Te gusta conducir. Eres tú quien elige. Es tu libertad de elección lo que hace de la sociedad del claim el gran éxito. Porque pudiste elegir otra opción y, sin embargo, elegiste quedarte con nuestra propuesta. De entre todos esos estímulos que te bombardean a diario elegiste nuestra experiencia. Porque ahora el claim te transporta a una experiencia única. Vas a alcanzar un El Dorado como nunca antes tuviste oportunidad de conocer. Lo hacemos por ti, eres lo que nos importa. Estamos aquí para que tu experiencia sea irrepetible. No lo olvides.
Así que el claim viaja en primera, de la mano de las mejores mentes, humanas y artificiales. Aquí no se escatma en medios. El claim separa el éxito del fracaso y tú ya lo sabes: no quieres que te vean como proyecto fracasado, ¿verdad? Just Do It. No necesitamos más palabras. Ocho letras. Ocho como número mágico. Yes We Can. Apelamos al espíritu colectivo para ganar y cambiar el curso de los tiempos. Just Do It. Tú y solo tú, customización masiva, personalización. Tú te lo mereces. Yo no soy tonto, ¿verdad?
No se sabe muy bien cuándo ocurrió la mutación. Frente a la oferta, la demanda. Pedíamos a gritos un claim. Ni siquiera lo sabíamos. Ni siquiera sabíamos qué era lo que queríamos. Pero por fin todo cambió. Ahora necesitamos economía en la comunicación. No nos vamos a andar por las ramas. Sabemos que no quieres perder el tiempo, que no nos perdonarías fracasar en el asalto a tus expectativas. Las elevaremos hasta más allá de lo que nunca imaginaste. Todo en ocho letras. No digas luego que te hacemos perder el tiempo.
¿Qué hay detrás del claim? Quizá algún día lo sospechaste. Bauman nos dio la pista. Solo hay otro claim. Porque vivimos de fagocitar el éxito. A Rat Race. Ocho letras. Pero es lo que quieres. Tú lo has pedido. Quieres superarte, quieres superarles, quieres sentir la pasión del momento, aunque sabemos que el efecto termina pronto. Por eso, antes de que tú te des cuenta, estamos pensando en el siguiente claim. En el definitivo antes del siguiente. La emoción que usamos en este preciso momento —a través de este claim defintivo— es efímera. Dopamina. Ocho letras. Heráclito: always on. Ocho putas letras.
2 comentarios
¿y no te parece un impresionante ejercicio de síntesis expresiva?
Por supuesto. Pero me da que demasiadas veces el claim es puro ejercicio creativo. ¿Detrás qué hay? El neón sigue funcionando.