Los trabajos fin de máster y la novela negra

by Julen

Quizá te sorprenda el título del post. Bueno, ya sabes que, desde que comenzó el año, cada martes he estado publicando una reseña de una novela del género negro. Últimamente hemos hecho algún descanso. Hoy repetimos barbecho. Y es que de un tiempo a esta parte lo que leo, son, sobre todo, textos de alumnas y alumnos que están en plena vorágine de redacción de sus trabajos fin de máster. Bueno, a este tipo de literatura puedo añadir también los trabajos fin de grado. Todo un género del que llevo disfrutando ya muchos años.

Casi con toda seguridad estás pensando que escribir un documento académico como un trabajo fin de máster o de grado está en las antípodas de lo que una buena novela negra nos aporta. Sí, claro, vienen de orígenes muy diferentes y encierran objetivos que nada tienen que ver. Bueno, quizá no tanto. Siempre hay un objetivo común: ganarte a quien te lee. En este sentido da igual que ese ganarte lo traduzcamos en que te conviertan en una firma de referencia en el género o en que un tribunal te ponga buena nota.

Desde mi punto de vista hay dos elementos básicos comunes. El primero es el que definiría como tensión narrativa. Un TFM, por ejemplo, necesita jugar con una introducción que sea capaz de ganarse a quien lo lee desde el principio. Más aún, si pienso en ese documento, el momento inicial es muy importante porque genera ciertas expectativas. Además, solo tenemos una oportunidad para causar la primera impresión. Y en este mundo en el que nadie tiene tiempo para nada, este primer impacto es fundamental. Así que la tensión narrativa la necesitamos desde el principio.

El segundo aspecto tiene que ver con la lógica global del documento. Un TFM refleja una investigación con cierto carácter académico. Esto supone respetar varias reglas que tienen que ver con el rigor. Lo vamos a poder apreciar si encontramos una estructura sólida, si es evidente el vínculo entre objetivos y conclusiones, si avanzamos capítulo a capítulo recordando el camino por el que transitamos o si, por ejemplo, dibujamos unas líneas futuras que ilusionen. El documento tiene que fluir con una lógica sencilla de entender.

No puedo negar que mi tránsito por la lectura de estos documentos me da mala vida. Intento ayudar en todo lo que puedo. Leo los textos, los devulelvo una y otra vez con sugerencias de corrección y comentarios. Procuro jugar un rol crítico pero al mismo tiempo motivador. Lo intento, de verdad que lo intento. Pero estamos donde estamos y ya sé que ni la ortografía ni la gramática son cool. En 2021 disponemos de otros lenguajes que han ganado cuota de pantalla. Tú ya me entiendes, ¿verdad? Y, claro, esas pantallas se llevan mejor con el brillo de los píxeles de lo audiovisual. Quiero pensar que emergen nuevas competencias. Quiero pensar en positivo.

El género negro suele ponernos libros en las manos que o te enganchan o mejor lo dejas a un lado. Un TFM tiene que enganchar a quien lo lea. Sí, desde el formato académico, contenido y riguroso, pero tiene que moverse en la misma dirección. La narración debe fluir. Tenemos que perfilar a los personajes de la trama y dotar de antecedentes y contexto. Hay que extraer cada una de las piezas e irlas presentando. Hay un marco conceptual y hay una trama: tenemos que investigar y llegar a conclusiones.

Un momento, ¿me estás hablando del género negro o del TFM? ¿Dices que hay que investigar y llegar, por fin, a unas conclusiones? Llámalo como quieras, pero conviene que resolvamos el caso, ¿no? O, si no, siempre nos cabe la posibilidad de dejar la puerta abierta con un final ambiguo porque no siempre nuestro mundo, el de los crímenes y el de la investigaciónn académica, se nutren de certezas. Recuerda eso que dicen: vivimos en un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo.

Imagen de Here and now, unfortunately, ends my journey on Pixabay en Pixabay.

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