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El teletrabajo y la cultura empresarial dominante – Consultoría artesana en red

El teletrabajo y la cultura empresarial dominante

by Julen

Hace ya muchos años leí La cultura empresarial y el liderazgo, un libro de Edgar Schein de aquellos que sí o sí había que manejar si lo tuyo era aprender de management. Schein es uno de esos gurús que marcó una época en lo que tenía que ver, en un sentido amplio, con el enfoque de la psicología social en la empresa (aquí podéis encontrar una muy buena recopilación de sus aportaciones). Entre otras, hay que destacar, sobre todo, lo concerniente a la cultura empresarial, que definió como «el patrón de premisas básicas que un determinado grupo inventó, descubrió o desarrolló en el proceso de aprender a resolver sus problemas de adaptación externa y de integración interna y que funcionaron suficientemente bien a punto de ser consideradas válidas y, por ende, de ser enseñadas a nuevos miembros del grupo como la manera correcta de percibir, pensar y sentir en relación a estos problemas» (este subrayado es mío).

Fuente: http://www.gestiondeproyectosit.es/blogit/2015/09/cultura/

Schein propuso un modelo muy lógico, representado en la figura adjunta. Por explicarlo de forma muy básica, la cultura organizacional incorpora aspectos profundos a los que no es tan fácil llegar, pero que representan los verdaderos supuestos de una institución. Estos supuestos suelen intentar explicitarse en valores y finalmente aparecen representados en determinados artefactos que reflejan, de forma tangible, la cultura empresarial dominante. Saco a relucir aquí el modelo de Schein porque, respecto al teletrabajo, me parece que existe un buen conjunto de supuestos que están impidiendo aprovechar las oportunidades que, sin lugar a dudas, conlleva la aplicación del teletrabajo en nuestras organizaciones del siglo XXI. Son muchos años conviviendo con una determinada forma de entender la presencialidad como para que el cambio suceda.

Yúbal FM publicaba, por su parte, este pasado martes 5 de octubre un artículo muy interesante en Xataka: Lo que las grandes empresas tecnológicas piensan del teletrabajo. En él repasa declaraciones de dirigentes de Apple, Google, Netflix, Facebook, Microsoft, Twitter, Alibaba, Amazon y Tesla acerca de cómo ven el teletrabajo. Sorprende la disparidad de opiniones e incluso cierto negacionismo en algún caso. Claro que todo es más fácil de entender si has construido tu cultura sobre la relevancia de un lugar físico. Así, por ejemplo, si has vendido la moto de Googleplex no te queda más remedio, me temo, que reinvindicar una cultura de presencialidad física. Lo mismo ocurrirá si vendes megáfono en mano que lo tuyo es cultura Silicon Valley. Esto mismo se puede aplicar, por supuesto, a cualquier organización: si tus supuestos culturales pasan por todos juntos bajo el mismo techo, la consecuencia es obvia.

Casi con toda seguridad la clave está en encontrar ese justo medio entre contacto físico directo y telepresencia. Sin embargo, el punto de partida que representa una inversión ya realizada (un artefacto, en jerga de Schein) en un lugar físico que proyecta tus creencias, condiciona mucho qué recorrido puede tener el teletrabajo. Si le doy la vuelta al argumento, un enfoque knowmad debería favorecer una asimilación rápida y fácil del teletrabajo. Pero esto de los knowmads queda muy bien como estilo de vida pero quizá no tanto para la cultura empresarial dominante. La conclusión es que las culturas organizacionales fuertes, construidas en su mayor parte hasta la fecha a través de artefactos que la hacían evidente, juega la mayor parte de las veces en contra del teletrabajo.

Disminuir la importancia del lugar físico de trabajo habla normalmente de culturas más líquidas, más humildes, más enfocadas hacia la resolución de problemas allá donde suceden, sin importar demasiado dónde se transforma la materia prima. En empresas que abracen de verdad el conocimiento, lo lógico sería una pérdida de relevancia respecto al lugar físico. Soy consciente, no obstante, de que el actual modelo de producción industrial es esclavo de sus instalaciones. Ahí no hay vuelta atrás. Sin embargo, eso no quiere decir que muchas de sus actividadades de conocimiento no puedan llevarse a cabo sin recurrir al desplazamiento físico hasta la cueva sagrada donde habitan las creencias. Esto plantea, desde luego, el problema de hacer convivir dos tipos de valores muy diferentes que quizá no se lleven igual de bien con el sistema de supuestos en vigor.

En definitiva, que dime qué cultura has construido y te diré lo que te costará implantar el teletrabajo. Eso sí, las culturas fuertes, tan relevantes en según qué discursos del management, pueden actuar a la contra. El difunto Bauman ya nos machacó mil y una veces que el mundo se había vuelto líquido. Y líquido es teletrabajar. Siempre, eso sí, aplicando pensamiento crítico al uso de las tecnologías. Por eso sorprende tanto escuchar a alguien como Reed Hastings, el CEO de Netflix, que no le vea ningún aspecto positivo al teletrabajo. ¿No se suponía que toda esta nueva economía venía más líquida? Da que pensar.

Imagen de Jeon Sang-O en Pixabay.

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2 comentarios

amalio rey 07/10/2020 - 18:18

Hola, Julen:
Estoy dando ahora más charlas y cursos por tele-formación, y entiendo más que nunca lo incómodo que es. Siento que estoy cojo, que me faltan partes del cuerpo pero, lo peor, que es ¡¡agotador!! La posibilidad de llegar a gente geográficamente dispersa es imbatible, pero no compro el rollo ese de que es mejor para gente que podría juntarse, charlar, verse, manosear cosas junto/as en un entorno de los de siempre. Estoy abierto, hasta cierto punto, a lo líquido. No queda otra. Pero creo que todavía podemos hacer mucho por el discernimiento. Yo, mientras pueda, me mantengo en las barricadas. Añoro los viajes, reunirme en persona con gente, comer juntos… ¡¡hasta los hoteles y las cenas de trabajo!! ¿será grave, doctor? ¿es el síndrome del viejuno?

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Julen 15/10/2020 - 06:53

Amalio, como todo, es cuestión de dosificar y de entender que la relación entre humanos va evolucionando con el tiempo. ¿Viejunos? Probablemente nos han moldeado nuestras interacciones. Somos hábitos y rutinas, somos una forma de pensar y entender los vínculos en función de una educación y una socialización de muchos años. Seguro que arrastramos buenos y malos hábitos. Yo ahora mismo prefiero pensar en positivo e intentar encontrar qué nos puede aportar la limitación de contacto presencial actual. Tú viajas mucho y es normal que lo eches en falta. Yo viajo mucho menos y quizá no tenga tanta «necesidad». De cualquier forma, la nueva normalidad no va a ser como antes. Y mejor pensamos en cómo aprender en positivo porque puede que no esté en nuestra mano volver a las rutinas de antes. Ánimo, que somos jovencitos todavía 🙂

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