Otro pueblo sin cobertura para el teléfono móvil (en mi caso, Euskaltel, que usa la red de Orange). No deja de sorprenderme que haya pueblos así. Claro que uno vive contaminado de prejuicios del mundo moderno y se piensa que todo el monte es orégano, o sea que la cobertura de móvil es universal. Aquí en Serradilla del Llano me dijeron que (como ya pasó en Taravilla) subiendo hacia el depósito de aguas tendría cobertura. Eran algo más de las seis y media y allí estaba yo, con una subida extra no prevista en el libro de ruta. Joder, qué manera de sudar. Y más arriba. Y más. La hostia, que no hay cobertura. ¿Ah, era de Orange? No, de esa no hay cobertura. Cagontó. Empapado en sudor. Menos mal que los dos bares del pueblo tienen wifi. Un detalle.
Avelino, el dueño del centro de turismo rural, ya me ha dicho que de vez en cuando pasan ciclistas haciendo la Transiberia. Hasta me ha hablado de otro de Bilbao que iba solo y que lo hizo de un tirón. ¿Quién eres? Represéntate. Hola, compañero.
Resulta que me han contado que aquí en este pueblo la gente emigró sobre todo a Erandio, Barakaldo y Basauri, en el Gran Bilbao. Donde había trabajo, así de sencillo. Aquellos años sesenta fueron la leche. La despoblación cambió para siempre el futuro de esta gente. Aquí son ahora más o menos 90 habitantes, de esos 60 con más de 75 años. Hace ya tiempo que no hay escuela. ¿Qué futuro espera? Menos mal que tienen una «fábrica artesanal» de jamones que emitía un agradable eau du porc en la calle.
La vida en verano empieza por aquí a eso de las nueve de la tarde. Es entonces cuando la gente decide que la temperatura es soportable. Y la diversión: raja que te raja de lo divino y de lo humano. Política (de cabrones para arriba) y fútbol (solo parece haber dos equipos en el mundo) son los temas. Y bien que me puse al día porque tenía que dejar la ventana abierta para que entrara algo de fresco mientras trataba de conciliar el sueño. Ya me costó entre el James, Benzema, el rubio de Messi y cómo se debería aplicar la pena capital a todos los políticos, y al coletas el primero. Solo transcribo.
La etapa ha sido solitaria al completo durante los primeros 50 kilómetros si exceptuamos un agricultor con el que me he cruzado con su cuatro latas más allá del 45. Por lo demás, ningún humano a quien saludar. Solo al llegar a Villasrubias pude charlar un rato con la señora que atendía el bar. Me preguntó de dónde venía y otra vez la misma canción: que estoy loco, que si no me da miedo, que esto y que lo otro. Pues ya ve, señora, a mí no me gusta la caza del jabalí, que era el tema de conversación allí. Mira que soy raro.
Antes los reyes de la fiesta habían sido pinares y rebollares. Y si aflojaba el ritmo y entrábamos en zona umbría allá aparecía el disciplinado ejército de insectos en alineación de combate. Los unos a colocarse frente a los ojos y los otros más zumbones a por las orejas. La avanzadilla posaba sus patas donde podían. A ratos de locura. Señora, lo reconozco, una locura lo de los insectos voladores. Lo de dar pedales cuesta arriba es una broma comparado con ese suplicio. Detenerse es morir. Vale, exagero. Pero menos.
La etapa de hoy ha sido de pista ancha y pedaleo ágil. Aunque no hay forma de no hacer los más de mil metros de desnivel acumulado de rigor de cada día (hoy 1.342), la media ha sido de más de 17 kilómetros por hora lo que quiere decir que sí, ha pasado rápida para lo que es esta ruta. A las dos ya estaba en Valverde del Fresno y eso que he andado suave la última parte.
Un par de susedidos ya hemos tenido. El primero es la cantidad de polvo que se cuela por todas las partes de la bici. He tenido que parar en dos ocasiones a limpiar un poco y engrasar la cadena. El polvo se come el aceite a velocidad de vértigo. El segundo asunto ha sido un poco más delicado. De repente, en mitad de la pista me he encontrado con cuatro perros de considerable tamaño y que se han venido hacia mí ladrando con muy mal aspecto. Miro a un lado, a otro, joder, pues si aquí no hay nada. ¿Qué hacen aquí estas bestias? Pongo la bici entre ellos y su presa, pego cuatro gritos y se acobardan un poco. Uno de ellos parece que quiere hacerme la envolvente por detrás. Será capullo. Bueno, al final no ha pasado a mayores y andando he salido del paso, piedras en mano. Los cuatro perros se han quedado allí, en mitad de ningún sitio. Con lo bonitos que son los zorros y los corzos que me voy encontrando día sí y día también. Perros, esos grandes amigos del ciclista.
La etapa de hoy debería haber terminado en Navasfrías pero allí solo se alquilan casas rurales completas porque ha cerrado un centro de turismo rural. Así que al llegar a El Payo, en vez de seguir el track, he tomado dirección San Martín de Trevejo para llegar aquí a Valverde del Fresno donde termina mi etapa. En El Payo había mercadillo y han caído un par de plátanos, gran invento de fruta para el ciclista. Pelín surrealista el bar donde he realizado avituallamiento líquido con gente hablando en francés, algo parecido al portugués y castellano. Emigración y aislamiento son las causas.
El asunto del habla de esta parte tiene su miga. Os copio de la entrada de la wikipedia sobre Valverde del Fresno:
En Valverde del Fresno y en general en el valle de Xálima existe un dialecto que prevalece desde el siglo XIII por colonización del norte de la península. Este habla con múltiples denominaciones genéricas: Xalimés, Valegu, A Fala D’acá, A Nossa Fala, es hablada por unas 5000 personas en el propio valle más unos 3000 emigrantes. En Valverde esta singularidad lingüística recibe el nombre de «Valverdeiru» ó «chapurrau», en la vecina localidad de Eljas se llama «lagarteiru» y, en San Martín de Trevejo, «mañegu». Existe gran controversia sobre su origen, si bien, por encima de cualquier valoración lingüística hay que destacar el hecho sociológico de la existencia de numerosos apellidos, denominaciones de lugares, arquitectura e incluso gastronomía de origen evidentemente astur-leonés y gallego-portugués.
Lo de gente hablando en francés tiene que ver claramente con emigrantes que han vuelto de vacaciones. Ah… y estaban de boda. Todo muy entrañable. Gallegu y asturianu, quién nos lo iba a decir aquí en el norte de Extremadura.
Voy a ver si doy una vuelta por el pueblo, que es bien hermoso, tiene cobertura de móvil, calle principal, hotel y varias casas rurales. Vamos, un pueblo pueblo. A disfrutarlo. Mañana más.
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4 comentarios
Oye, y si pinchas ¿cómo lo haces? ¿cuanto tiempo te lleva? ¿es jodido reparar en el camino?
Hoy he pinchado a 4km de casa, justo cuando empezaba una subida a un monte habitual. Me ha dado tanta pereza ponerme a ello allí (y eso que había hasta un banco al lado del bidegorri) que me he hecho los 4km de vuelta con la bici en la mano.
Con tanto tiempo para pensar, no he podido evitar acordarme de ti ¿que haría julen si le pasa esto en medio de ninguna parte? ¿cambiar neumático y tirar de bombona? ¿cuanto tardas?
Más de una vez me ha pasado en estos viajes. No es mayor problema. Llevo tubeless (menos probabilidad de pinchazo) pero si pincho y se vacía el líquido no queda sino meter cámara e hinchar. No debería llevar más de 15 minutos. Y te lo dice un torpe con las cosas de la mecánica.
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[…] gallego-portugués. Me ha recordado a otra fala, también con orígenes similares, que se habla en una comarca recóndita de Cáceres por la que pasé cuando hice la TransIbérica, de Sagunto a Oport…. Allí, en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, municipios del Valle de Jálama, […]