De Google a Alphabet: lecciones del capitalismo global

Hace ya un tiempo Google decidió transformarse en Alphabet. No se sabe si para que cada letra del abecedario refleje una de sus apuestas o porque inicia un giro estratégico en sus negocios. O quizá sea solo la gracia de cambiar la tipografía del logo y reestructurar el poder de su marca. Yo me quedo con otra interpretación: Alphabet es uno de los mejores ejemplos para comprender cómo opera el capitalismo global en el siglo XXI.

Quiero pensar que hubo una vaca lechera que es la que dio dineros a quintales. Giraba en torno a la publicidad contextual, ese gran invento pegado a un buscador que quería organizar toda la información que existe en el mundo. Fue solo el principio. ¿Ambición? Va a ser que sí. El capitalismo global no se anda con chiquitas y lo quiere todo. Es transversal, cotidiano, omnipresente. Es líquido. Es un olor que lo impregna todo. Pero de tanto convivir con él ya ni lo olemos. Es parte de la realidad y la define.

Pero Alphabet es la evidencia de que todo sigue en la línea correcta: adquiere más poder si cabe y los mercados lo celebran. Parece que subió en bolsa nada más anunciarlo. ¿Qué aporta Alphabet? Diversificación de la buena, con unas líneas de negocio muy claras: unas para salsear en nuevas posibilidades (Google X), otras que te pueden ponerte los pelos como escarpias (luchar contra el envejecimiento y alargar la esperanza de vida), otras centradas en hacer caja (el Google de toda la vida) y así más y más. Las cartas del poder sobre la mesa.

Alphabet es parte de nuestras vidas. Vive con nosotros a través del sistema operativo de millones de smartphones. Es la sangre del sistema nervioso que nos comunica. Por cierto, también meten baza en los sustratos físicos de esas comunicaciones, que de eso también hay que saber, por si acaso. Alphabet recorre a través de 28 letras el mundo de verdad. Y se posiciona frente a él como uno de los grandes estructuradores de nuestras vidas. Más allá de los estados nación, este tipo de organismos son los que mandan, en una relación simbiótica con la gente y sus estructuras sociales.

Los gigantes siguen creciendo. ¿Llegarán a ser dinosaurios que se extinguirán incapaces de adaptarse a algún fenómeno no previsto? El hecho de partirse en pedazos quizá sea evidencia de que aprendieron. Siendo muchos negocios a la vez es difícil que todo caiga al mismo tiempo. Si la caja no se llena como pensaban en uno de los cajones abiertos, no pasa nada. Se cierra y a otra cosa, mariposa. ¿Que una caja evidencia más capacidad recaudatoria? Entonces entra en acción su poderío y empiezan a comerse a la competencia bajo una premisa de fondo: el ganador se lo lleva todo.

Ya, que decís que siempre me pongo en plan cenizo. Será la edad y un miedo atávico a todo lo grande. Pero prueba a salir de Alphabet, antes llamado Google. ¿Acaso podemos? Hemos construido y alimentado un bicho que nos define como sociedad. Habrá que pensar en su buena fe, en que aquellos chicos que pusieron en marcha la compañía a mediados de los 90 son gente de fiar. Es otra opción. Porque poder, lo que se viene a decir poder, tienen como para cambiar lo que somos. No sé si la religión o los estados son capaces, pero Alphabet vaya si puede. A ver si tenemos suerte.