Sea con una simple alerta de Google o siguiendo lo que circula por Twitter, uno se pregunta dónde quedo sepultado el sentido común. El griterío es ensordecedor. Los medios de comunicación de masas se lanzan a por carnaza. Fagor Electrodomésticos, el grupo Fagor, la corporación MONDRAGON, las cooperativas en general… todo se mete en la cocktelera y zumba que te zumba a repartir información (sea esto lo que sea hoy en día). ¿Contrastar información? No hay tiempo para menudencias si el titular garantiza cierta atención del rebaño al que se dirige.
Blogs, muros de Facebook, artículos periodísticos, tertulias en radio y televisión, timelines de Twitter, todo hierve. Un micrófono o un megáfono, cualquier cosa sirve. Todos tenemos nuestra opinión y la escupimos. Con más gracia o con más mala uva, con responsabilidad o sin ella, pero la escupimos. Es una bacanal rabiosa, una marabunta que arrasa todo aquello de lo que habla. Y creo que en buena parte afectada por un efecto Streisand salvaje, verdaderamente descontrolado.
Eso sí, por momentos me quedo estupefacto por lo que escucho, leo y veo en grandes medios de comunicación. Sí, especialmente en los grandes medios de masas. Vendidos a la captura de audiencia, no se arrugan a la hora de repartir tremendismo. Y frente a ellos la gente de a pie nos empeñamos en seguir el juego. Con Twitter como letal ametralladora las frases ingeniosas pelean por entrar en escena. Todo el mundo puede acceder a la gloria. Nadie quiere desaprovechar la oportunidad de pillar carroña.
Ahora mismo todo está a flor de piel. Todo es emoción en carne viva, todo es pasional. No hay distancia frente a los hechos. Se nada en desconfianza, en sospechas, en culpabilidades. Se busca en el otro lo que no somos capaces de ver en nosotros. En la caza del culpable los boletos están muy repartidos. Parece que todos han comprado lotería: las socias y socios de Fagor Electrodomésticos, sus directivos, los miembros de su consejo rector y consejo social, los proveedores, los clientes, el Gobierno Vasco, el resto de cooperativistas de MONDRAGON, el mercado, el mundo. Sí, todo el mundo es culpable.
No sé cuánto de fea quedará la cicatriz pero será visible durante mucho tiempo. Sin embargo, estoy seguro de que llegará un momento en que esa cicatriz no nos afeará. Permitirá recordar. Será una marca que simbolizará ese mantra que tan bien quedaba sobre el papel y tan duro era de digerir en la realidad: el aprendizaje a través del error.
Todo baja extraordinariamente confuso ahora mismo. Hay remolinos y gente que puede llegar a sucumbir arrastrada por el constante remover de porquería. Para salir del agujero hay que dejar de cavar. Pero todavía seguimos cavando. Y todavía siguen cavando. De dentro y de fuera se sigue revolviendo la mierda. No queda otra: hay que buscar culpables.
El peor de los escenarios es la fractura social, la radical desconfianza de una parte de la sociedad respecto a la otra. El reto es tremendo: ahora hay que demostrar lo que se vale. Ahora sí que sí, ahora emerge una coyuntura realmente dura y que va a poner a prueba lo mejor de cada cual. No sé, a lo mejor primero en la terapia colectiva necesitamos sacar lo peor de cada casa. Desde luego el contexto actual es incapacitante. Bloquea la razón. Hay que dejar pasar un tiempo, pero tampoco puede ser demasiado. Tan solo el suficiente para que cada parte arrime el hombro y contribuya como el reto exige.
Ayer tuve un par de reuniones de trabajo con cooperativas de MONDRAGON. Ni que decir tiene que estamos en fase de bloqueo. Dicho esto, el lunes es día de trabajo. La distancia respecto a los hechos será buena medicina. Porque, insisto, el lunes es día de trabajo. Para todas. Para todos. No hay tiempo que perder. Imaginación y propuestas, a escena.
14 comentarios
Julen: o hasta ahora no has seguido otros temas en medios de comunicación o me extraña auq ete ‘alucines’ por lo que está pasando porque es lo que pasa siempre que hay ‘carne fresca’ desgraciadamente.
Así que mejor un fin de semana sin medios y el lunes a trabajar.
Quizá, Txetxu, es que no había tenido un tema de estos tan de cerca. Me recuerda en parte, a la experiencia por la que pasó Lorena cuando el asunto de las fotos de chicas en la Universidad de Deusto. Eso sí, aquello acabó siendo un bulo y esto, desgraciadamente, es «realidad». Al margen de lo delicado del asunto, seguir de cerca cómo se mueve información ante este tipo de historias, es todo un ejercicio del que aprender y sacar conclusiones, para lo bueno y para lo malo.
Está claro que ahora estamos en medio del tsunami, pero yo creo que hay también un déficit importante de comunicación desde dentro de MCC. A mí siempre me ha parecido muy opaco el estilo (in)comunicativo de la Laboral, Lagun Aro, Fagor etc.
Creo, Gari, que este es un clarísimo defecto. El mundo se ha abierto y las organizaciones, para bien y para mal, son más transparentes. Lo quieran o no. Y ahí las cooperativas no han dado un paso al frente, no son proactivas. Cien por cien de acuerdo con lo que comentas.
Julen, espero que la cicatriz no nos haga bloquearnos mas tiempo del debido. Mas de 2 dias seguro.
Queda la otra cicatriz a nivel de grupo. Que se instalen ambientes de desconfianza entre los órganos de gestión de las cooperativas que nos impidan avanzar y crecer.
Saludos
Pues nada, Eduardo, ahora llega el gran reto. Cómo pasar de la protesta a la propuesta…
Como dice Gari, falta comunicación, pero comunicación no es solo transmitir información, sino gestionar un grupo humano en unas condiciones dadas. La falta de comunicación genera marginación social y esta «marabunta» de la que hablas, Julen, es en parte una respuesta psicológica a ese sentimiento de marginación, exclusión y abandono (no entro en el tema de los buitres). El comportamiento de Fagor está siendo cruel y muy perjudicial en este sentido, pues está impactando en todo el grupo Mondragon y, por su capacidad tractora, también en la marca-país.
Estando de acuerdo con el comentario de Gari, es importante comprender que la falta de comunicación genera exclusión y abandono, es decir, marginación social. Y esto genera a su vez respuestas psicológicas dramáticas de diferente intensidad. Quiero decir que comunicación no es solo transparencia o derecho a la información, sino pura empresa. Por desgracia, la comunicación interna es una lucha perdida en este país.
Creo que no queda más remedio que dejar que pase un poco de tiempo
Amigo Julen: ya no te acordarás de mí,pero sí de ti.
De momento no quiero entrar a opinar sobre lo sucedido en Fagor; ahora hay mucho ruido, todos gritan, todos piden de «todo»…, hasta orejas.
Como cooperativista desde el año 80, aún lo soy (socio no activo…etc.)siento todo muy de cerca…y duele;pero prefiero esperar hasta que escampe la torrentera…,pero ¡lo que hay que ver,leer,oir…etc.; eso es la estampida del ganado.
Te veo ponderado, no implicado, templado…Más adelante descubriremos que, en el Sistema cooperativo que se quiere poner en crisis, como hoy todo valor solidario, resulta que sí tiene valores superiores al «poder y al oso caballero»…etc.
Cuando pase el uracan hablaremos…»per longum et latum».
Te anticipo una anécdota : los años 80 y 81 Fagor (Ulgor como grupo) cerró los dos ejercicios con pérdidas…Los socios de CLP acordamos, en Asamblea, destinar nuestros beneficios, para condonar las deudas de Fagor y así evitar la pérdida de puestos de trabajo; solo queda decir que sentí el orgullo de la solidaridad encarnada en una votación libre y contundente.
Quien dirige y gestiona también se equivoca…¿o no?.
Vale, tio. Sé feliz.
Lo importante para los medios es la noticia, el morbo, y a veces la realidad que hay en la noticia queda relegada a un segundo plano primando la audiencia que se puede conseguir con la noticia
Es que eso es lo sirve para vender, lamentablemente.
[…] en el blog sobre ello, pero he preferido finalmente tomar un poco de distancia para huir de la bacanal orgiástica en que se llegó a convertir el escenario con la sangre aún fresca. Y lo empiezo a hacer un 25 de […]
[…] la lujuria comunicativa alrededor de Fagor Electrodomésticos de estos últimos tiempos uno de los problemas parece ser la dificultad en entender cómo funciona […]