Hay ejemplos que escuecen. Pero sirven para dejar las cosas bien claras. ¿Personas? Esas cosas prescindibles cuando hay pérdidas… o cuando los beneficios no son los esperados… o cuando aun siendo más de los previstos… ¡¡me da la gana echar gente!! Suena a sainete y a farsa burda, pero parece la cruda realidad. Copio y pego la noticia que ha aparecido en diversos medios relacionada con Philips. En este caso la recojo de finanzas.com (el subrayado es mío):
La multinacional holandesa Philips obtuvo un beneficio neto en el tercer trimestre de 74 millones de euros, cifra que supera a los 48 millones previstos por el consenso de analistas. Sin embargo, la empresa ha anunciado que recortará en todo el mundo 4.500 empleos, medida que se incluye dentro de un plan para ahorrar costes por 800 millones. De estos despidos, unos 1.400 corresponderán a Holanda.
Ole, ole y ole. Esto es jugar con las cartas boca arriba. Veamos: si me cargo 4.500 empleos… ¿qué obtengo? ¡Eso es! Una empresa de gestión avanzada y políticas de vanguardia. Lo dice Frans Van Houten: quieren invertir en «innovación y en penetración de mercado». Y además, por las últimas noticias que publican en su sitio web tampoco les va tan mal:
- Philips anuncia un crecimiento en ventas del 6%; se inicia un plan de reducción de costes de 800 millones de euros
- Philips mejora su posición en el ranking Interbrand de las mejores marcas del mundo en 2011
Qué bien, qué bonito es el manejemén. Qué bonito el ranking Interbrand. Porque no hay más que leer lo que esta gente de Philips nos propone. Si es que se te saltan las lágrimas:
Royal Philips Electronics es una empresa cuyas actividades cubren todos los aspectos del cuidado de la salud y el bienestar, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas ofreciéndoles las innovaciones necesarias en el momento adecuado.
Ay, qué buenas son las empresas multinacionales, que velan por nuestra calidad de vida. Eso sí, la de sus empleados es otra cosa.
La última innovación: echar gente para reducir costes y ganar más dinero para los accionistas. Simple, simple, simple. No sé para qué tanto MBA cuando todo es más fácil. Miras la primera línea de la cuenta de explotación y… ¡no estás contento! Vaya, qué pena. Cuesta que crezca. Pero no lo consigues. Así que empiezas a bajar por el resto de líneas que no hacen sino restar a la cifra de arriba. ¡Maldita sea! ¡Demasiada gente! A saber lo que harán toda esa panda de vagos y maleantes. Puessss, ¡ya está! De acuerdo con el diploma de MBA que me gané con el sudor de mi frente, la gran decisión que nos permitirá remontar todavía más en el ranking Interbrand o el que sea está tomada: ¡a la puta calle 4.500 individuos! Ay, qué contento se iba a quedar Antúnez. Mira que tiene imitadores a gran escala.
Pues eso, que lo complicamos todo cuando las cosas son más sencillas. Consiste en eliminar gente. ¿Qué gente? Pues la estadística lo dirá. Alguien colocará una raya y quienes queden al otro lado, lo sentimos, «la colaboración que hemos mantenido hasta la fecha finaliza y esperamos que su futuro sea prometedor». Pero no aquí. La comunicación le llegará por carta. ¿Despedido? No, por favor. Es un cese en la relación contractual.
6 comentarios
¿Ves por qué ya no necesito blog?Tú escribes mucho mejor que yo.Bienvenido a Indignadolandia.
[…] esta mañana una entrada en el imprescindible blog de Julen Iturbe sobre la decisión de Philips de prescindir de 4.500 puestos de trabajo en aras de procurarse unos […]
Muy bueno, en el centro de la diana… Lo peor es que no hay arreglo, el dinero sigue su lógica… ¿a quién venderán sus maravillosos productos cuando no quede nadie con un sueldo sobre la faz de Europa? ¿y los gobiernos (los dueños del casino) no tienen nada que decir? En Las Vegas, los tramposos aparecían en el desierto comidos por los coyotes…
Tremendo 🙁
Es matemática pura. ¿Por qué Philips necesitaría «tantas» personas en su plantilla cuando ahora es capaz de triplicar su productividad gracias a las nuevas tecnologías? La cuestión es que las reglas del juego de la productividad han cambiado para siempre. La producción en el siglo XXI (producción digital) conduce a la eficiencia por encima del crecimiento. Es el principio del fin del empleo como forma de generar trabajo.
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