Un ecosistema se define, según la wikipedia, como «un sistema natural que está formado por un conjunto de organismos vivos (biocenosis) y el medio físico en donde se relacionan (biotopo). Un ecosistema es una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat. Los ecosistemas suelen formar una serie de cadenas que muestran la interdependencia de los organismos dentro del sistema». Se dice también que «tiene en cuenta las complejas interacciones entre los organismos (por ejemplo plantas, animales, bacterias, protistas y hongos) que forman la comunidad (biocenosis) y los flujos de energía y materiales que la atraviesan».
Esta idea de ecosistema la hemos encontrado repetida en bastantes de los casos que hemos analizado como economía abierta. Quizá el más evidente sea el Tourism Revolution Ecosystem, pero no es el único. A veces de forma explícita y otras de forma implícita, la idea de fondo es el equilibrio (inestable) y la interdependencia de las partes. Algo así como una especie de destino compartido en lo colectivo más allá de la propia unidad empresarial.
Esta idea me parece muy importante porque da un paso en la línea de tender hacia fórmulas colaborativas y no sólo competitivas. Si aceptamos la interdependencia es más fácil jugar a cooperar con otros agentes. El mercado se rige, por supuesto, por leyes de competencia. No es tanto ir del blanco al negro o viceversa, sino considerar lo que se gana cuando se desarrollan más actitudes de colaboración que de competencia. Porque la primera es expansiva y la segunda reduccionista.
La complejidad de agentes implicados en la economía (¿algo no lo está?) requiere una visión tanto vertical como horizontal de la estructura de estos nuevos ecosistemas. Todo parece interconectado y mantener relaciones variables según las leyes de las redes distribuidas. Los tiempos líquidos provocan un flujo constante de oportunidades que sólo lo son para aquellos agentes del ecosistema capaces de adaptarse a los cambios. Y la buena noticia es que eso se puede hacer de formas muy diversas. Se admite una tremenda diversidad de organización, pero la clave de competitividad es dejarse llevar por la corriente y desarrollar el sentido del equilibrio. La fuerza de la ola no tiene por qué llevarnos sólo hacia un sitio; somos nosotros quienes nos desplazamos sobre ella para ir hacia un lado u otro y con cierta velocidad. Pero lo que no podemos hacer es ir en el sentido contrario en el que viene la ola.
Sentirse parte de un ecosistema abre mentes. Genera una nueva dinámica de relación con quienes coopites. Por encima de todo queda el sentido de que compartimos algo grande, una transformación en marcha que no termina nunca. Por eso conviene preguntarse cuál es el ecosistema al que pertenecemos como empresas. Más allá de la visión, misión y valores individuales de un agente del ecosistema, dónde está la razón de todo esto. En cierta forma, tiene también que ver con el sentido de propósito que también hemos analizado en el marco de la investigación sobre economía abierta.
Y sí, todo esto tiene que ver con la potencia que da sentirse colaborando y no tanto compitiendo. Cosas simples.
10 comentarios
¿Eres consciente de que el biotopo es el neoliberalismo?Lo digo porque te veo altas las endorfinas.
Perfecto y oportunísimo. Me viene de perlas que hables de esto. En los últimos meses «ecosistema» es el palabro que más he repetido. Tengo claro que no habrán empresas abiertas, wikiempresas o empresas 2.0 sin un ecosistema que las haga sostenibles. Necesitan ese «hábitat» común o «medio físico» compuesto por interdependencias singulares que potencien sus fortalezas y atenúen sus debilidades. Me alegro además que hables de esto:
1) «Ecosistema» = Se basa en «interdependencias» (no «independencia» egoista de organismos vivos en plan «viva la pepa») = «destino compartido en lo colectivo» = «sentido de que compartimos algo grande».
2) «Ecosistema» = Equilibrio inestable = Relaciones complejas = Sinergias entre complementarios
3) «Ecosistema» = Se puede hacer de formas muy diversas = Biodiversidad «organizacional» = redes de autonomos, empresas 2.0, cooperativas indianas, y un largo etc.
Lo realmente importante es el cambio de chip mental que conlleva esto. Por ejemplo, ¿Por qué en los planes de negocio de los emprendedores hay un capítulo inexorable que se llama «Análisis de los competidores» y no hay uno tan importante o más que éste que lleve el nombre de «Análisis de complementadores» o «Ecosistema de la futura orgnanización».
Seguiré dándole vueltas al tema, y lo mismo escribo algo, ya que le has metido el microscopio…
Enhorabuena, tiene tela el asunto…
Pero Julen, un bazar, la quintaesencia del mercado, siempre fue eso. La visión unidimensional, protestante, del mercado es la que puso el acento en la «competencia» y lo deshumanizó. En el bazar, como en el foro, los cadíes hacen arbitrios, los filósofos se encuentran con sus discípulos, vuelan las noticias, se hace política y, claro está, también se vende y se compra. Pero es un todo orgánico, la idea cancerosa es reducir -a lo anglo- el mercado a la transacción monetaria, las complejas interacciones culturales del bazar al mecanismo de precios.
Otro interesante post Julen 😉
Yo creo que para poder conseguir ese equilibro del ecosistema del que se habla en el post, es necesario disponer previamente de un hábitat adecuado, esto es, para que tengamos buenos tomates primero tendremos que disponer de una buena semilla y una buena tierra, una buena orientación para unas buenas condiciones ambientales, luego habrá que cuidarla, regarla si no llueve, quitarle los brotes axilares, etc. lo que quiero decir es que, en nuestro intento de control, muchas veces empezamos construyendo el sistema de una manera poco o nada natural…, si queremos nuevas organizaciones más abiertas, quizás no nos sirvan las empresas abiertas…, ¿podemos convertir un tomate en una lechuga…?, todavía habrá algún científico que responda que sí…, mediante transgénicos o vete a saber tú que otros inventos antinaturales 🙁
Yo creo que necesitamos: primero PERSONAS, luego actitud (de aprender, de innovar, de emprender, de cooperar) y echar a andar o «learning by doing» en búsqueda de nuevos caminos que nos llevarán a alternativas reales, así de sencillo 🙂
David, a mi tambiñen me gusta el concepto de bazar, y el de los mercaderes de antaño que permitían una mayor una mejor experiencia en la venta e incluso en el intercambio de mercancías, como comentaba tu compañero @versvs en un post, salu2!
Si me permitís ;), voy a aprovechar esta oportunidad para referirme al hábitat y al ecosistema, como dos conceptos que hemos utilizado como base de nuestro nuevo proyecto de trabajo colaborativo/cooperativo denominado OpenKoop que hemos presentado y hecho público esta misma semana, si estáis interesados podéis seguirnos en el blog del proyecto 🙂
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[…] unos meses Julen Iturbe publicó un post sobre mercados y ecosistemas donde, a raíz de su investigación sobre Economía Abierta en la EOI, ponía al Tourism Revolution […]
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[…] Julen opone el ecosistema de las empresas abiertas al mercado. Sin embargo el bazar, la quintaesencia del mercado, siempre fue eso. En el bazar, en el foro, los hombres buenos hacen arbitrios, los filósofos se encuentran con sus discípulos, se mantiene el culto religioso, vuelan las noticias, se hace política y, claro está, también se regatea, se vende y se compra. La visión unidimensional, protestante, del mercado que pretende reducir las complejas interacciones culturales del bazar a una mera serie de transacciones monetarias, nunca habló de la realidad, sino de un deber ser de teología bárbara. Vindiquemos el mercado, la plaza como se le llama todavía en muchos sitios, el bazar, el foro. No le regalemos la definición de la más hermosa institución de nuestro acerbo histórico a quienes no pueden entenderla. […]