ZEMOS98 crece. Un colectivo cultural contagia virus, se enreda en la maraña de ilusiones que lo hacen posible. Crece y asimila los estándares de una organización en el siglo XXI: eficiencia. Necesita ser eficiente. Tiene que mirar al corto plazo porque mañana por la mañana hay que meter alimentos en el congelador. Crecer, que no desarrollarse. He aquí el peligro.
La cultura se hace empresa. Necesitamos una organización donde hay que distribuir roles. Una persona es imperfecta en sí misma. Nadie dispone de todos los roles de Belbin. Pero cuando miras a un colectivo, puedes empezar a verle la lógica. ¿Qué pasa si creces por homofilia? Te juntas con quienes son como tú. Pasa que construyes una secta. Muy a gusto con nosotros mismos, muy a gusto con nosotras mismas. Una falsa filé de encefalograma plano.
¿Por qué no renegar del estándar empresarial? La cultura debe desarrollar las paradojas del sistema en que no puede no vivir. ¿Es un problema de escala? No, es una solución a través de la escala. Porque el proyecto cultural puede jugar con la contradicción y explotarla. Siempre me gusta pensar que es un ejercicio de inteligencia. A la intensa emoción de la cultura hay que contraponer los fríos métodos de la inteligencia. Sí, podría ser una contrainteligencia emocional. En las filas del enemigo sistema hay multitud de huecos donde crear.
Me parece más interesante olvidar la cultura empresarial y nadar en otros mares. Cuando se crece conviene no perder de vista que cada persona sigue manejando la escala de su «micro». El conjunto, cuanto más grande, menos significativo, más diluido, más difuso. Es difícil conectar con la gran empresa. Sólo un mensaje simple y potente emocionalmente sería capaz de reconectarnos emocionalmente con esos grandes proyectos. Mozilla dice que quiere una Internet pública, abierta y accesible; eso funciona. Pero estos mensajes son muy raros en la escena actual.
Ya he dicho hace mucho tiempo que hay que destruir las empresas para reconstruir el marco de relaciones. Necesitamos reconectarnos como personas. Una persona necesita a otras personas. La construcción colectiva nos define. Pero hay que desandar camino. La cultura empresarial ha inundado un mundo que vive de sus eficiencias y sus productividades, que mide todo para generar escasez artificial: sólo hay un lugar para un primer puesto. Y la carrera de la rata hace mucho tiempo que comenzó.
ZEMOS98 tiene un proceso de reflexión en marcha sobre su próximo festival. En el fondo es un problema de escala, de contradicción, de biopolítica, de manejar la incoherencia y disfrutar con ella.
1 comentario
El estándar dominante del siglo XXI no es la «eficiencia», sino la «eficacia», y ya sabemos que se puede ser más eficaz (incluso más eficiente) sin crecer.
Por cierto, la cultura es con diferencia la actividad “económica” que menos depende de las economías de escala.
No entiendo bien por qué la emoción se tiene que llevar tan mal con la inteligencia hasta el punto de que hablemos de «contraponerlas». Hay emociones de muchos tipos, algunas utópicas, y otras tóxicas, pero también las hay muy inteligentes. Sostengo, como sabes, que no hace falta destruir las (pequeñas) empresas para reconectarnos como personas, ni para desandar el camino.
Y en cuanto a disfrutar de las incoherencias, pues mira, prefiero intentar el camino (a menudo incómodo) de buscar la coherencia, pero por supuesto, sin dramatismos. La coherencia es mejor que la incoherencia, la mires por donde la mires.
Otra cosa es que aprendamos a navegar por territorios complejos (como es el de intentar vivir-de-la-cultura) sabiendo que hay un sinfin de conflictos y paradojas que allí nos esperan. La paradoja encierra casi siempre una oportunidad de superación, o por lo menos, cultiva la inteligencia. Las incoherencias desgastan, y generan desconfianza.
La cultura bien entendida es, para mí, aquella que funciona como los buenos árbitros que no se hacen notar en un partido.
No hagamos de la cultura algo tan sofisticado y diferente a todo lo demás. Y si quieres vivir de la cultura, es decir, ser un profesional, entonces debes saber que tendrás que gestionar bien unos recursos y tendrás que salir al mercado a ofrecer lo que sabes hacer. No veo que esto sea tan diferente a vender consultoría o a montar una zapatería. Otra cosa muy distinta es si quieres hacer cultura como hobby, como acto creativo sin más.
El lenguaje bélico no ayuda a construir. No veo tanta guerra, ni enemigos, ni necesidad de destrucción. Apuesto por las emociones inteligentes, por una cultura que aproveche lo mejor de la empresa, y por una (nueva) empresa donde quepa la cultura. ¿Y por qué no?