Me voy a UrbanLabs. Más bien con la curiosidad de espectador. Con la curiosidad de ver y sentir la interacción humana. Con tecnologías por detrás. Como ¿motor?, ¿disculpa? ¿Es lo de siempre pero ahora con una cosmética capa de esperanza tecnológica? Suelo decir que la comunicación cara a cara es, hasta la fecha, la mejor forma en que las personas se relacionan. No sé si cambiará en próximas generaciones, no sé cómo serán las experiencias con mediación de tecnología superavanzada. Ahora mismo sé que el espacio íntimo que surge de la interacción física es poderoso motor.
Por allá hay todo un complejo programa, con diferentes áreas de trabajo. Temática desmenuzada que no puede sino asumir las limitaciones de la interacción física: es curioso comprobar cómo algunos talleres ya están «llenos». ¿Llenos? Así de simple se evidencia que la tecnología de interacción directa e interpersonal pasa por el obligado peaje del número de Dunbar u otro similar. El espacio como limitación.
¿Tiene que ser así?, ¿las cosas necesitan ser controladas para asegurar que los límites cumplen la función de conducir a los humanos en rebaño?, ¿será esto también así en el futuro? Yo sé de mi alergia a las multitudes mayores de tres personas. Los grandes proyectos, las grandes aglomeraciones de gente, las multitudes sabias, la explosión innovadora en metrópolis del siglo XXI. Mucho parece que sucede en la agregación de personas: cantidad para generar calidad. La tecnología genera espacios de tratamiento de información másiva. Nada que ver con nuestros límites fisiológicos. Pero estos están ahí, perennes, impasibles al paso del timpo.
UrbanLabs, desde mi punto de vista, es un laboratorio de experimentación. Por eso convendría que hubiera puestos elevados con cámaras observando la interacción social que suceda. Movimientos físicos que acompañan sentimientos y agrupan en forma natural a las personas alrededor de complejos campos magnéticos. ¿Qué atrae?, ¿qué distancia?, ¿cómo se establecen las conexiones?, ¿simple atracción física?, ¿compleja química que inunda el ambiente y provoca la aproximación entre nodos? ¿Hay alguien capaz de predecir la interacción?
Vivo en la contradicción de que «bien sale lo que bien se planifica». Como queremos éxito, desmenucemos un programa, atomicémoslo porque, si no, es inabordable. En la leyenda urbana a la que nos agarramos hay un par de párrafos que deben hablar de que los humanos necesitamos espacios reducidos, espacios limitados. Mientras las multitudes son el lugar donde conviven el anonimato y la emergencia, los espacios íntimos son el lugar de la participación y el compromiso. UrbanLabs juega a experimentar la paradoja de los límites de la relación interpersonal con la contribución masiva que parecen soportar las tecnologías.
Ya veis que me he hecho una película, mi película. Una explicación más racional encontráis en el propio sitio de UrbanLabs o, por ejemplo, en un reciente artículo de Juan Freire. Como quiera que ando revuelto, llevo una pizca de excepticismo conmigo y una cucharadita de afecto por Ramón y compañía. Y será oportunidad de conversar allí en el CitiLab de Cornella con gente a la que aprecio, como Alorza o Michel Bauwens, alma mater de P2P Foundation.
3 comentarios
Compartiremos el espacio y la fascinación. Por allí nos encontramos, espero verte.
Mucho networking es lo que va a haber. Seguro que lo pasamos bien. A mí me pasa que, cuando disfruto, aprendo.
@odilas, un placer haberte conocido. Ahora sólo queda seguir conversando.
@alorza, pasar lo pasamos bien, ¿verdad?