Hace unos días (el año pasado) escribí acerca de lo hiperlocal a cuenta de Innobasque y su idea de trabajar la innovación teniendo en cuenta, entre otras cosas, el territorio. Como había leído cosas en esta línea a Juan Freire, me puse con ello y enseguida redacté el artículo.
Pero, en realidad, de mi contacto inicial con Innobasque y de otra reunión que mantuvimos ayer, se me han quedado otro par de ideas que me interesen quizá hasta incluso más que la planteaba. Estas ideas tienen que ver la de innovación social y con la creación de una comunidad de personas comprometidas con la innovación. De momento, me centro en la primera.
Casi seguro que «innovación» se asocia en buena parte del entramado empresarial de este país a tecnología, diseño, producto, en general, elementos tangibles. Además, en buena medida, es una palabra que ya está afectada de afasia de Wernicke. Por eso prefiero pensar en positivo al observar que una de las áreas de trabajo de Innobasque sea la innovación social. Pero el movimiento se demuestra andando y mirar a la sociedad y su evolución en cuanto a las formas de comunicación.
Si el área de Innovación Social de Innobasque no se mueve (también) en el plano de la web social, me temo que fracasa en su navegación por territorios innovadores. No es que aquí debamos leernos todo lo que Danah Boyd, Peter Kollock o Howard Rheingold nos lanzan desde su cultura americana, pero sí que es importante que entendamos que hay una etnografía digital digna de ser considerada alternativa social de los humanos de comienzos del siglo XXI.
No hay que olvidar que «social» es lo relativo a la sociedad y ésta, según la RAE, es una «agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida». Es decir, que sociedad y cooperación van de la mano. Y ésta última dispone de un estupendo arsenal pacífico de tecnologías. Podéis consultar el estupendo documento del Institute For The Future: Technologies for Cooperation.
Desde mi perspectiva no me cabe duda de que, por ejemplo, la forma en que colaboramos para aprender en Aprendices es un ejemplo de innovación social. Y no es que me quiera poner pedante, que no es eso. Es simplemente que la interacción que generamos -relajada a veces, intensa otras- supone una forma innovadora de relación entre humanos gracias a las posibilidades que nos ofrece toda esta parafernalia de herramientas 2.0.
Y una última cuestión. Ayer en la reunión con Innobasque para acordar un planteamiento global de colaboración que dinamice sus actividades desde la web 2.0, todo el tiempo revoloteó sobre nuestras cabezas la limitación del tiempo. A quienes tienen una vida laboral intensa y dedicada parece que esto de la web 2.0 les da miedo porque les puede conducir a más dedicación. Borja lo expresó directamente en su primer artículo de BFA Mugalariak.
Tiempo, eso que a todo el mundo le falta. Pero, sin embargo, Aprendices existe y ninguna de las personas que participamos en ese proyecto nos planteamos con angustia la limitación de tiempo. ¿Por qué? Porque disfrutamos. Creo que esta es la razón última. Porque la angustia respecto al tiempo tiene que ver en buena medida con la lacra social de sentirse culpable por el simple hecho de dedicar tiempo a algo más o menos relacionado con el trabajo.
Creo que una línea de trabajo en Innobasque, desde la perspectiva de la innovación social, debería ser la reconceptualización del «trabajo» en nuestras vidas. Eso de seguir sintiéndolo como un castigo divino hace mucho daño. Por eso la ética hacker es una de las líneas de investigación de ObEa, nuestro grupo de investigación de empresa abierta.
2 comentarios
Bien,Julen, bien; me agrada tu enrolle en todo lo que suponga ayuda;eres lito; ayudando te ayudas.
«¡No tengo tiempo!» es la más socorrida huida de todo ciudadano que vadea un eventual compromiso con la realidad emergente que suponga o no un cambio, descoloque o apretar las meninges.
La durabilidad de la existencia no es igual para todos los ciudadanos, pero «el tiempo», mientras duramos es igualito para todos (24 horas al día); solo nos diferenciamos en el destino dadoa ese tiempo; y lo destinamos en función de «nuestra propia gerarquia de valores»…
Naturalmente será distinto el destino de nuestro tiempo, si el primer valor es el € o si lo ¿?.
Supongo que habrás conocido, como Responsable de «innovación social» de Innobasque a mi buen amigo de siempre y ex-compa profesional durante años en Mondra.
A ese, voluntad de servicio no le va a faltar, incluso ni tiempo para ello.
Dale besos, cuando le veas.
Vale.
jjamlo, de tu parte y en los morros 😉