Y vuelta atrás. Cuanta más tecnología intermedia en la comunicación. Cuanta más digitalización aflora en nuestras empresas. Cuanta más Intranet. Cuanta más expansión de las capacidades de los humanos para comunicarnos. Entonces me paro y vuelvo a considerar la importancia de la comunicación cara a cara, la más intensa y poderosa.
Voy a tratar de exprimir al máximo los momentos en que compartimos tiempo y espacio. Sigo trabajando en un proyecto donde el cliente empieza a diluirse para terminar siendo también mi (nuestro proyecto). Tratamos de ir más allá con los equipos que tenemos conformados. Y esos equipos viven con los condicionantes de un entorno de trabajo en el que las máquinas entorpecen la comunicación. Y cuando buscamos espacios comunes, para una vez al mes contarnos nuestras cosas, entonces lo veo. Veo que la comunicación cara a cara es causa de grandes éxitos y grandes fracasos.
Por eso quiero organizar una jornada de trabajo. Mirarnos hacia adentro y hurgar en la forma en que compartimos con los demás ese momento de tiempo y espacio unidos. Ahí, cuando alguien dirige la palabra a los demás, cuando dirige la mirada, cuando hay todo un cuerpo que se manifiesta; ahí hay una gran oportunidad. Este mundo digital necesita la comunicación cara a cara como el comer. ¿O es que no sentimos la necesidad de traspasar el blog y hablar con quien está allí escribiendo? Si no fuera así, entonces sí que tendríamos un verdadero problema.
Así que vamos a trabajar nuestras habilidades de comunicación interpersonal. No se trata de enseñar, se trata de mirarnos y aprender. Se trata de generar más energía. Quiero que se produzca ahí, en ese momento. Para eso espero servir como consultor. Para ayudar a darnos la vuelta sobre nosotr@s mism@s y dejarnos acompañar por quienes nos acompañan. Es una manera de aprender compartiendo. Espero valer para esto.
Technorati tags | comunicación interpersonal
7 comentarios
Leyendo tu post me ha recordado un artículo de Maruja Torres del pasado domingo 5 de febrero en EL SEMANAL de EL PAIS. En este artículo venía a decir de que, a pesar de que ella solia comprar los billetes de avión por Internet, la encantaba todavía ir a una oficina de Iberia a mirar a los ojos al empleado.
Esto me hizo reflexionar, porque al final, lo que no te da la comunicación no presencial es precisamente toda la gama de comunicación no oral: lo que expresamos con nuestro cuerpo: miradas, posturas, movimientos… Y esto es bastante importante para los humanos (a veces una mirada vale más que mil palabras)
Uf, he releido el comentario y me ha salido fatal de redacción. Eso me pasa por no releer antes de publicar. (Perdona, pero creo que la idea está clara).
Una vez más estoy totalmente de acuerdo.
Internet, la digitalización, los nuevos medios de comunicación complementan perfectamente la comunicación interpersonal, pero en ningún caso deberían sustituirla.
Una vez más los perseguidores de «ahorros» utilizan la automatización y las nuevas formas de comunicación para hacer lo único que saben: ahorrarse personal y ahorrarse gastos, pero actuando de esta manera destruyen la comunicación, el valor, el contacto con el cliente,…
La comunicación entre las personas «compartiendo tiempo y espacio» es un lujo que tiene una gran potencia y, habitualmente, aprovechamos a medias. Por eso, me parece un propósito encomiable el que te planteas de exprimir a tope esos momentos.
Sobre los ahorros de la automatización, creo que hay algunas interacciones en las que el contacto personal aporta bien poco. Tal vez, si se automatizan estas interacciones habrá más posibilidades de comunicación fructífera en en aquellas otras en las que el contacto personal sí es importante.
Has dado en el clavo. Para mí lo que realmente alimenta es el contacto con el otro. Por eso incluso los animales que se quedan solos sin sus dueños mueren de inanición (de cariño, de amor).
Pero muchas veces en esto de la comunicación humana, confundimos los fines con los medios. Nos quedamos asombrados de las posibilidades de contacto que nos permite la tecnología, sin enfocarnos en el propio contacto, que es el fín. Sin contacto no hay conocimiento real, no hay aprendizaje, no hay alimento.
Si algo me trasmite y me aporta cada uno de los blogs, no es su contenido, sino el saber que detrás de eso hay alguien con unas inquietudes, anhelos y emociones que quiere compartirlas. Si supieramos que los posts los redacta el superordenador de la UPV, no creo que el impacto en cada uno de nosotros fuera el mismo. Por lo menos no en mi caso.
¡Brindo por el contacto analógico!
Carmen, se te entiende a la perfección, aunque no podamos desarrollar la amplia gama de detalles de la comunicación interpersonal. Pero lo mismo Plasencia no queda tan lejos…
Telémaco, al menos estas cosas tecnológicas también ayudan a encontrar nuevos horizontes. Lo que siempre sucede es que por detrás queda el gusanillo del contacto físico. Igual que ilustres bloggers acaban tomando cervezas, ¿no? Todo se andará.
Iñaki, no estaría de más que trabajáramos las reuniones porque la energía desperdiciada creo que empieza a pesar toneladas. En el mundillo cooperativo por el que ya sabes que me muevo más, las reuniones están en descrédito por exceso. ¡Qué triste llegar ahí!
Nice, yo creo que el contacto tiene una gran carga de percepción personal. Me refiero a que a veces un post en un blog es casi como una conversación en cierto plano de complicidad. Lo paradójico es saber que no hay privacidad y al mismo tiempo reconocer que procuramos ser auténticos. Mis amigos de Administraciones en red hablaban sobre estas cosas de la transparencia, un tema que por aquí también hemos comentado. En cualquier caso, como ya había escrito en algún otro post quizá vivimos en un mundo en el que necesitamos lo digital para llegar a la autenticidad analógica. Ésta, por suerte, es más intensa. ¿Todavía?
Ayer vino un montón de gente, unos de almería, otros de barcelona, otros de malaga, de madrid, de galicia y se reunieron en el aeropuerto de Barajas ¿y qué? Podían haberlo hecho por internet, me parece un desperdicio de aviones para una reunión de 2 horas.
Después de la reunión con uno de los participantes estuve en la cafetería de la terminal 2, donde se ven despegar los aviones, enfrente uno del otro, mirándonos a los ojos. Sin embargo no creo que sepa nada de él , ni que realmente tenga su verdad, ni él la mía.
Nos comunicamos ¿era broma? ¿era serio? Le miraba a los ojos y él a mí y sin embargo no cambia nada a nuestras conversaciones telefónicas o a través del mesenger. Sigo sin saber si lo que dice es verdad o no.
Yo tampoco cuento toda la verdad y aún así le aguanto la mirada, he aprendido a hacerlo.
Las cosas que nos dijimos ¿Significan lo mismo en su idioma y en el mio? ¿Entendió lo que quise decir?
Si yo misma no sé qué quiero ¿como voy a poder expresarlo bien?. Si él se contradice ¿con qué palabras me quedo, con las primeras, con las últimas?
Las palabras no bastan, no hay palabras para describir bien las emociones, los gestos indican algo más. Tantos cursos de comunicación solo producen en mí montones de dudas, no me aclaran más.