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El cooperativismo y sus reuniones… presenciales, por supuesto – Consultoría artesana en red

El cooperativismo y sus reuniones… presenciales, por supuesto

by Julen

Creo no equivocarme si afirmo que uno de los rasgos distintivos del cooperativismo de MONDRAGON es la relevancia que otorga a las reuniones presenciales. Hablo de esas en las que compartir tiempo y ciberespacio.  Será que sí, que el roce hace el cariño. O vete tú a saber qué.

El pasado día 5 de enero tenía cabalgata de Reyes Magos en Portugalete por la tarde. En el séquito de Baltasar, como ya es tradición desde hace unos cuantos años, desfilaba mi pareja. Imposible no estar allí. Además, he estado estos días metiendo horas intensivas como aitite. O sea, un día 5 de enero que estaba marcado en mi calendario. Ya sabía desde hace tiempo que me comprometía con la gente que quiero. El caso es que estaba yo en esas cuando me invitaron, por la mañana de ese mismo día, a otro acto muy especial. En Eibar. Joder, día intenso para estar de travacaciones. Reconozco que se me pasó por la cabeza decir que no a lo de Eibar. Pero no lo hice. Y creo que fue lo correcto. Eso sí, me perdí los macarrones de mi cuñada, pero pude llegar a primera hora de la tarde, sin mayores problemas para estar presente en toda la ceremonia que preside esa tarde de cabalgata.

Esto que comento de Eibar tiene que ver con que el día 5 de enero a las 11:00 de la mañana Soraluce —una cooperativa con la que llevo trabajando varios años— había convocado una charla informativa especial. Días atrás había recibido un correo que comenzaba así:

Este nuevo Plan de Gestión se sitúa temporalmente en el ecuador de nuestro Plan Estratégico 2021-2024, en el año de nuestro Sesenta Aniversario y en el cierre del proyecto ITSASARGIA, que de forma voluntaria y participativa ha renovado nuestras Aspiraciones Básicas, proyectándolas a 2030 y definiendo así nuestros Ejes de Actuación Estratégica 2023-2030, para que sean los verdaderos cimientos de nuestra séptima década de historia, de nuestro Cuarto Ciclo de Transformación, de nuestra cultura y de la supervivencia de nuestro proyecto socioempresarial.

¿Cómo puede uno negarse a una reunión presencial en el Coliseo de Eibar junto a toda la plantilla de la cooperativa y con una presentación así? Imposible. Además, me habían concedido mis cinco minutos de gloria para presentar una iniciativa relacionada con la gestión del conocimiento en la cooperativa en compañía de uno de los responsables del proyecto general en que se inscribe. La charla, en su conjunto, se preveía desde las 11:00 hasta las 13:50. Luego, cómo no, lunch. Vivimos donde vivimos.

Durante la charla tomé algunas notas de lo que veía y escuchaba. Me retrotraía a los tiempos en que trabajaba en Maier y donde se llevaban a cabo dos charlas informativas anuales, una en primavera y otra en otoño. Pensaba también que, veinte años después, la esencia seguía siendo la misma: la liturgia del cooperativismo implica este tipo de encuentros. Una asamblea, un consejo rector, un consejo social, un consejo de dirección, una comisión de vigilancia, una reunión de colaboradores. Se terminará el mundo y puede que a los cooperativistas no los pillen unidos, pero seguro que sí reunidos. Lo escuché una vez allí en MONDRAGON  y se me quedó grabado a fuego.

¿Tan inherente es la presencialidad al modelo cooperativo? ¿La intermediación tecnológica que ha impuesto el coronavirus no ha hecho sino reafirmar el modelo? ¿Si me quitas la presencialidad no soy nadie? Antes de que comenzara el acto, quienes íbamos a tener participación activa micrófono en mano, habíamos quedado a las 9:30 para preparar la puesta en escena. Fue entonces cuando me dio tiempo a charlar un rato sobre tecnología al hilo del reciente fenómeno de ChatGPT (por cierto, mañana publicaré un artículo al respecto en el blog colectivo de #REDCA, la Red de Consultoría Artesana). ¿Nos sale sarpullido en el cooperativismo de MONDRAGON cuando eliminamos el contacto directo, el cuerpo a cuerpo?

Creo tenerlo claro: un acto como el del pasado 5 de enero es imprescindible en la arquitectura de gobernanza de una cooperativa. No puede no hacerse. Otro asunto es cómo avanzamos por esa delicada vía —siempre es cuestión de ajustar las dosis— entre lo presencial de toda la vida y las nuevas presencialidades que ofrece la tecnología. El cooperativismo necesita intensidad, necesita que cada cual entienda que su cooperativa es un medio de desarrollo personal, social y profesional. Así que no sirven solo las lógicas de la moderna y restrictiva productividad ligada al más con menos. Tenemos que aceptarnos en lógicas que se preocupan por lo socioempresarial. La improductividad de una charla informativa especial es absolutamente necesaria.

¿Deberíamos aprovechar mejor esos momentos cumbre que de vez en cuando ofrece la experiencia cooperativa? No me cabe duda de que esa charla ha llevado su tiempo de preparación. Se puede medir por el peso del archivo digital que contiene la presentación empleada, por el impacto emocional que se pretende conseguir o en tanto supone una experiencia de la que aprender en sí misma. Yo habría aprovechado para interactuar con quienes se sentaban entre el público —¿público es la palabra adecuada?— y obtener en vivo y en directo cierto feedback. ¿Me equivoco porque me estoy dejando llevar por mi productivismo? En sí fue un acto informativo, entiendo que desde la íntima asunción de que es nuestra obligación. Tenemos que hacernos entender. Si no, apaga y vámonos.

Una charla informativa delante de 200 personas impone. Es pura asimetría. Por un lado, la obligación de decirlo todo como hay que decirlo. Por el otro, ¿es solo escuchar? ¿Habéis entendido? ¿Es el mensaje lo que importa o es, sobre todo, la conexión emocional? 

Sigue siendo un territorio en el que explorar. Aunque forme parte de la esencia del cooperativismo, cada situación presenta sus circunstancias especiales. No es lo mismo una cuenta de resultados que otra, no es lo mismo un tamaño de cooperativa que otro, no es lo mismo un tipo de liderazgo que otro. Además, las nuevas generaciones se relacionan de forma diferente con el binomio presencial/online. Sin embargo, admitiendo un buen número de particularidades, ¿cuánta tecnología debe incluir ese intenso momento presencial? No olvidemos que el PowerPoint es tecnología, que la propia arquitectura del Coliseo es tecnología, que el micrófono es tecnología.

La pregunta es hoy en día más pertinente que nunca: ¿cómo me ayuda la tecnología en ese momento tan íntimo —a pesar de los cientos de personas— a conseguir una mejor conexión emocional? Y sí, podemos estar hablando de pura y dura irracionalidad productiva. Necesitamos tiempo y ya sabemos que este juega a la contra: cuanto más empleemos, menos productivos somos. ¿De verdad?

Imagen de Pexels en Pixabay.

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1 comentario

Isabel 17/01/2023 - 14:32

Tenía esta pestaña abierta hace días y no me falló la intuición: me interesaba de manera especial. Y me refiero a las preguntas que haces:
«Es pura asimetría. Por un lado, la obligación de decirlo todo como hay que decirlo. Por el otro, ¿es solo escuchar? ¿Habéis entendido? ¿Es el mensaje lo que importa o es, sobre todo, la conexión emocional? »

Añadiría algunas más relacionando (im)productividad y burocracia, pero claro, ¿cómo aligerarlo y mantener la transparencia? Quizá desde dentro, las nuevas generaciones ayuden con esto, pero la parte que tiene relación con la administración no hace sino empeorar.

Me quedo con tus preguntas/reflexiones, pero, sobre todo, con todo lo positivo que transmite la primera parte del post, esa en la que cuentas lo de las «horas intensivas como aitite» 🙂

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