Tenía pendiente leer un informe de Euskalit relacionado con la innovación y el modelo de gestión avanzada (MGA). En concreto, se trata de Gestión avanzada e innovación, factores de competitividad de la industria vasca 2022. Si no estás familiarizada con el MGA que desarrolló en su día Euskalit, quizá te pierdas un poco, aunque el documento es muy sencillo e incorpora datos muy interesantes extraídos de la actividad de Euskalit en torno a este modelo. Posee el valor de incorporar la realidad de lo que acontece en el tejido empresarial de esta parte del sur de Islandia en que vivimos.
Tiene en sus manos la primera edición de “Gestión avanzada e innovación, factores de competitividad de la industria vasca”, un informe en el que podrá encontrar datos y evidencias sobre el estado de la gestión, así como su interpretación; desde una visión global hasta el caso concreto de las empresas industriales y de servicios conexos en Euskadi.
El documento argumenta la competitividad desde el empleo del MGA y, en concreto, mediante la innovación sistemática. Se alinea con el Manual de Oslo, sobre todo con su última revisión de 2018.
Pues bien, después de haberlo leído, comento un pequeño detalle. Tiene que ver con el nivel de gestión que se extrae de los diagnósticos que Euskalit lleva a cabo —junto con un amplio colectivo de personas evaluadoras que colaboran en estas iniciativas, por cierto— y con los proyectos de mejora que se identifican. Me detengo, en particular, en uno de los seis ámbitos del MGA: sociedad. ¿Qué nota se obtiene en los diagnósticos Kudeabide y cómo se está progresando a partir de las áreas de mejora identificadas? Echa un vistazo al gráfico.
Fíjate en el ámbito de Sociedad. No es ya que suponga el peor nivel de gestión de las seis dimensiones que se consideran, sino que la referencia (best in class) también deja bastante que desear. Y el progreso no es para echar cohetes. Reconocida la debilidad, ¿dirías que hay toda una línea de trabajo para salir del agujero? Veamos otro gráfico del informe elaborado por Euskalit.
¿A lo mejor pensabas que la dimensión social de la empresa se llevaría un gran porcentaje de actividades de mejora, vista la situación? La realidad es la que es:este ámbito se lleva un irrisorio 0,2% de los proyectos para mejorar la gestión avanzada. Son datos. Por supuesto, ya sabemos que los datos tienen ideología. Pero no es cuestión de negar la evidencia: ¿de verdad la empresa, en general, se siente «social»? Pues va a ser que no, ¿no te parece?
Imagen de tillbrmnn en Pixabay.
3 comentarios
1000 gracias por señalar esta información. Solo he acompañado a una organización con este modelo. La experiencia fue muy interesante y también nosotros salimos poco valorados en la dimensión «social». Reconozco que esto sirvió para realizar una serie de acciones correctoras y que hubo una sensibilidad, que estaba en las personas, y se formalizo. Saliendo de esta experiencia y conectando con otras muchas la sensación que tengo es que de nuevo nos encontramos con una tensión. En pandemia vimos con mucha claridad la que existía entre cuidado y producción. Y como no podíamos apostar radicalmente por una o por otra. Creo que lo que apuntas habla de los limites de los marcos que que permiten apellidar con «social» muchas estrategias de «washing» (Póngale ud el color que quiera antes). Estos datos que comparten debieran de ser una oportunidad para profundizar en los impactos y responsabilidad de modelos y empresas. Ya sabes que comparto la mirada de Herrero, Turiel y cia. Llega un gran cambio y aquí necesitamos la sensibilidad y responsabilidad real. Y puede que implique repensar nuestras organizaciones de manera radical. Gracias por la excusa para seguir rumiando. Abrazo
No sé si no estamos agotando un modelo: empresas que quieren ser sociales. ¿Un oxímoron?
Entre tú y yo. Creo que todo nos lleva a la responsabilidad. El extractismo tiene sus días contados. No hay más tesoro que robar. Siempre hablando de un terreno sin guerra, claro. En este otro escenario …. muerte y destrucción.