20 citas de Lo imprevisible, de Marta García Aller

by Julen

Vamos con otro de esos posts en los que recojo una selección de citas de libros que me han hecho pensar. No sé muy bien cómo llegué a este ensayo de Marta García Aller, uno de esos rostros que reparte su presencia en diversos medios de comunicación y que seguramente os suene. No soy muy de leer este tipo de libros de divulgación. Prefiero ir a las fuentes, pero no seré yo quien subestime, ni muchísimo menos, un trabajo como este. Porque el libro incluye precisamente un enorme número de fuentes (académicas y divulgativas) para continuar tirando de los hilos que te interesen. De hecho, ando a la búsqueda de más materiales para mis clases de ética en el grado de Business Data Analytics y aquí he encontrado más de una inspiración. Muchas gracias 😉

Así pues, vamos con mi particular selección de citas.

Al final, los dilemas humanos son los mismos de siempre, solo que nunca habíamos tenido como especie tanta información disponible. Por eso nos desconcierta tanto descubrir lo vulnerables que somos en realidad. Por una parte, nos hemos vuelto, en cierto modo, más previsibles que nunca gracias al mayor procesamiento de datos de la historia. Por otra, el mundo está transformándose a tal velocidad que desconocemos las nuevas reglas de juego. No es casualidad que tanto desconcierto coincida con un profundo cambio tecnológico.

La nueva era de la predictibilidad técnica se caracteriza, paradójicamente, por una epidemia de incertidumbre.

El problema central del futuro no van a ser los robots, sino qué significa ser humano.

El móvil dice que tardaremos 36 minutos en llegar a Cumas y qué tiempo hará: máxima de 32 grados centígrados (ºC), mínima de 23 ºC. La probabilidad de lluvia es del cero por ciento. Es el tipo de información que antes solo tenían los dioses.

La tele ya no es solo tele porque la veamos, es tele porque nos ve.

Ni siquiera hace falta un hackeo para que nos roben nuestros datos biométricos. Basta con hacerse un selfi y subirlo a las redes sociales con las yemas de los dedos en señal de victoria. Si son imágenes tomadas a menos de un metro y con buena iluminación, se puede elaborar una copia de la huella dactilar con la que luego desbloquear cualquier dispositivo. Es como colgar la contraseña en Instagram.

En palabras de Albert Vinyals, profesor de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona, «aplicamos a internet el mismo atajo cognitivo, la misma lógica de fiarnos de una vecina más que de una empresa». Y los humanos nos fiamos más de aquellos que percibimos que se parecen más a nosotros.

«Vamos a terminar por escoger qué médico te opera del corazón por los “me gusta” que tiene», advierte la socióloga Arroyo.

Buzzfeed bautizaba coloquialmente como podfasters a los usuarios que empezaron a usar apps como Rightspeed para deglutir audiolibros y programas de radio enlatados a mayor velocidad de la normal.

Cuando hace cinco años entrevisté a Reed Hastings, fundador de Netflix, me dijo que su principal competidor eran las horas de sueño de sus usuarios.

En la nueva vida digital leemos más que antes, pero de forma diferente. El estadounidense promedio lee el equivalente a treinta y cuatro gigabytes juntando todos los dispositivos que ojea, es decir, unas cien mil palabras por día. Wolf lo llama una explosión de lectura espasmódica. Estamos todo el día leyendo. A trompicones, eso sí.

Las personas que leen novelas de ficción tienen menos tendencia al deterioro cognitivo. […] No es lo mismo pasarse el día leyendo informes y tuits que a Eduardo Mendoza o Agatha Christie. La lectura de ficción fomenta la empatía y la socialización.

La década anterior ha sido la de la robótica industrial que llena las fábricas. La de los años 2020 será la de la robótica de servicio, y la función social de los cuidados es una de las más demandadas.

El 96 por ciento de los vídeos falsificados con deepfake son pornográficos, según un informe de Deeptrace.

Facebook y el resto de las plataformas no se hacen responsables de la veracidad del contenido que difunden, pero se benefician de las mentiras, porque cuanto más tiempo estemos enganchados a la red, más aumentan sus ingresos. Y las mentiras atrapan más atención. El algoritmo que decide la velocidad a la que Facebook difunde la información prima criterios que nada tienen que ver con la veracidad.

Lo que los expertos aseguran que percibimos como verosímil tiene menos que ver con la credibilidad de la fuente y más con dos precepciones muy básicas del mensaje: la familiaridad (si lo hemos oído antes) y la simpleza (la facilidad de procesarlo). Somos carne de bulo. […] Da igual que miles de científicos reputados llamen la atención sobre el cambio climático en un informe; con que haya uno que opine lo contrario, gozará de más credibilidad entre los escépticos. El cerebro trabaja para evitar que su visión del mundo se vea amenazada. Kahan lo llama razonamiento protector de la identidad.

Entender que el gallo canta porque sale el sol, y no viceversa, todavía es muy complicado de deducir para un sistema de inteligencia artificial.

Amazon tiene una patente que incluye ilusiones ópticas y acertijos que los humanos suelen fallar, pero los robots aciertan. La forma de pasar este test de Turing y demostrar que uno es humano es, precisamente, dar la respuesta incorrecta. Equivocarnos empieza a ser nuestro hecho diferencial.

Más difícil que volar aviones y detectar tumores es pillar una ironía.

El sistema que utiliza, conocido como Cyborg, puede extraer los hechos esenciales de los estados financieros para escribir noticias básicas en tiempo real. En realidad, seguramente las escriben para que luego esas noticias las lean otros robots antes de invertir.

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